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Una magistratura nada abstracta

La VanguardiaBien puede decirse que con la reunión del Consejo de Ministros celebrada en el palacio de la Almudaina, el sistema político español ha dado un paso más hacia adelante, singularmente en orden a una deseable armonización de las instituciones democráticas. Más allá de los simbolismos y de la anécdota histórica -la de un Rey de España presidiendo, por vez primera, un Consejo de Gobierno socialista-, cabe registrar la voluntad de entendimiento que se trasluce entre las dos principales cabezas del Estado. Por ambas partes, el uso de la facultad que, en la Constitución, se otorga al soberano de asistir y presidir las sesiones del Gabinete demuestra un oportuno sentido de responsabilidad ante el pueblo, cuando están en estudio y debate cuestiones del más elevado interés nacional, sobre las que es de precepto que el Rey esté perfectamente impuesto. Llevada a la práctica, esta idea de complementariedad entre la Corona y el Ejecutivo, prevista en nuestros textos legales, adquiere plena vigencia y, sin lugar a dudas, potencia los órganos estatales. Saberlo ver así, tan claramente, es un mérito que cabe acreditar al presidente del Gobierno, Felipe González.Téngase en cuenta también que, entre las atribuciones del Jefe del Estado, corresponde el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Es un aspecto -el militar- que no puede disociarse de la figura de don Juan Carlos. Como tal supo actuar en ocasión áe imposible olvido y en esta misma calidad de guardador de las esencias nacionales y de velador de los principios constitucionales, debe acogerse su declaración. Si se tiene presente que un soldado de máxima graduación no deja nunca de asumir la representación de sus compañeros de armas, se calibrará en toda su dimensión la gravedad que contiene uno de los párrafos de más crítica actualidad.

"Algunas conductas públicas", dice textualmente, "que ofenden los símbolos de nuestra unidad y reniegan explícitamente del común destino, llenan nuestro ánimo de desasosiego. Las acciones del terrorismo despiadado provocan nuestra indignación". (...)

Por de pronto, infunde moral comprobar el estado de avenencia en las alturas, la seriedad con que se abordan los problemas y la sensación de que el Gobierno, con apoyo de la más alta magistratura -nada abstracta- se enfrenta con la realidad. Tomen nota los demás servidores del Estado, porque es muy cierto que "la crisis económica muestra su crudeza entre nuestras empresas y nuestra población trabajadora". Y que, por tanto, no es cuestión de hacer concesiones a la superficialidad.

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Barcelona, 7 de agosto.

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