Pinochet está dispuesto a decretar el estado de sitio si los chilenos responden hoy a la huelga general
El Gobierno chileno ha estudiado las consecuencias políticas y diplomáticas de una eventual declaración del estado de sitio en todo el país, que ya rigió durante seis años entre el 11 de septiembre de 1973 y la misma fecha de 1979, y está dispuesto a adoptar esta medida si en las próximas horasadvierte que la huelga general convocada para hoy se extiende y escapa a su control. La tranquilidad es completa en todo el país, con una población por una parte desinformada y atareada por otra con los temporales que han arrasado algunas provincias; ha sido cerrado el puerto de Valparaíso y sólo en Santiago ya son cuatro los muertos arrastrados por las riadas.
Ni una sola palabra han podido filtrar los medios informativos sobre la convocatoria de huelga para hoy. Los sindicatos convocantes están luchando por sacarla adelante por teléfono, boca a boca o con algunas mínimas octavillas distribuidas en las poblaciones obreras del extrarradio de las ciudades. Las oficinas del ilegal Comando Nacional de Trabajadores (CNT) en Santiago permanecen abiertas, en un constante trajín de abogados, dirigentes sindicales y periodistas extranjeros, pero resultan harto difíciles las asambleas en centros fabriles importantes, y los sindicatos carecen todavía de una infraestructura clandestina de movilización y propaganda.La férrea censura de Prensa, a la que el régimen dio el pasado sábado otra vuelta de tuerca, ha motivado una circunloquial respuesta del colegio de periodistas lamentando que las nuevas normas dictadas por el Ministerio del Interior provoquen un retroceso en el desarrollo que venía experimentando el debate nacional.
Junto a la desinformación debe considerarse el factor de la posible pérdida del empleo, decisivo entre los trabajadores chilenos. Con un 30% de desempleo y con las calles de Santiago convertidas en un zoco de venta ambulante, llenas de parados de treinta años que venden a las nueve de la noche platillos de ensalada de tomate con huevo duro, la amenaza de despido sobre los huelguistas tiene efectos psicológicos importantes.
Heredera de la DINA
La Central Nacional de Investigaciones (CNI), heredera de la ex tinta DINA (policía política), está llevando a cabo una auténtica cacería de dirigentes sindicales, con una metodología extraída de las películas sobre los años treinta en Chicago: nocturnidad, puertas derribadas, exhibición de armas, no identificación de los numerosos agentes de paisano que se llevan al detenido, etcetera.
Otros cinco líderes sindicales han sido apresados en la madrugada del martes en estas circunstancias, entre ellos el presidente de la poderosa Confederación Nacional de Dueños de Camiones, convocante de la huelga de hoy y cuya detención se justifica para "... establecer la efectividad de una declaración pública que se le atribuye y en la que el dirigente habría incitado a cometer delitos contra la ley de seguridad del Estado". Dos dirigentes sindicales de la construcción no estaban en sus domicilios cuando los agentes de la CNI echaron la puerta abajo.
La ministra de Educación, Mónica Madariaga, anunció ayer un paquete de medidas, desde la amonestación a la expulsión de las aulas, contra quienes llamen o participen en la paralización de actividades universitarias.
La amenaza comunista
El Gobierno ha anunciado para enero de 1984 una rebaja de dos puntos en el impuesto único que grava los ingresos de los trabajadores, más otras desgravaciones fiscales por imposiciones a plazo fijo, adquisición de viviendas, educación de los hijos, etcétera. Y ha autorizado aumentos en las tarifas de los transportes de superficie, cuyos propietarios sindicadospatrocinan la huelga de hoy. El bombardeo de los medios de comunicación sobre la amenaza comunista y la ausencia de respeto a los derechos humanos en Polonia resulta ya estomagante. En un país donde está proscrita la venta del más inocente manual histórico de marxismo, los niños preguntan a sus padres qué quién es ese señor calvo y con perilla que sale todos los días por televisión anunciando catástrofes: Lenin. Políticos democristianos se quejan amargamente de toda la propaganda subliminal que el Gobierno de Pinochet le está haciendo, sin pretenderlo, al partido comunista, que por asociación de ideas puede terminar siendo identificado por las nuevas generaciones como la única oposición al régimen.
La mayor arma propagandística del régimen la constituye ahora la lista de 128 exiliados autorizados a regresar al país.
De entre ellos, el más prominente, Andrés Zaldívar, presidente de la Internacional Demócrata Cristiana, ha declarado en Nueva York, donde se encuentra dictando conferencias, que regresará de inmediato a Madrid, recogerá a sus hijas y volverá a Santiago.
Las malas lenguas de la política chilena aseguran que Pinochet autorizó su melta para que se pelee con Gabriel Valdés, actual presidente de la democracia cristiana. Son dos personalidades tan descollantes coimo competitivas por la herencia de Eduardo Frei.
La huelga general de hoy, finalmente, será en buena parte lo que quiera el régimen. Si vuelven a salir a la calle los pistoleros de la CNI, caerá sobre el país el estado de sitio "para evitar mayores desmanes"; si la respuesta a la huelga es pequeña, los sindicatos ilegales habrán quemado apresuradamente una de sus mejores cartas al coste de una represión desproporcionada.
Los políticos pueden acabar teniendo razón al estimar queno ha llegado todavía el momento de una confrontación abierta con el régimen.
El general Pinochet caerá cuando lo pacten los militares con la Multipartidaria. Pero los rotos que gritan "¡Viva Chile, mierda!" por las calles no parece que vayan a tener su hora en la huelga general de hoy.
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