Moderado optimismo para la economía
EN SU discurso de presentación de los Presupestos Generales del Estado, el ministro de Economía y Hacienda esbozó un panorama favorable de la situación actual de la economía española. Una serie de indicadores confirman el moderado optimismo de Miguel Boyer. La producción total de bienes y servicios está creciendo a una tasa anual, del 2%, inferior al 2,5 % anunciado por el presidente del, Gobierno en su discurso de investidura, pero superior a las tasas del orden del 1% pronosticadas al arrancar el año. Señalemos, sin embargo, que este período de bonanza podría resultar engañoso a medio plazo si fuera utilizado como pretexto para aplazar los indispensables ajustes que la economía española precisa. Desde 1980, el sector industrial había permanecido estancado. Sin embargo, el índice de producción de los cinco primeros meses del año, las opiniones empresariales sobre el nivel de actividad hasta agosto y el consumo de energía eléctrica hasta octubre caminan en una misma dirección optimista y apuntan hacia un incremento anual del 3% en el volumen de bienes industriales producidos. De otro lado, el comportamiento reciente de las magnitudes monetarias en septiembre y octubre parece indicar que la actividad industrial se mantendrá durante la última parte del año.
Esta recuperación ha sido alentada por el desarrollo de las exportaciones y el consumo privado. Las revisiones salariales y el fuerte efecto redistributivo del sector público han nutrido las rentas de los empleados y trabajadores. Además, el ligero frenazo en el ritmo de crecimiento de los precios ha contribuido a favorecer la expansión de la capacidad de compra. Aunque los indicadores sobre la evolución del consumo son en España escasos y poco refinados, datos como las mayores ventas registradas en grandes almacenes y el aumento de un 24% en la producción de automóviles durante los primeros siete meses del año parecen confirmar que la renta disponible de la población se ha traducido en una mayor absorción de bienes de consumo. No cabe olvidar, sin embargo, que ese crecimiento real de los salarios de las personas ocupadas determina una línea de resistencia a la baja de los precios en el futuro, continúa siendo un fuerte obstáculo al aumento del empleo y orienta la importación de maquinaria hacia la adquisición de equipos sustitutivos de mano de obra. De otro lado, aunque los efectos redistributivos de los Presupuestos alienten el consumo, la financiación prioritaria del déficit público provoca una absorción muy grande del ahorro de la comunidad y compromete las posibilidades de inversión.
La recuperación más significativa se ha registrado en el sector exterior. En la primavera, la evolución desfavorable del comercio exterior presagiaba una drástica estabilización y motivó un endurecimiento de la política monetaria. Sin embargo, desde, comienzos del verano las cuentas exteriores han mejorado: en julio y agosto, como es tradicional, la balanza de pagos por cuenta corriente ha sido positiva; en septiembre, el saldo corriente ha sido prácticamente nulo, con un incremento de reservas gracias a las entradas de capital; en octubre, la entrada de divisas ha continuado. La mejora en la cuenta de capital obedece, de una parte, a una caída de los créditos españoles hacía el exterior, procedimiento tradicional de financiamiento de ventas de equipos e instalaciones españoles en países en vías de desarrollo. (Dicho sea de pasada, esta menor salida de capital en 1983 es un motivo de alarma para las exportaciones de 1984).
Otro factor explicativo de la favorable evolución de las reservas radica en las mayores entradas de capital a corto plazo, posiblemente motivadas por los altos tipos de interés en el mercado interbancario español. En conclusión, es posible que la amenaza de una pérdida anual de dólares en torno a los 2.500-3.000 millones a final de año quede reducida a unos 600-800 millones. Esta positiva evolución de las reservas no debe ocultar, sin embargo, que nuestro con el extranjero permanece a un nivel muy elevado. - El actual comportamiento de la economía española tiene su basamento en un fuerte déficit del sector público-, financiado con ahorro interno y externo. España, en suma, sigue gastando por encima de sus posibilidades. Y el lub ricante de esa expansión ha sido uría política monetaria restrictiva, pero al mismo tiempo acomodaticia; o, para decirlo con la jerga de los economistas, una política más keynesiana que monetarista. Los objetivos oficiales de crecimiento de la cantidad de dinero han sido sistemáticamente corregidos a la baja y luego sobrepasados en la práctica; y aunque las rectificaciones han hecho rechinar el funcionamiento del sistema financiero (coeficientes de caja y de depósitos obligatorios), la enorme inercia de la masa del déficit público ha derrotado a los defensores del control monetario.
El ministro de Economía y Hacienda insistió en el Congreso en la necesidad de una progresiva disminu ción-del déficit público, articulada fundamentalmente a través de la contención salario al (6,5% de aumento en el sector público para 1984). Ese descenso del déficit permitiría, según Miguel Boyer, un crecimiento de la canti dad de dinero compatible con una inflación en tomo al 8% y un incremento,real del producto interior bruto (PIB) del orden del 2%-2,5%. Sin embargo, el ministro no proporcionó ninguna explicación satisfáctoria sobre la posibilidad de financiar ese déficit público sin repetir la experiencia de este año, que ha registrado un creci miento de la cantidad de dinero superior al previsto. Hay razones para dudar de que un déficit público anual en la franja del 5%-6% del PIB resulte financiable,a muy corto plazo. Las dificultades de control monetario con un déficit público (incluida la carga financiera del pago de intereses) de esas dimensiones son también eviden tes. A este pesimismo habría que añadir la tenaz resis tencía de los ocupados en las empresas públicas para aceptar las cargas de una reconversión ineludible.
La economía española sigue todavía en la encrucijada en que la instalaron los gobiernos de UCD. Una de las rutas de esa bifurcación es el gradualismo, apoyado en la contención salarial y en una política monetaria que,aprieta o suelta el freno a tenor del comportamiento de las reservas de divisas. El otro camino se dirige hacia las metas del saneamiento y la estabilización, pasando por las etapas intermedias de una liberalización financiera y del mercado.del trabajo mas amplia y por la rápida redución del déficit público. La economía española sólo saldrá de la crisis si marcha resueltamente por esta segunda senda, estrategia,que no perjudica -contra lo que sostienen los demagogos- los intereses globales de los trabajadores, sino que trata de desviar recursos desde el consumo y la importación hacia la inversión y la exportación, único procedimiento para conseguir un ritmo de crecimiento sostenido de la economía que permitiera la absorción de la gran masa de trabajadores en paro.
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