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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Alegre y dramática cultura

Hacia 1925 vino a Europa una compañía negra de la que aún se conserva memoria: la Blackbirds, dirigidos por el bailarín Douglas (se dejaron aquí, para siempre, a Josefina Baker). Unos 15 años antes habían llegado los ballets rusos de Diaghilev. Hay más de una forma de unir dos acontecimientos de distinto alcance intelectual: una, la receptividad europea, la necesidad de recibir, asimilar y sintetizar culturas distintas. Otra, el respeto intelectual. Basta recordar a Debussy componiendo El niño negro porque había escuchado una pequeña banda de negros americanos, o a Ravel anotando nerviosamente las notas de un clarinetista en el Apex Club, para reconocer hasta qué punto los músicos refinados, literarios, se fascinaban por esa increíble aportación de los negros americanos a la música.Por la época de los Blackbirds, en Europa Fats Waller componía ya sus mejores canciones. Dicen que tenía unas inmensas manos que abarcaban dos octavas y una alegría especial. La pequeña compañía que actúa ahora en el Reina Victoria rememora esa época y esa alegría tan especial, con 30 números de Fats Waller. El título del espectáculo es el de una de esas canciones: Ain't misbehavin; dice el programa que fue compuesta para el éspectáculo Hot chocolates, de 1929 (el espectáculo neoyorquino de Josefina Baker era Chocolate dandies. La palabra chocolate es un eufemismo humorístico sobre el color de los negros), pero tiene otra historia.

Ain't misbehavin, de Fais Waller

Intérpretes: Lonnie, Doug,Teresa, Yvette, Julia y banda de jazz. Estreno: Teatro Reina Victoria. Madrid, 24 de mayo.

Alegría y tristeza

Fats Waller la escribió en la cárcel, donde fue a parar porque su ex esposa le denunció porque no le pagaba la pensión alimenticia. "No me voy a portar mal", decía Waller en su canción. En todo esto hay claves de la alegría especial hay un jazz alegre y hay un jazz triste. El alegre, como éste, tiene unas connotaciones de burla ácida, de negros imitando negros, de última reserva sobre su propia condición, como la tiene el humor judío o el humor irlandés; el humor de las minorías en sistemas de opresión. Humor de honky tonk o de barrel houses: de pequeño tugurío con alcohol y humo donde una cierta desesperación da una vuelta más al tornillo y se convierte en risa, en comicidad. Un poco más allá del tugurio ya empezaba el cabaré; y más allá, Broadway y Europa.Mientras el jazz seguía su camino -las últimas experimentaciones son de una riqueza culta y exquisita; y, sin embargo, se sigue oyendo en el fondo la música del campo de algodón o del tugurio- hubo la concesión al espectáculo. En este punto está Ain't misbehavin, aunque a veces haya un oscuro sonido en la banda; aunque Mean to me -cantado por Yvette- tenga la resonancia del jazz dramático, hay siempre una punta de ironía, de comicidad, de espectáculo; incluso tan delicadamente como en la interpretación casi coral del famoso y doloroso Black and blue.

La ironía y el humor tienen aquí, claro, una segunda vuelta. Se trata de una reconstrucción de épocas: un fragmento de la historia de su música y de su raza visto desde ahora, desde hoy y, por tanto, con un doble fondo.

Los cinco comediantes, apoyados en el pianista y en la banda, son excelentes en este juego. Si sus voces no son geniales ni su danza es antológica son, sin embargo, atributos para verdaderos comediantes parodistas y burlones y para la construcción de un espectáculo refrescante, brillante, cuya longitud no se advierte y que gustaría ver prolongado.

Había espectadores que no podían contener su propio ritmo en las butacas -¡lo que le faltaba a las viejas butacas del Reina Victoria!.- y lo llevaban con el cuerpo; y hubo ovaciones en cada número, bravos y gritos de entusiasmo al final. Lonnie, flaco y ágil; Doug, gigantesco y rítmico; Yvette y Teresa, voluminosas, tragicómicas; Julia, filiforme y plástica, con la buena banda, dieron una buena noche.

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