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Aspectos del pensamiento, el arte y la literatura de Cataluña, expuestos en la Fundación Santillana

La posibilidad de que Cataluña alcance la modernidad y abra su cultura a las influencias de Europa, lo que no es el caso de las artes plásticas entroncadas directamente con los países vecinos, y especialmente Francia, pero sí de la literatura en cierta medida, fueron algunas de las conclusiones extraídas de las jornadas que en torno a distintos aspectos de la cultura catalana contemporánea se han venido celebrando en la Fundación Santillana, en Santillana del Mar.

Inauguro las jornadas el escritor y crítico Josep Maria Castellet, quien señaló los objetivos buscados por éstas, determinados, en su opinión, por la configuración autonómica del Estado español, que hacía necesario el conocimiento de las diferentes culturas generadas en las diversas comunidades autónomas. Esta primera experiencia de intercambio cultura¡, propiciada por la Fundación Santillana, que preside Jesús de Polanco, debería tener continuación, a juicio de algunos de los asistentes, en unas jornadas sobre la cultura cántabra contemporánea, evidentemente mucho menos delimitada que la catalana, pero de indudable interés.En la primera jornada, que, como las siguientes, se celebró en la sede de la fundación, en la torre de Don Borja, en Santillana del Mar, intervino el profesor de la universidad Autónoma de Barcelona y periodista Josep Ramoneda, quien dividió el pensamiento catalán en dos modelos claramente diferenciados e íntimamente ligados a las dos formas de entender la cultura: de un lado, la que se identifica como cultureta, término utilizado en los años sesenta para definir la concepción de la cultura desde un punto de vista historicista y narcisista que "desprecia todo aquello que no está relacionado con Cataluña", precisa Ramoneda; del otro, la representada por aquellos que piensan "que la cultura catalana puede recuperar su prestigio y protagonismo acabando con el narcisismo y abandonando el papel de víctima".

La 'cultureta' vigente

Para Ramoneda, es el primer modelo de pensamiento reseñado el que aún se mantiene vigente, fomentado desde las instancias políticas que detenta la política cultural en Cataluña, citando los casos concretos de la Consejería de Cultura de la Generalitat y el Instituto de Estudios Catalanes.El director de la escuela Massana, crítico e historiador de arte, Francesc Miralles, ocupó la segunda de las sesiones de la jornada en analizar la aportación catalana a las vanguardias del siglo XX en el campo de las artes plásticas. Precisó el conferenciante que la nómina de figuras españolas con trascendencia universal "permite afirmar que Cataluña ha sido en nuestro tiempo el centro de mayor vitalidad en las artes plásticas de todo el Estado español". La aportación catalana al arte del siglo XX no puede entenderse, dijo Miralles, sin ponderar y destacar la conexión existente entre Cataluña y Europa, especialmente con Francia.

Las jornadas fueron clausuradas por Castellet, que trazó un amplio análisis sobre la literatura en Cataluña desde 1939. Condicionada en un principio por los dos exilios intelectuales: el exterior y el interior; entre los intelectuales del exilio interior, Castellet hizo especial hincapié en Salvador Espriu, "destinado a ser un poeta metafísico, casi mítico", pero al que las circunstancias empujaron al compromiso con su lengua y la realidad de su país. El conferenciante situó el final de esa época en el año 1959, a partir del cual se abre una etapa de literatura mucho más realista. Finalizó expresando su opinión en torno a quienes integran la cultura catalana, señalando que no sólo se encuadran en ella los que escriben en catalán, sino también los que realizan su obra en la lengua castellana.

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