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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La necesaria proteccion civil

LAS GRANDES inundaciones padecidas en el norte de España, y singularmente en el País Vasco, han dejado un rastro, de devastación y destrozo que moverá al Gobierno de la nación y a los entes autonómicos respectivos a instrumentar planes de ayudas especiales, que permitan aminorar los perjuicios que han sufrido los ciudadanos de las zonas afectadas. La solidaridad de todos los pueblos y la actuación ejemplar de las fuerzas de seguridad del Estado, efectivos militares, policías autónoma y locales, junto a la solidaridad y el trabajo desinteresado de los -vecinos de las ciudades damnificadas, revelan noblezas de comportamiento cuya comprobación enaltece la condición de ciudadanos de este país.La actuación de todos los efectivos de las distintas administraciones, coordinados por el lendakari Garaikoetxea, ha puesto de manifiesto en el País Vasco que el Estado de las Autonomías no es una hidra de siete cabezas al que se le pueda atribuir la paternidad de todos los males, y que es posible la coordinación y la actuación en común de todos los medios que poseen las distintas estructuras de las administraciones públicas. Pero en este momento las interpretaciones de los pescadores en río revuelto y los profesionales de la catalización de las emociones colectivas debieran cesar para permitir la actuación de los poderes públicos en la reparación de los daños causados y no añadir elementos sensibleros y oportunismos políticos sobre una realidad de desgracia como constituyen las víctimas de las inundaciones y la pérdida de miles de millones de pesetas causada por las lluvias. Esta catástrofe, en definitiva, planea seriamente sobre la línea de flotación de la economía vasca.

Sin embargo, y aunque sea en caliente, sí parece oportuno reflexionar sobre la realidad de nuestros servicios de protección civil y la capacidad de respuesta que posee nuestra nación de Norte a Sur en circunstancias similares. Es bien sabido que la dictadura legó un endeble aparato del Estado, caracterizado por la ausencia de resortes modernos y capacidad de organización para prestar servicios a los ciudadanos. Baste recordar que hasta un año antes de la muerte del general Franco los gobiernos civiles sólo se encontraban unidos al Ministerio del. Interior por líneas telefónicas normales. Este cuadro, impropio de un país con nuestro nivel de renta, ha mejorado en los últimos años, pero en el campo de la protección civil nos encontramos con una precaria situación.

La Dirección General de Protección Civil, dependiente del Ministerio del Interior, cuenta sólo con 300 funcionarios, un exiguo presupuesto de inversiones de 60 millones de pesetas para este año y se aloja en un edificio que comparte con una empresa de hostelería y una asociación de radiotelevisión. Sus medios de enlace autónomos llegan sólo a 26 provincias y hasta hace unos meses su número de teléfono no figuraba en el listín de abonados a la Compañía Telefónica Nacional de Espafía de Madrid y provincia. Sus oficinas territoriales, dependientes de los gobiernos civiles, cuentan con escasos o inexistentes medios. Éste es el cuadro que puede dibujarse de los medios organizados con que contamos para hacer frente a situaciones de emergencia. Cuando surgen las catástrofes, entonces suplimos nuestra falta de previsión con voluntarismo

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España es un país con nivel de renta suficiente para que tengamos unos sistemas de protección civil adecuados a nuestra realidad. La educación cívica en este terreno no es una asignatura pendiente, sino una disciplina pionera que debemos de empezar a practicar. Uno de los compromisos públicos asumidos por el PSOE para su acceso al poder fue contribuir a la modernización de este país. Y ya que estos lamentables hechos han vuelto a confirmar que TVE no es una fuente informativa, sí pensamos que en el terreno de la protección civil el Gobierno debe, realizar un esfuerzo de imaginación y trabajo para que sólo podamos contar como una desagradable laguna en el cumplimiento del su programa el tema de la televisión pública.

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