La temporada barcelonesa del Teatre Grec comenzo con 'L'e lisir d'amore', de Donizetti
El montaje de la obra acentúa su carácter de ópera bufa
La temporada veraniega en el teatro griego de Montjuïc comenzó el pasado martes con la representación de la ópera L'elisir d'amore, de Gaetano Donizetti, en una versión escénica dirigida por Mario Gas. La obra, clasificable dentro del género de ópera bufa que surgió en Nápoles en el siglo XVIII, tenía como principales alicientes el del de la orquesta Ciutat de Barcelona como soporte instrumental de una obra lírica y la adaptación escénica que hace suceder la acción de la obra en el año 1928 en lugar del siglo XVIII en que la situó su autor.
El doctor Josep María Colomer i Pujol, en sus comentarios en el programa de mano, ha situado perfectamente esta amable y divertida creación buffa donizettiana en su contexto espiritual, al subrayar las características esenciales del libreto, matizadas con las sutilezas de orden musical (léase melódico) contenidas en la partitura.Por su índole especial, este género no sólo requiere de los figurantes una efectiva educación musical, sino, además, un sentido del movimiento escénico que acentúe en su justo límite el carácter de la situación. Avancemos que este efecto lo logra plenamente el director de escena, Mario Gas, al articular una dinámica escénica viva y directa en la que, a la par, matiza las diversas situaciones de la acción. Para conseguir tal objetivo ha contado con artistas de positivo talento e intuición, como María Ángels Peters (Adina), una soprano de voz a la vez distinguída y discreta, con unas innegables dotes de actriz, y como Santiago Sánchez, un Nemorino convincente, al que dotó del pertinente carácter y valor interpretativo, tanto como actor como por el lado vocal.
A destacar de forma especial las inteligentes intervenciones de Carlos Chausson en el papel de Dulcamara, ese personaje esencial de la obra, cuya vis cómica tuvo su justa y adecuada traducción, doblada por unas facultades vocales de real calidad. Muy correctos, Enrique Baquerizo y Francesca Roig, en sus respectivos cometidos.
Ópera, espectáculo total
El Coro de Cámara Gioacchino Rossini, que orienta Luis Ángel Catoni, mostró real preparación y efectividad, y la dirección musical, confiada a Javier Pérez Batista, fue de una eficiente calidad.
El hecho de que L'elisir d'amore se presente en un lugar al aire libre, plantea, sin lugar a dudas, grandes desventajas a la producción y, sin embargo, su director escénico, Mario Gas, no se muestra preocupado por ello: "Hemos realizado un único decorado, la plaza de un pueblo italiano en el año 1928, que es cuando hemos situado la acción. Esto nos resta, en cierta medida, muchos inconvenientes. Un espacio al aire libre obliga a plantearse con mayor precaución los problemas de voz".
Sin embargo, para Mario Gas, que ha dirigido ya diversas óperas entre las que cabe destacar El barbero de Sevilla y Madame Butterfly en las dos anteriores temporadas del Grec, lo que importa es conseguir que el espectáculo se convierta en una propuesta lo más total posible, en la que texto, voz y música se traten como elementos de igual importancia. Mario Gas conoce las limitaciones escénicas de los profesionales de la ópera, que muy pocas veces se han visto obligados a realizar una labor más estrictamente teatral. "Una de las principales tareas es conseguir que comprendan el texto, que sepan lo que están diciendo cuando cantan. Después, conseguir el movimiento escénico que se corresponda con la trama del libreto es mucho más fácil".
"La voz en el teatro constituye también una partitura inusical", explica Mario Gas. Las convenciones, los estereotipos operísticos, no son tan indomables como pudiera parecer a primera vista. El hecho de hacer teatro lírico en el Grec supone la posibilidad de desacralizar -tanto por el montaje como por el público que acostumbra a acudir al recinto de MontJuic- un espectáculo que acostumbra a verse rodeado de un considerable ritual social y elitista. Para el director escénico de Elisir d1amore, tal empresa es necesariapara devolver a la ópera su primigenía popularidad.
Abandonar el ñoño siglo XVIII
El hecho de situar la acción de L'elisir de amore en el año 1928 no obedece, según Mario Gas, a ninguna especulación teórica: "Un día soñé o imaginé que aquella historia podía suceder perfectamente en el año 28 de nuestro siglo. Los principios del siglo XVIII, que es en realidad cuando transcurren los hechos que narra esta ópera, siempre me parecieron un poco ñoños y decidí cambiar la época sin más razones".
El respeto por lo coyuntural en una obra escénica no significa para este director ningún condicionamiento estilístico: "Se trata de pulir y de rebajar algunas de las cláusulas del texto sin por ello tener miedo a ser infiel al sentido general de la obra. Es evidente que no puede hacerse eso en todas las óperas, pero en el caso de L'elisir d'amore es evidente que era factible".
La soprano Maria Angels Peters (Adina), el tenor Santiago Sánchez (Nemorino), los barítonos Enrique Baquerizo y Manuel Garrido (Belcore, el primero actuó el martes y volverá a hacerlo el sábado; el segundo el viernes), el bajo cómico Carlos Chausson (el doctor Dulcamara) y la soprano Francesca Roig (Gianetta) son los principales intérpretes. La orquesta Ciutat de Barcelona, bajo la dirección del canario Javier Pérez, se estrenó oficialmente el martes como orquesta lírica. Cabe mencionar la actuación del coro de cámara semiprofesional de Gioacchino Rossini dirigido por Luis Angel Catoni. La escenografía y el vestuario fueron realizados por Marcelo Grande.
Barcelona fue la primera ciudad no italiana en donde se estrenó L'elisir d'amore. Era el año 1833. Entre la ópera bufa y la temática romántica, se trata de un texto que pondría a prueba algunas de las que iban a convertirse en convenciones operísticas de mayor grado. La persistente crítica que la mencionada obra recibió tanto por parte de aficionados como de los mismos profesionales es prueba de ello.
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