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El Gobierno belga decide reducir en 1.400.000 toneladas su producción anual de acero

Andrés Ortega

En una fórmula destinada a salvar la unidad nacional, pero que algunos observadores ven como el primer paso hacía la desintegración de la idea de Estado, el Gobierno belga de Wilfried Martens reestructurará la siderurgia nacional -esencialmente la empresa nacional Cockeriu-Sambre- con fondos provenientes a la vez del Estado y de la propia región valona. El Gobierno reducirá en 1,4 millones de toneladas anuales suplementarias la capacidad de esta empresa siderúrgica, cerrando dos plantas y dos cadenas más en la planta de Valfil.

El plan, del que se ha encargado el especialista francés Jean Gandois, pondrá en la calle a unos 8.000 trabajadores de esta empresa, es decir, un 35% de la plantilla de Cockerill-Sambre. El Gobierno, en un gesto poco acostumbrado, acudirá a un referéndum en esta empresa para que sus empleados dictaminen sobre las medidas sociales que deben acompañar a la medida.El Gobierno belga ha aceptado esta reducción, en el supuesto de que los otros países de la Comunidad Económica Europea (CEE) cumplan asimismo las demandas de la Comisión Europea sobre la reducción de la capacidad instalada en el sector siderúrgico, que en lo que respecta a Bélgica suponen un recorte de su capacidad de producción de.acero de 3,1 millones de toneladas anuales entre 1980 y 1985. Ésta es en la actualidad de 16 millones de toneladas anuales, pero la producción real no alcanzó en 1982 ni siquiera la mitad de esta cantidad. Éa empresa Cockerill-Sambre, que produce un 51,5% del acero belga, tenía en 1980 una capacidad de 9,7 millones de toneladas. Para el 1 de enero de 1986 tendrá que haberse reducido a 6,7 millones de toneladas.

La crisis del sector es patente, pero bajo el andamiaje económico corren las aguas del enfrentamiento político entre valones y flamencos. La siderurgia belga está fundamentalmente instalada en la región valona. Los flamencos pedían que fueran éstos los que pagaran la factura de la reestructuración, es decir, una completa regionalización de los sectores nacionales. El rey Balduino ya avisó en duros términos hace unos días de los peligros de este enfrentamiento.

Finalmente, tras tres semanas de debate, el Gobierno Martens ha decidido que el Estado pagará 51.000 millones de francos belgas (145.000 millones de pesetas) en concepto de compromisos anteriores. Pero las nuevas inversiones serán financiadas con empréstitos de 27.000 millones de francos belgas más (76.000 millones de pesetas), que serán cubiertos por los impuestos sobre la sucesión (derechos reales, herencias...) de la propia región valona, que antes se quedaba el Estado.

Nuevo sistema de ayudas

Este sistema, a medio camino entre las demandas flamencas -que exigían que los valones safieran por sí mismos de su crisis- y las de los valones -que pedían una solidaridad financiera estatal-, se aplicará a otros sectores nacionales, ya sean flamencos o valones, como el textil o la industria naval o incluso a los ayuntamientos y finanzas de las regiones, que, cuando entren en números rojos, tendrán que arreglárselas por sí mismos. Por ello, según diversos observadores, se ha avanzado hacia un desmembramiento del Estado belga.

El Gobierno definirá un programa social para acompañar la reestructuración de la empresa Cockerill-Sambre, cuyas líneas fundamentales son el recurso a la jubilación anticipada de una gran parte del excedente de plantilla calculado y la moderación salarial, pero haciendo, a la vez, explícito el mensaje de que los propisos empleados tienen que colaborar en la salvación de la empresa. En un intento de evitar un bloqueo sindical, a pesar de las consultas previstas a este nivel, el plan será sometido a un reférendum entre los empleados de Cockerill-Sambre.

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