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Gromiko garantiza el monolitismo, político del Este europeo

El ministro de Asuntos Exteriores soviético y vicepresidente del Gobierno, Andrei Gromiko, reafirmó ayer tarde la postura del Kremlin respecto a Polonia, subrayando que este país "es y seguirá" formando parte de la comunidad socialista.En un largo discurso, en el que se resumía la política exterior soviética -desde Finlandia a Suráfrica y desde Nicaragua a Afganistán-, Grorniko expresó también muy duras críticas contra la actual Administración norteamericana, a la que, entre otras muchas cosas más, acusó dse tener "ambiciones imperiales" y pretender la "superioridad militar".

Pero fueron sus palabras sobre Polonia las que más han llamado la atención de los observadores, especialmente dado que el jefe de la diplomacia soviética las pronunció apenas unas horas antes de que el Papa llegara a Varsovia. Gromiko parecía dejar bien claro que el Kremlin no está dispuesto a abdicar de lo que en Occidente se llamó doctrina Breznev, que contempla la soberanía limitada de los aliados de Moscú. Esta doctrina empezó a considerarse como tal después de que en agosto de 1968 los tanques del Pacto de Varsovia entraran en Checoslovaquia.

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A este hecho -así como a la invasión de Hungría de 1956, realizada para sofocar la rebelión magiar- podía muy probablemente referirse Gromiko cuando dijo ayer que la comunidad socialista había demostrado ya "más de una vez, por las palabras y por los hechos", que era capaz de "hacer frente con éxito" a todo lo que impida su avance. "Todos los intentos de causar daño a los intereses legítimos de esta comunidad, poniendo a prueba su temple", agregó, "han sido hechos añicos".

La URSS -sobre todo a tan alto nivel- no había hecho una declaración semejante sobre este tema desde hace casi más de dos años. Especialmente desde que en diciembre de 1981 el general Jaruzelski promulgó la ley marcial en Polonia, las críticas soviéticas bajaron de tono.

En círculos diplornáticos occidentales se especulaba al respecto con la idea de que el Kremlin había retirado parte de la confianza que tenía puesta en el militar polaco, debido precisamente a los opuestos puntos de vista que mantendrían Moscú y Varsovia sobre la visita del Papa. Según esta versión, Jaruzelski habría defendido ante el Kremlin la necesidad de que no se suspendiera la visita.

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