Enterrado en Cáceres el policía asesinado el viernes en Guipúzcoa
Más de 2.000 personas asistieron ayer sábado, en Hoyos (Cáceres), al funeral y entierro del policía nacional Pablo Sánchez César, asesinado el pasado viernes en Urnieta (Guipúzcoa). El cadáver fue trasladado en avión desde San Sebastián hasta la base aérea de Talavera la Real y desde allí, por carretera, hasta Hoyos, siendo recibido por la corporación municipal en pleno y miembros de la Guardia Civil. Prácticamente todo el pueblo desfiló por la capilla ardiente, instalada en el ayuntamiento.
Los funerales fueron oficiados por el cura párroco de la localidad, quien, claramente emocionado, no pudo leer la homilía, pidiendo disculpas. Estuvieron presentes el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra; gobernador civil de Cáceres, presidente de la Diputación, autoridades locales y militares, policías nacionales y guardias civiles, desplazados desde Cáceres, Badajoz, Salamanca y Valladolid.
En el transcurso del acto se lanzaron vivas a la Guardia Civil y Policía Nacional, con gritos de "que pare esta matanza". La esposa, padres y ocho hermanos del policía asesinado se negaron a hacer declaraciones, dejando como portavoz a la alcaldesa de Hoyos, Asunción Merino, que transmitió esta frase de los familiares: "Por favor, que se arregle esta situación. Ya está bien que cada día caiga un hombre por la Patria".
Pablo Sánchez tenía 24 años, había nacido en Badajoz y desde 1980 estaba destinado en el cuartel de Aldapeta, muy próximo a San Sebastián. Deja viuda y una hija de un año, quienes a partir de ahora fijaran su residencia en Hoyos, localidad natal de la mujer.
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