Intento desesperado de las delegaciones de la CSCE para que Malta apruebe el documento final
Todas las delegaciones de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) hicieron ayer un último esfuerzo conjunto para intentar que Malta acepte el documento final de la reunión de Madrid y permita la clausura de este foro internacional esta misma semana.
ANTONIO CAÑO, Madrid
G.,
A última hora de la noche de ayer, el ambiente en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid era de moderado optimismo, y una fuente occidental expresó su esperanza de que aún hubiera tiempo para que Malta cambie su posición antes de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores, que mañana se inicia en la capital española.Suecia insistió en que la exigencia maltesa de discutir sobre la seguridad del Mediterráneo conste en una declaración del presidente, aunque no figure como anexo. Ésta es la posibilidad que más respaldo encuentra entre el resto de las delegaciones, aunque Malta la ha rechazado hasta ahora.
El embajador maltés, Evarist Saliba, sugirió ayer que las diferencias entre su país y el resto de las delegaciones sean tratadas directamente por los ministros de Asuntos Exteriores de los 35 países de la CSCE en la reunión de esta semana. Con este objeto se trasladaría a Madrid el titular maltés, Alex Sciberras Trigona, pero precisó que el Ministro de Asuntos Exteriores maltés sólo vendrá a Madrid para negociar con otros ministros de Exteriores sobre la propuesta de su país.
España, sin embargo, se opone a esta idea por considerar que los responsables de las diplomacias de las restantes 34 naciones no han sido invitados a Madrid con ese objeto y que, por tanto, sería una descortesía proponerles aquí reuniones para discutir las propuestas maltesas. No obstante, anoche no se descartaba que Trigona se traslade, de todas formas, a Madrid, lo que, según fuentes diplomáticas, incluiría, de hecho, la aceptación del documento final de la CSCE, ya aprobado por los restantes 34 países.
Los representantes de los países participantes en la CSCE (Estados Unidos, Canadá y todos los de Europa, menos Albania) tenían previsto alternarse en la tribuna durante la sesión de ayer para repetir todos, casi textualmente, una misma solicitud a Malta, dada la trascendencia que en estos momentos tendría para el mundo entero la clausura positiva de la Conferencia de Madrid.
Distintas fuentes de esta conferencia coinciden en que sólo el final feliz de la reunión podría actualmente amortiguar los efectos negativos para las relaciones Este-Oeste provocados por el derribo, la pasada semana, de un avión comercial surcoreano por cazas soviéticos.
Este hecho, que todavía amenaza la anunciada entrevista en Madrid, para los próximos días 7, 8 y 9, del secretario de Estado norteamericano, George Shultz, y el ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, Andrei Gromiko, ha estado a punto de dar al traste con los seis últimos meses de trabajo en Madrid, que, con muchos esfuerzos y dificultades, consiguieron poner de acuerdo a Ronald Reagan y Yuri Andropov, por primera vez, desde que ambos ocupan la presidencia de sus países.
Ahora las cosas han cambiado notablemente y todos esperaban las. palabras que el presidente de Estados Unidos iba a pronunciar de madrugada, y de las que probablemente se deducirá si el encuentro entre Shultz y Gromiko, en presencia de otros 33 ministros de Exteriores, es todavía posible.
De todas formas, antes de que la sesión plenaria concluyese, el embajador español en la Conferencia de Madrid, Juan Luis Pan de Soraluce, se entrevistó con el embajador de la Unión Soviética en Madrid, Yuri Dubinin, con el intento, al parecer, de encontrar una fórmula para convencer a Malta de que dé su visto bueno al documento final.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.