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Crisis en las relaciones Estados Unidos-URSS

Reagan busca una respuesta occidental conjunta a Moscú por el derribo del 'jumbo'

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, pretende lograr una respuesta común occidental a la Unión Soviética por el derribo, el pasado miércoles, de un Boeing 747 de la compañía surcoreana KAL, con 269 personas a bordo. Reagan anunciará la próxima madrugada las sanciones que va a adoptar su país, pero no hay constancia de que haya mantenido contactos con los aliados de EE UU para concretar los términos de la eventual respuesta común al "acto terrorista" soviético. La información sobre el mensaje presidencial fue ofrecida por fuentes de la Casa Blanca a media tarde de ayer, por lo que no se ha podido registrar aún ninguna reacción en Moscú, donde, según informa Félix Bayón, la actitud del Kremlin es la misma que se produjo hace cuatro años por la invasión de Afganistán: esperar a que pase la tormenta y a que lleguen mejores tiempos si la ansiada distensión sufre un nuevo aplazamiento.

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Tass relaciona el derribo del aparato con actividades de aviones-espía

Ronald Reagan pronunciará su discurso, transmitido a todo el país, a partir de las dos de la mañana (hora peninsular española), y en él probablemente convoque una reunión urgente de la Organización Internacional de la Aviación Civil. Entre las opciones que evalúa el presidente norteamericano como respuesta a los soviéticos figura la de prohibir internacionalmente que aviones soviéticos sobrevuelen determinados espacios aéreos.El secretario de Estado adjunto norteamericano para Europa, Richard Burt, dijo que el discurso será "enérgico y firme" y reflejará las discusiones mantenidas durante el fin de semana en la Casa Blanca por Reagan con sus principales consejeros y los dirigentes del Congreso.

Al concluir ayer esta reunión, el presidente demócrata de la Cámara de Representantes, Thomas Tip O'Neill, y el líder de la mayoría republicana en el Senado, Howard Baker, coincidieron en señalar la necesidad de llegar a una respuesta concertada por parte de los países occidentales.

La reunión dominical en la Casa Blanca comenzó con la escucha de las grabaciones de las conversaciones mantenidas por los pilotos de los cazas soviéticos que interceptaron y abatieron el Boeing 747 de la Korean Air Lines. "Está claro, sin ningún genero de dudas, que la Unión Soviética abatió a este aparato comercial desarmado", manifestó Howard Baker, quien añadió que de la escucha de las cintas no se podía deducir que los pilotos soviéticos supieran de qué tipo de avión se trataba.

James Wright, líder de la minoría demócrata en el Senado, afirma que uno de los pilotos se refería a un RC-135, avión de reconocimiento norteamericano, y a un "avión no identificado". "No sé si esta terrible acción es fruto de un error", declaró Wright.

Un alto funcionario norteamericano que solicitó conservar el anonimato, indicó ayer que los radares soviéticos habían comenzado por detectar, en un primer momento, un avión de reconocimiento norteamericano que se encontraba a 1.600 kilómetros del lugar donde el aparato surcoreano fue abatido.

Pasa a la página 3

Gromiko se enfrentará esta semana en Madrid al 'chaparrón' de críticas occidentales por el derribo del avión surcoreano

Viene de la primera páginaHaciendo alusión a la posible existencia de dos aparatos, el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes declaró que "si este era el caso (...), no se hubiese necesitado mucho tiempo para que los soviéticos descubriesen" que se trataba de dos aparatos distintos.

Speakes no quiso confirmar oficialmente la presencia antes del incidente de un aparato de reconocimiento norteamericano. Estados Unidos, se limitó a afirmar, "hace regularmente" misiones de reconocimiento cerca de la URSS, como la Unión soviética los hace cerca de Estados Unidos.

Cuando, en Moscú, los diplomáticos occidentales comienzan a sacar las primeras lecciones del incidente, el Kremlin parece ahora repetir la misma actitud que ya pudo ser observada hace cuatro años, después de la invasión de Afganistán: esperar a que pase la tormenta, y si la ansiada distensión sufre un nuevo aplazamiento por esta crisis, pues otra vez será...

"Cuando se es ministro de Asuntos Exteriores de un país como la URSS durante 26 años seguidos y, a lo largo de todos ellos, se ha realizado la misma política, cosa que sucede en el caso de Gromiko, es normal que la crisis se vea con una perspectiva diferente", comentaba ayer en Moscú un veterano observador europeo.

Relativo fracaso

El jefe de la diplomacia soviética, Andrei Gromiko, sale y para París, camino de lo que parece ser una semana intensa. Primero en Francia y más tarde en la capital española, Gromiko tendrá que aguantar -ahora, en persona- el chaparrón de críticas occidentales a la actitud de la URSS en la crisis deljumbo surcoreano, que ha Con denado a un relativo fracaso, días antes de su celebración, la entrevista que mantendrá en Madrid con su colega norteamericano George Shultuz.

Fuentes del Departarnento de Estado norteamericano han ha blado sin ambages de que Shultz expresará a Gromiko "el sentimiento de repulsión" de Estados Unidos ante este hecho, pero que se mantendrá la entrevista sobre los temas propios de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), en cuyo marco se celebra, aunque el encuentro será "más breve" de los inicialmente previsto y el orden del día reducido.

El núcleo de la entrevista de mañana con Claude Cheysson en el Quai d'Orsay lo constituirá la cuestión de los euromisiles. La propuesta soviética de reducir los SS-20 a condición de que los misiles nucleares franceses y británicos sean tenidos en cuenta a la hora de contabilizar el potencial occidental fue mal acogida en París. Gromiko, aun respetando la independencia francesa en materia de Defensa y política exterior, hará ver a Cheysson que los euromisiles norteamericanos a estacionar en la República Federal de Alemania podrían alcanzar territorio soviético en seis minutos. Mañana se reanudan en Ginebra las conversaciones entre Estados Unidos y la URSS sobre esta cuestión. De hacer caso a informaciones dignas de crédito de las que se hace eco France Presse, Gromiko se mostrará durante su visita de un día a Francia favorable a la propuesta francesa de una Conferencia sobre el Desarme en Europa, que, según Moscú, podría convertise en un foro anti euromisiles.

Sin bromas

Para los analistas, no cabe duda de que el Kremlin ha aprovechado el derribo del avión para dejar claro que hay cosas en las que no permite bromas. La dureza de la reacción a las críticas occidentales después del desastre del Boeing es un ejemplo de la escasa flexibilidad soviética en las cuestiones que, a su entender, pueden afectar a la seguridad de la URSS. Pravda subrayaba ayer el hecho capital para la URSS: "No abofetear el derecho soberano de los Estados a defender su seguridad". El adjunto al jefe de la sección internacional del Comité Central, Vadim Zagladin, ha sido también claro en Estocolmo al afirmar que "una frontera es una frontera".

Observadores occidentales en Moscú consideran igualmente que la actitud adoptada por el Kremlin -no pedir disculpas y atacar para defenderse de las críticas norteamericanas- proviene, en buena parte, del deseo de ofrecer al exterior una imagen sin fisuras de las relaciones entre los aparatos político y militar de la URSS.

Como tercera lección de esta crisis -que es la primera internacional grave a la que se enfrenta Yuri Andropov en los 10 meses que lleva en el poder-, diplomáticos occidentales observan el alto grado de autonomía a la hora de tomar decisiones alcanzado por el aparato militar de la URSS. Esta idea proviene de la creencia generalizada en la mayor parte de las cancillerías occidentales de que la orden de derribar el jumbo surcoreano fue tomada exclusivamente dentro de la esfera militar.

En los mentideros occidentales moscovitas se maneja la idea de que una de las razones por las que el Kremlin decidió no mostrar público arrepentimiento fue, precisamente, por el deseo de los políticos de no contrariar el estamento militar, que tanto peso ha venido alcanzando a lo largo de las dos últimas décadas.

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