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Juan Marichal narra su exilio en el homenaje que le rindió Tenerife

Juan Marichal, catedrático de la universidad de Harvard (EE UU), afirmó haber sentido siempre un afortunado destino geográfico durante el acto celebrado el pasado fin de semana en el cabildo insular de Tenerife, en el que recibió la medalla de oro de la isla. De esta manera reivindicó su origen tinerfeño y añadió que esto mismo le había impedido conjugar los verbos castellanos en la segunda persona del plural: "Decir vosotros sería para mí una falsedad retórica y emocional". Defendió en su lugar el uso de ustedes que hacen los canarios. Marichal se fijó en este sencillo rasgo para confirmar su condición de isleño al comienzo de un discurso autobiográfico, en el que recorrió su periplo de emigrante y exiliado.El presidente del cabildo, José Segura Clavell, le citó como el más distinguido especialista en la historia de las ideas políticas españolas. De la isla en la que nació en 1922 Marichal habló en todo momento con cariño hacia las cosas y los amigos, como el poeta Pedro García Cabrera, el pintor Óscar Domínguez y el crítico Domingo Pérez Minik. Marichal recordó su marcha a la Península, su estancia en Valencia, los estudios juveniles en un liceo de París (de paso, su admiración por la cultura francesa y la devoción familiar por la tercera República), el salto a Casablanea y, finalmente, la travesía del Atlántico, a finales de 1941, rumbo a América, en compañía de Alcalá Zamora, Blas Cabrera y otros científicos españoles que se exiliaban. El viaje sólo podía tener un puerto, México, donde el hoy experto estudioso en Azaña y Negrín tuvo que trabajar de cajero nocturno en una embotelladora de refrescos, sin faltar a la Universidad hasta caer enfermo. Después pasó becado a EE UU para estudiar con Américo Castro en la universidad de Princeton.

Marichal, catedrático de Historia y Literatura de Latinoamérica en la universidad de Harvard, es una de las principales figuras de este país en el extranjero. No hace mucho se hizo un intento por atraerle, al nombrarle catedrático de la universidad de Alcalá de Henares, pero él dijo que aún debe cumplir importantes compromisos docentes en Norteamérica.

Por otra parte, sus viajes de regreso a la isla, que viene repitiendo desde hace 15 años, le han hecho sentir la continuidad de la historia hispánica, "la continuidad de los sueños de los hombres del siglo XVIII". En sus palabras de agradecimiento por este homenaje del cabildo, Marichal se refirió a la gran posibilidad de la Universidad canaria, "en esta isla casi hispanoamericana" para el diálogo de la América hispanolatina. Quizá un día regrese a España trayendo bajo el brazo su historia pendiente sobre el pensamiento de lengua española, acompañado de la hija del poeta de la generación del 27, su esposa, Solita Salinas.

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