El puerto de Bermeo evitó una catástrofe
Bermeo, con 19.000 habitantes, permaneció dos días incomunicada por carretera, sin luz, sin agua y sin teléfono. A través de la emisora de un radio aficionado y de un barco de la Armada, fondeado en el puerto, el alcalde de Bermeo pudo hacer llegar al Gobierno civil de Vizcaya mensajes pidiendo ayuda. Ésta llegó al día siguiente por mar en barcos particulares y de la Marina que transportaron cisternas de agua potable, botellas de agua y leche. Bermeo trataba de recuperar ayer la normalidad, toda la población estaba movilizada para desescombrar y limpiar sus calles, plazas y locales comerciales de todos los materiales que trajo la riada. Había ya luz, se suministró agua durante dos horas pero el teléfono seguía sin servir para nada. "Si no llega a haber un puerto que absorbió cantidad de agua, esto pudo ser una catástrofe", afirmaba un pescador jubilado.
Bermeo, localidad de la costa vizcaína, situada a 60 kilómetros de Bilbao, es una de las más afectadas por las inundaciones del pasado viernes, hasta el punto de que ha estado incomunicada hasta el domingo por la mañana. A las dos menos cuarto de la tarde, un helicóptero Super Puma del 803 escuadrón de salvamento de la Fuerza Aérea española despega cargado de víveres y medicinas hacia Bermeo. A las dos y cuarto de la tarde aterriza en el campo de fútbol de la localidad.Sin que se paren las hélices medio centenar de voluntarios, colocados en cadena, sacan del aparato 1.500 kilos de frutas, docenas de paquetes con cajas de leche, cientos de botellas de agua, comida para niños, biberones, vendas, medicamentos -en especial para tratamientos de diarreas- jeringuillas y vacunas. Se traslada en camiones y furgonetas al centro de Bermeo: los medicamentos al ambulatorio y los alimentos a diversos puntos de la localidad para ser repartidos por la Cruz Roja. La operación ha durado diez minutos. Media hora más tarde llegará un nuevo helicóptero con víveres y posteriormente otros más hasta completar el número de ocho, a las tres de la tarde.
A la entrada del pueblo, en la parte alta, efectivos del Ejército reparten agua potable con aljibes. Forman parte de la primera columna de vehículos pesados y ligeros que entró en la localidad a primera hora del domingo, rompiendo la incomunicación en que se encontraba Bermeo desde el viernes. Como la riada había destrozado el Puente de San Cristóbal, en la carretera de acceso a la localidad, la columna del Ejército tuvo que vadear el río con una pala de oruga para hacer llegar hasta el pueblo cuatro camiones remolcadores, dos aljibes y 21.000 kilos de agua, leche y fruta. En Bermeo solo se había recibido para entonces los primeross auxilios de la Ertzaina (policía vasca).
Toda la parte baja de Bermeo, situada en torno al puerto, parece un vertedero de basuras. Las lluvias torrenciales que cayeron ininterrumpidamente desde la mañana del viernes hicieron crecer de tal forma el caudal del río Artigas -que desemboca aquí en el mar- que éste se desbordó hacia las cinco de la tarde. Con una furia que cogió por sorpresa a los bermeanos la riada arrastró vehículos, vallas, árboles, cabezas de ganado y todo lo que encontró por delante, y anegó de agua y barro la plaza del parque y las calles que rodean al muelle. El agua llegó a alcanzar en algunos momentos la altura de cuatro metros, casi el nivel del primer piso de las casas. La tromba de agua fue tan virulenta que provocó el hundimiento del viejo casino de estilo señorial situado a un lado del muelle, junto al parque. El agua se llevó cuadros de los clásicos pintores vascos Uranga y Zuloaga (entre ellos un autorretrato del pintor anterior a su estancia en París).
Los almacenes de pescado fresco y fábricas de bonito y anchoas en salazón fueron invadidas por las aguas, que ha arruinado la industria conservera de la localidad, la más importante de la costa vizcaína y una de las más famosas de España.
El olor era ayer pútrido en los alrededores del parque, y los responsables de la sanidad del Ayuntamiento de Bermeo, temían que se produjera algún foco infeccioso. Para ello solicitaron -y les llegó ayer por helicóptero- 20.000 dosis de vacuna antitífica, además de 5.000 dosis de vacuna antitetánica para las personas que intervienen el labores de limpieza, pero hasta ayer solo habían llegado 800.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.