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Peregrinos ilustres y anónimos viajeros, en un curso sobre viajes y naufragios

Manuel Rivas

Un seminario sobre viajes, navegaciones y naufragios se desarrolla bajo el patrocinio de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en el marco del pazo coruñés de Mariñán con la participación de numerosos intelectuales españoles, en un ambiente que recuerda los viajes que narró Joseph Conrad.

"¿Qué opina de los viajes espaciales? Hombre, todos los viajes son espaciales, ¿no?". El espíritu genial de Borges, con sus anécdotas de navegante por la imaginación, también se hizo ver en este encuentro de alforjas nada académicas, excepto el patrocinio de la Menéndez Pelayo, que sobre viajes, travesías, naufragios y navegaciones tiene por escenario el pazo de Mariñán, un paraje de encanto conradiano, donde el fresno idealizado por los vikingos abraza a la palmera, entre camelias y naranjos bravos. Otros ilustres peregrinos se ríen por la estancia, entre espejos barrocos. "Mi mundo", dijo Bergamín, "no es de este reino". Así lo han recordado, sin minutos de silencio ni llantos póstumos, deseándole buena travesía hacia un reino a su gusto. "Cuando lo conocí", contó Fernando Sánchez Dragó, "me enseñó un carné que le diera Tamayo, era de asesor pornográfico".¿Por qué aquí, casi al pie del Finisterre? Sánchez Dragó, maestro de ceremonias del seminario coruñés, explicaba la elección: "Me gustaría que este curso se entendiera como un homenaje a la región de España que más viajeros nos ha dado, tantos y desde hace tanto tiempo que ya no sabemos bien si Galicia está en España o en todas partes".

Con la vida en los talones, Sánchez Dragó reflexionó sobre el viaje, el habido y por haber, porque "viajar, lo que se dice viajar, sólo viaja en mi opinión quien de uno u otro modo se enfrenta o por lo menos se acerca a lo desconocido, y que todo lo demás me parece agua de litines servida en bandeja de plástico por aeromozas con uniforme". Tras el puyazo a la horda turística, la razón última de esa fuga hacia adelante cuyo impulso se renueva a la sombra del milenio: "La posibilidad prometeica de hacer coincidir los intereses y la evolución de la historia universal con las aspiraciones y las necesidades de la historia personal".

Un viaje jacobeo

Fernando Savater lo diría con otras palabras, y con fondo de tam-tam. "Irse realmente es ir a lo desconocido, a lo temido, a lo inesperado, marchar hacia la zona mágica, tórrida, helada, en cuya ubicación fracasan todos los mapas y cuya descripción desafia a los geógrafos mejor informados".Ha sido un viaje jacobeo, a través de los libros, viaje de las drogas, viaje clásico, a los cuatro vientos y los cinco mares, viaje, en fin, por la una y mil Españas, un curso de humanidades inagotable que sobrevuela las aulas. ¿Quién hablará del viaje al más allá?, preguntan a Dragó. "Ni que decir tiene que ese hueco, del viaje de ultratumba, es la carencia más significativa y de más bulto en el programa de este seminario". Pero también faltan muchos otros, añade Sánchez Dragó, como la emigración por motivos laborales, las grandes peregrinaciones religiosas, el paseo por el amor y la muerte... "Los viajes", decía Savater, "incluso los más obvios y utilitarios, suponen una alteración semejante al momento poético: todo lo que nos mueve nos conmueve, nunca cambiamos de horizonte impunemente".

Sánchez Dragó estuvo en África, y lo contó. Fernando Savater no estuvo, y también lo contó. Realidad y sueño se incorporaron y todos se fueron a África, por un momento. Horas después, Ramón Buenaventura emprendería un teórico viaje por la droga, no sin ánimo desmitificador: "De la cabeza no se puede extraer nada que no esté ya dentro; ninguna droga hará jamás un artista".

Otros llegaron más tarde a este curso sobre el viaje: Marcos Ricardo Barnatán, Xavier Domingo, Valentín Paz Andrade, Luis Racionero, José María Álvarez, Antonio Gala...

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