Las diferencias entre la Iglesia y el Estado quedan patentes al concluir la segunda visita de Juan Pablo II a Polonia
Con el deseo de que "el bien se sobreponga y triunfe sobre el mal en la tierra polaca" expresado en su discurso de despedida ayer en el aeropuerto de Cracovia, concluyó la visita de ocho días del papa Juan Pablo II a su país natal. En el acto de despedida el presidente del Consejo de Estado polaco, Henryk Jablonski aludió a la entrevista del Papa con el general Wojciech Jaruzelski, y habló de discusión abierta, sin ocultar los diferentes puntos de vista, aunque "el amor a la patria es lo que nos une". En la jornada de ayer el Pontífice se entrevistó con Lech Walesa sin que haya trascendido nada sobre las circunstancias y contenidos del encuentro.
Después de la entrevista inesperada de la noche del jueves, en la fortaleza del Wawel, el castillo real de Cracovia, entre el Papa y Jaruzelski, se extendieron las especulaciones sobre divergencias entre Juan Pablo II y las autoridades polacas. El portavoz del Gobierno polaco, Jerzy Urban, salió al paso de estas informaciones en una conferencia de prensa ayer en Varsovia. Urban se mostró optimista sobre el desarrollo de la visita, y expresó la confianza de que tenga consecuencias positivas.Lo mismo que el presidente Jablonski en su discurso de despedida en Cracovia, Urban habló de diferencias de opinión. Esta referencia y una miniguerra de comunicados entre la agencia oficial de noticias polaca PAP y la oficina de Prensa del Episcopado polaco dejan entrever que hubo un tira y afloja entre la Iglesia y las autoridades.
Dilarencia de opiniones
El comunicado de PAP dijo que la entrevista con Jaruzelski se realizó "al final de la parte oficial de la visita del Papa a Polonia". Este comunicado se difundió en la madrugada del viernes. Por la mañana apareció un comunicado del Episcopado polaco, que decía: "La segunda peregrinación de Juan Pablo II a Polonia se terminó con la ceremonia de clausura del sínodo provincial en la catedral de Wawel".
Según esto, la entrevista con Jaruzelski, a los ojos de la Iglesia, tendría un carácter de fuera de programa o fuera de peregrinación.
El portavoz Urban insistió ante la Prensa en Varsovia que la entrevista, que duró una hora y 37 minutos, fue un "un punto culminante, se celebró a petición de la Iglesia y dentro del programa oficial".
Estos alfilerazos entre la Iglesia y las autoridades podrían ser el indicio de diferencias y síntoma de una mala acogida por parte del régimen de los duros discursos y homilías papales, que sorprendieron incluso a sectores católicos próximos al primado, cardenal Jozef Glemp, que esperaban un tono más moderado y conciliador por parte del Papa.
El Papa se hizo el sordo
Juan Pablo II abandonó su residencia en la sede arzobispal de Cracovia a las 10.30 horas. En los alrededores se reunieron unas 10.000 personas, que expresaron la aparición del Papa con cánticos religiosos y gritos coreados por los presentes.
Se repetía una y otra vez la canción Sto lat (Cien años, que viva cien años), que se canta en las fiestas de cumpleaños polacas. Hubo gritos de "¡Quédate con nosotros!" y ¡Reina sobre nosotros!", pero el tono general, como a lo largo de toda la visita papal, fue el de una fiesta triste.
Este aire de fiesta triste sólo quedó roto en los encuentros con los jóvenes en el monasterio de Jasna Gora, en Czestochowa, y en las charlas improvisadas por las noches en Cracovia, en las que el Papa dialogaba improvisadamente con la muchedumbre, reunida bajo sus ventanas.
La noche del jueves, última antes de la partida, congregó a una multitud que le gritaba "¡Salva a Polonia!" y "¡Donde está el Papa está la libertad!". El Papa hacía chistes fáciles, que eran muy bien acogidos por un publico agradecido y bien dispuesto.
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