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31º Festival de San Sebastián

La película de Eloy de la Iglesia, considerada oportunista y comercial

Los augures -frotándose las manos, aunque no hace frío en Donosti- decían que por ser proyectada aquí y por las características argumentales de El pico, que es la historia de dos jóvenes homosexuales y heroinómanos, hijo uno de un guardia civial y otro de un dirigente abertzale, Eloy de la Iglesia podría armar el primer taco festivalero. No hubo tal taco, al menos en la proyección matinal de El pico, ni en la distendida charla subsiguiente del director con los informadores. Una de dos, o no había entre el público ni abertzales ni guardias civiles, o la sangre de la película es tan escasa que no da para llegar al río Urumea.La gente se inclina más hacia el segundo supuesto: que la película es un inteligente apaño para que su director, pese a ser nativo de Zarauz, juegue al juego de la paramera segoviana que consiste en caminar por encima de una parva de ascuas sin quemarse los pies. Las lenguas viperinas aseguran que el secreto del filme consiste en que, aunque tales ascuas son reales, Eloy de la Iglesia se calzó para andar sobre ellas con unas confortables botas de amianto, a prueba de todo tipo de fuegos, sobre todo fuegos fatuos.

Estuvo muy bien Eloy de la Iglesia ante una conferencia de prensa que no le puso nunca en apuros. E hizo allí algún ejercicio de zorrería cuando entró en materia: "¿Localista yo? Mi película está pensada para que la veamos aquí y desde aquí. Yo digo lo que Unamuno de Cervantes, que para llegar al universo tuvo que pasar por El Toboso".

Eloy de la Iglesia temía que los abertzales consideraran su película blanda, pero más bien hay tendencia desde esta opción política a considerarla oportunista.

Reclamo

El pico -significa tricornio y pinchazo de jeringa en la jerga de los camellos de la heroína- aborda espinosísimas cuestiones políticas como si no lo fueran o como si fueran otra cosa: un asunto hampón entre hampones, marginal entre marginados. De ahí que la clave del sesgo oportunista del filme se origine en que sus autores no se sumerjan en un comprometido análisis del vidrioso conflicto político del País Vasco, sino en que se aprovechen de este duro asunto político para convertirlo en un reclamo publicitario para mayor y mejor venta de un filme, que antes que buscar la verdad la deforma, esquematiza y degrada, antes que bucear en la realidad la moldea, orienta e instrumentaliza para facilitar una operación comercial.

Pero Eloy de la Iglesia es un inteligente y eficaz cineasta que tiene respuesta para tan grave reproche, y no una respuesta banal: "Se me ha acusado de panfletario, de demagógico, de hacer un cine donde todo se explicaba demasiado. En El pico he procurado introducir las sugerencias y bajarlas dosis de explicitud. Yo he querido decir que, incluso desde posturas ideológicas tan contrapuestas como la izquierda abertzale, que es la más radical de la Península, y la Guardia Civil, que es prácticamente lo contrario, puede llegarse a una identificación a la hora de defender la institución familiar, que lleva dentro la ideología más reaccionaria que existe. Dos personas que desde ideologías opuestas defienden a la institución familiar, en el fondo están defendiendo, por encima de sus ideologías respectivas, una superideología común. Mis personajes antes que guardia civil y que dirigente abertzale son padres y eso para ellos está por encima de sus ideas".

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