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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lección de Rostropovich

El Teatro Real vivió el domingo una de esas jornadas musicales que difícilmente se olvidan. Volvía Rostropovich. Era un calurosísimo día festivo y una hora creo que innecesariamente temprana, pero ni aun así puedo entender que quedaran localidades en taquilla y la sala presentara huecos que no suelen verse en tantos y tantos conciertos en los que ni el más optimista puede prever algo excepcional. La reina doña Sofía no se perdió el acontecimiento.Acontecimiento fue escuchar otra vez a uno de los más grandes intérpretes -no ya violonchelistas- de hoy y de siempre. Este hombre afable, convertido a pesar suyo en símbolo de algunas cosas, director de amplia actividad sinfónica, operística y discográfica, pianista de gran clase practicando el lied con su esposa, cuando toma el violonchelo sigue siendo el maestro que explica, el músico que conmueve, el artista que arrebata, el intérprete que convence. Abrumador, increíble Rostropovich.

Carnaval, opus 92, concierto para violonchelo y orquesta en sí menor opus 104 y Sinfonía número 8 en sol mayor opus 88 (Dvorak)

Mstislav Rostropovich, violonchelo. Orquesta Sinfónica de la RTVE. Director: Miguel Ángel Gómez Martínez. Teatro Real, 12 de junio de 1983.

La afinación perfecta, la purísima limpieza del mecanismo, tantas veces neta, no son para él sino puntos de partida para el camino de la música, música que vierte con temperamento y lucidez extremada, propulsando picos de tensión expresiva raramente escalados, relajamientos líricos de delicadeza más infrecuente si cabe. El silencio tenso durante la escucha, la llegada clara de la respiración de los intérpretes se hace música también en pianísimos de maravillosa proximidad al límite de lo audible y sin merma alguna de la redondez y carnosidad del sonido. El arco de Rostropovich es un milagro: capaz de extraordinarias sutilezas sonoras, no hiere al atacar, no existe el paso al cambiar de dirección.

Conviene ver a Rostropovich además de escucharle, pues el palpable control de todos los músculos para la deseada concentración, el gesto del rostro, son casi necesarios como prueba de que el producto es resultado no sólo de un talento superdotado sino también de humanísimo esfuerzo, y ello coadyuva a la comunicación.

Hay que felicitar a la Orquesta de RTVE, no sólo por el logro obtenido sino por la misma actitud de oyentes atentos y entusiastas aplaudidores que adoptaron durante la ejecución y al término del Concierto de Dvorak, dirigido con seguridad y sensible atención a los matices por parte de Gómez Martínez.

El maestro granadino, que dirigió una ópera en Viena en medio de las jornadas de ensayo de este concierto, logró una de sus mejores actuaciones en Madrid. Hizo una Obertura Carnaval y una Octava Sinfonía no sólo brillantes y vitalistas, sino también cuidadas, parafrasear con, encanto en los pasajes líricos tan característicos del estilo del compositor.

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