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El último suspiro del artista de Calanda

Atracción de la Ciudad Imperial

Una especial atracción ejerció la Ciudad Imperial para Luis Buñuel, ya que de él partió la idea de rodar exteriores para su película Tristana directamente y reales en Toledo.Claro es que entonces, afortunadamente, pudo contar con esos lugares tan característicos de la ciudad del Tajo, que el paso del tiempo, en los últimos años, ha hecho que sólo figuren en el recuerdo de quien los conoció.

Haciendo una rápida síntesis de los lugares utilizados para el rodaje, destaca sobre todos el café Español, ya desaparecido, para albergar entre sus paredes una entidad bancaria (la entidad de ahorro que está garantizada por el Estado). Sus columnas, pinturas y decoración de principios de siglo sólo podrán recordarse con exactitud contemplando reposiciones de Tristana; no menos prosaica ha sido la solución dada al café La Suiza, en cuya terraza, en el mismo Zocodover, alternaba sus desayunos el genial sordo de Calanda con otros personajes de la actualidad mundial, hoy es otra entidad bancaria auspiciada por el Estado y que lleva sus gestiones más allá de nuestras fronteras.

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La calle y el barrio de Santo Tomé, con su cristo y el farolillo sempiterno, también los convirtió en escenario para los protagonistas de la película, así como la cercana plaza del Conde, en ella el palacio que responde a ese condado, el de Fuensalida, alberga al, ejecutivo regional, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Como se aprecia, diricilmente se podría representar esa obra en los escenarios naturales que tuvo Buñuel a su alcance hace menos de 15 años.

En Toledo residió también Benito Pérez Galdós, que necesariamente había que mencionar en la referida película. En el hotel del Lino, que continúa dedicado a las mismas funciones de hospedaje que en 1969, es donde quizá en algunos momentos se pudo descansar del rodaje. En este -entonces y ahora- hotel es donde residiera en su estancia de Toledo Galdós, y es en donde los informadores teníamos más facilidades de acceso a Buñuel, perfectamente protegido y ayudado en la traducción por Fernando Rey; en ese lugar es donde nos dimos cuenta de la aversión natural que le producía la presencia de cámaras fotográficas dirigidas a él.

Tanto a Buñuel como a Fernando Rey, a Catherine Deneuve, en algunas ocasiones más pudimos verlos por Toledo en fechas inmediatas a aquel rodaje y al de su otro título, Viridiana, incluso el cine que se utilizó para pasar fragmentos de seguimiento de la película, el cine Alcázar, en la cuesta del Alcázar, es hoy -paradojas del destino de los lugares utilizados por Buñuel en Toledo- otro banco que también tiene connotaciones casi institucionales, ya que procede del famoso holding de la abeja.

Poco tiempo tuvo Buñuel para intimar con gentes de Toledo, pero el suficiente para que cada vez que aparecía noticia suya se le recordara su paso por esta ciudad. Buñuel acaba de desaparecer, pero su ciudad, sus lugares que pudieron ser sus predilectos en su tiempo, desaparecieron después de su paso.

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