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El desarme europeo

La URSS, blanco del discurso que Reagan pronuncia hoy en la ONU con una nueva modalidad sobre desarme

El auditorio internacional de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebra en Nueva York, se escindirá en dos bandos cuando el presidente norteamericano, Ronald Reagan, critique la actitud de la Unión Soviética por el derribo del avión surcoreano que costó la vida a 269 personas, y proponga nuevas ofertas para una reducción y control de armas nucleares.

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Un bando lo formarán los representantes de los países aliados de EE UU que esperan un acuerdo en materia de misiles y temen por la escalada de retórica de guerra fría estimulada por la Administración Reagan. El otro, los representantes de los países que consideran preocupante la actitud norteamericana que prohibió el aterrizaje del avión del ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromyko, que será el gran ausente de esta 382 Asamblea General de la ONU. Ronald Reagan llegó el domingo a Nueva York, donde celebró un almuerzo de trabajo con el secretario general de la ONU, el peruano Javier Pérez de Cuéllar. El ambiente no era muy propicio, después de la actuación de EE UU, extremadamente crítica hacia la Organización de las Naciones Unidas.Punto crítico

Primero, por las declaraciones del número dos de la Embajada de EE UU ante la ONU, Charles Lichenstein, que invitó a los países miembros de la ONU a desplazarse a otro lado, si no estaban contentos de la sede neoyorquina de la ONU. La polémica nació a raíz de la prohibición de las autoridades de los Estados de Nueva York y Nueva Jersey para que aterrizara en uno de sus aeropuertos el avión soviético de Andrei Gromyko, lo que provocó el que Moscú cancelara la presencia del jefe de la diplomacia soviética en la ONU. Vino a continuación la opinión de la embajadora de EE UU ante la ONU, Jeanne Kirpatrick, en la que sugería que las reuniones de la ONU podrían celebrarse la mitad en Nueva York y la otra mitad en Moscú, para que los delegados se dieran cuenta de las facilidades soviéticas. Pero el punto más crítico y menos retórico cayó cuando el Senado norteamericano votó, por amplia mayoría, reducir en un 21 % la contribución de EE UU a la ONU, con un recorte de 78 millones de dólares (unos 11.700 millones de pesetas), de los 363 millones que EE UU tenía previstos para 1984. Sin embargo, los roces entre la burocratizada organización de la ONU y la conservadora Administración Reagan, no impedirán que hoy el presidente norteamericano utilice la tribuna de la Asamblea General para exponer su doctrina ante el mundo. Primero, con duros ataques a la Unión Soviética por el derribo del avión surcoreano en el espacio 1 aéreo soviético, el pasado 1 de septiembre. Después, con nuevas ofertas concretas para un compromiso en materia de armas nucleares, de medio y largo alcance, todo ello en un contexto de seria tensión Este-Oeste y con una escalada militar en la guerra de Líbano, con intervención directa de EE UU en apoyo del Gobierno de Amín Gemayel. Reagan, previas acusaciones a los soviéticos por una política que "pone en peligro la paz mundial", recordará las ofertas de Washington en materia de reducción y control del arsenal atómico, sobre el que descansa el equilibrio de terror entre las dos superpotencias. En misiles de largo alcance, Reagan repetirá el concepto de recortar sustancialmente el número de ojivas nucleares del actual potencial de 7.000 a 5.000 en cada bando. En misiles de alcance medio, denominados también euromisiles, Reagan ofrecerá a los soviéticos limitar el número de ojivas a 300 en cada bando, lo que equivaldría a la instalación de cierto número de nuevos misiles en Europa Occidental, de la serie Pershing 2 y de crucero. Moscú reaccionó ya antes del discurso de Reagan, considerando un insulto las nuevas propuestas de Reagan. Los soviéticos continúan en su postura de reducir el potencial de los actuales misiles SS-20 al número de 162, en el escenario europeo, lo que equivale al mismo número de misiles nucleares de las fuerzas británica y francesa. A lo largo de las próximas semanas, 158 oradores, algunos jefes de Estado y. de Gobierno, intervendrán en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Las principales tensiones mundiales se verán reflejadas en Nueva York: la crispación entre norteamericanos y soviéticos; la guerra en Líbano; la contienda irano-iraquí; las guerrillas en Centroamérica, incluida la intervención de la CIA contra Nicaragua; la paralización para el proceso de la independencia de Namibia, y las tensiones en el Sureste asiático, entre otros temas.

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