La primera antológica de Ángel Ferrant reúne 150 esculturas y 100 dibujos
Con 150 trabajos escultóricos y un centenar de dibujos de Ángel Ferrant, (1891-1961) se inaugura hoy en el Palacio de Cristal del parque del Retiro de Madrid la primera exposición antológica de este artista madrileño, considerado como uno de los cinco primeros escultores del siglo, por los caminos artísticos que abrió con su obra.
La exposición que hoy se inaugura y que permanecerá abierta durante dos meses ha supuesto dos años de investigación y trabajo previo de Ana Vázquez Parga, historiadora becada por el Ministerio de Cultura para la complicada tarea de rastrear tras la obra de Ferrant, quien antes de morir pidió a su mujer, María Lissarrague, que se encargara de destruir toda la obra almacenada en su estudio, deseo que no se ha podido comprobar si llegó a ser satisfecho. Una serie de avatares y desgracias inexplicables (incendios, pérdidas en traslados) ha supuesto la desaparición de una parte importante de la obra que se incluía en colecciones privadas, de forma que el poder reunir ahora en el Palacio de Cristal un total de 150 obras ha supuesto un trabajo que, en un primer momento, parecía imposible de cumplir. La coordinación de la exposición ha sido realizada por Ioana Zlotescu.Pese a todas estas dificultades previas, la exposición ofrece una muestra completa de cada una de las etapas artísticas de Ángel Ferrant. La presencia de piezas que no han podido ser localizadas o cuyos propietarios no las han querido ceder, se ha conseguido a base de material fotográfico realizado en su momento por el propio escultor, quien tenía la costumbre de fotografiar toda su obra.
La mayor parte del material que se exhibe está realizada en materiales frágiles (madera, fundamentalmente). Las piezas son de reducido tamaño y las dos únicas ampliaciones realizadas sobre dos trabajos de la serie ciclópea se incorporarán a la exposición en un plazo aproximado de 15 días.
Comienzos de pintor
Ana Vázquez Parga afirma que la mayor parte de las piezas expuestas proceden de colecciones privadas de Barcelona, ciudad en la que el escultor vivió largo tiempo y en la que desarrolló su actividad docente y gran parte de su obra escultórica. Los dibujos proceden de su primera etapa de pintor (era hijo del pintor Alejando Ferrant), si bien muy pronto su afición se inclinó por la escultura: "Siempre me sedujo más un cuerpo", decía, "que una lámina; un cartón me pedía más unas tijeras que un lápiz".La temprana inclinación escultórica de Ferrant se centró siempre, según Ana Vázquez, en ensayar y experimentar nuevas formas de expresión con los más variados objetos. El encuentro de sí mismo como artista ocurre en Barcelona, alrededor de 1920, donde se encuentra con un gran ambiente cultural, de forma que en 1925 participa en la exposición colectiva de los Artistas Ibéricos, donde sus teorías sobre formas y materiales suponen una ruptura con los conceptos tradicionales. Un año después consigue el Premio Nacional de Escultura con La escolar, trabajo que se encuentra expuesto en el Instituto Ramiro de Maeztu, de Madrid.
Una de sus etapas más importantes fue su participación en París, en 1935, con el grupo ADLAN (Amigos del Arte Nuevo), cuando trabaja con objetos encontrados que forman conjuntos totalmente armónicos, algunos de los cuales se encuentran en la exposición.
Después de la guerra, período en el que se integra de la Junta de Recuperación del Tesoro, realiza la colección de la Tauromaquia, bajos relieves de carácter expresionista. Alternando los encargos con su trabajo personal, dedica varios años a la búsqueda del movimiento hasta que en 1949 presenta los primeros móviles: objetos que alternan distintos movimientos por sistemas muy simples. Los tableros cambiantes (piezas movidas por carriles de cuerda) o la llamada escultura ¡infinita (unidades de hierro forjado cuyas formas se entremezclan), pertenecen a etapas de los últimos años.
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