Tiempo interminable
Dicen que las mariposas no viven más que seis semanas. Algunas, incluiso, no sobreviven más, que 24 horas, consumiendo su existencia en el simple nacimiento: las mariposas, pues, son seres breves, aunque hermosos. Es, al parecer, una realidad zoológica, puesto que en esta película se expone en largos parlamentos que quieren conectar tal príncipio demostrado con la tragedia de su joven protagonista, la adolescente que sufre una enfermedad mortal al tiempo que afimen la las esperanzas de convertirse en una estrella del ballet.Como este esquema melodramático ho daba para hora y media de proyección en los agitados tiempos en que vivimos, los autores del argumento sólo pensaron combinar la triste historia de la jovencita con la de un candidato al Congreso norteamericano que sacrifica su campaña para proporcionarle unos minutos de felicidad, al tiemipo que él se granjea el amor de la atormentada madre: un folletín, pues, que hace honra a Sautier Casaseca, del que tan injustamente se despotricó en nuestro país, creyendo que su mentalidad dependía del subdesarrollo cultural franquista. Ahí tenemos, sin embargo, al propio imperio narrando, ¡en 1983!, peripecias que al novelista español le hubieran obligado a desarrollos más complejos.
Seis Semanas
Director.Tony Bill. Guión: David Seltzer, sobre la novela de Fred Mustard Stewart. Música: Dudley Moore. Intérpretes: Dudley Moore, Mary Tyler Moore, Katherine Healy. Comedia. Norteamericana, 1983.Local de estreno: Azul, Multicine I.
El esquema de Seis semanas da, incluso, una cierta vergüenza ajena. Resulta difícil pensar en los motivos que han podido tener sus distribuidores para convencernos de que con esta película se puede justificar la invasión de tantos filmes norteamericanos, porque con ejemplos como éste se puede corroborar la teoría de que en los últimos años sólo unos cuantos títulos de Hollywood merecen ser consumidos cada temporada. El resto hace bueno al mal cine español, e imprescindible al de cinematografías que ignoramos.
Buena interpretación
Sin duda, Dudley Moore y Mary Tyler Moore hacen un buen trabajo de interpretación. No había por qué esperar menos de ellos. Pero hace ya tiempo que no son precisamente los actores quienes justifican espectáculo cinematográfico: debe valerse por sí mismo. Y sólo los espectadores que estén dispuestos a llorar con lo trillado tienen una lejana oportunidad de ser felices con la propuesta de esta película. No es nada nuevo decir, aunque a los mitómanos horrorice, que aquel cine norteamericano que convencía incluso con títulos menores ha pasado a mejor vida. Ahora, en honor a la verdad, ni siquiera existe en sus productos de consumo la calidad mínima exigible a una película que nos saque de casa. Seis semanas, para sorpresa de tales mitómanos, no está mejor realizada que las que algunos intrépidos europeos se empeñan en proponer contra viento y marea.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.