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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Del consumo de recetas médicas

Hace algunas semanas leíamos en este mismo diario unas interesantes sugerencias de Enrique Costas Lombardía, economista interesado en el sector farmacéutico, apuntando la posibilidad del establecimiento de presupuestos de medicamentos por los médicos, tal como existe en algunos países, a fin de contener el gasto farmacéutico de la Seguridad Social. La idea, interesante en principio, era, poco práctica, ya que al médico le resulta imposible contabilizar el coste de sus prescripciones. Sin embargo, el número de recetas que necesita se resume en términos de talonarios de 100 recetas, en un número fácil de retener, pues no tiene más de dos dígitos.La idea del establecimiento de información individualizada, es decir, hecha a medida -como veremos más tarde-, surge hace más de seis meses, y empieza a ponerse en práctica en la provincia de Málaga donde, sin ninguna alteración en la asistencia, comienza a descender el número de recetas, por la alineación de los grandes prescriptores a los niveles medios de la provincia.

Para comprender en profundidad el fenómeno del consumo de medicamentos es preciso manejar algunas cifras que en principio pueden resultar sorprendentes, pero que expresan una realidad; así, en 1982 se prescribieron 460 millones de recetas a cargo del Insalud por un importe a precio de venta al público de 183.000 millones de pesetas, de los cuales los asegurados pagaron cerca de 32.000 millones, por lo que su coste para el Insalud fue de 151.000 millones. Esto representa que a cada titular de una cartilla se le prescribieron unas 30 recetas por un valor de unas 11.800 pesetas.

Sin embargo, estas cifras medias no dicen que a cada asegurado de Huelva se le prescribieron 4,01 recetas, mientras que en Lugo se le habían prescrito 1,81, o que dentro de una misma provincia como Ciudad Real, había dispuesto de tres veces más recetas si vivía en Puertollano que en Alcázar de San Juan.

Cuantas explicaciones se han querido buscar a estas diferencias interterritoriales en el consumo de medicamentos han resultado insatisfactorias, pues no han sido capaces de explicarlas las variables de la socio economía, el desempleo, la alimentación, el clima, ni muchísimo menos, la morbilidad.

Así, pues, a la hora de confeccionar un presupuesto de recetas se ha tratado de llegar a una indívidualidad máxima, de tal manera que se tiene en cuenta la provincia, el mes, la especialidad del médico y su cupo de asegurados activos y pensionistas, resumiéndose finalmente en un número de talonarios que se especifica en la primera petición de recetas que realiza el médico al Insalud cada mes.

Un punto importante de aclarar es que el médico y, por tanto, sus pacientes disponen de todas las recetas que precisen por encima de la cifra presupuestada, pero que por encima del presupuesto debe explicarse esta mayor necesidad, sin que este hecho implique sanción; por tanto, no es posible decir que atenta contra los derechos de los enfermos, pues el médico siempre recibirá las recetas que solicite, incluso cuando no pueda explicar sus necesidades.

Libertad responsable

El procedimiento implantado por el Insalud es un sistema de información para el ejercicio de la libertad responsable en la administración de bienes públicos que no atañe solamente a los gobernantes o funcionarios, sino que en este caso alcanza a los propios consumidores del medicamento, que no son sólo los que lo ingieren (paciente), o lo pagan en su mayor parte (Seguridad Social), sino también, y muy especialmente, los que lo eligen y prescriben. Así, pues, a partir de ahora, el médico alcanza un nuevo nivel de libertad, porque sabe la parte del fondo de salarios que está administrando en función del territorio donde vive, de la especialidad que ejerce, del mes del año en que se encuentra, y del número de asegurados a su cargo.

Desde el punto de vista de la industria farmacéutica, el procedimiento para el ejercicio de la libertad responsable no debe considerarse peligroso para sus intereses, ya que ellos mismos reclaman una racionalidad en los gastos de la Seguridad Social, sin menoscabo de su finalidad sanitaria.

Limitación de medicamentos

La limitación en el consumo de medicamentos para el año 1983, tal como aparece en la ley Presupuestaria enviada al Parlamento es, en mi opinión, la expresión firme de contener la irracionalidad, tanto en la oferta como en el consumo de medicamentos, cuya manifestación más clara se obtiene del estudio cualitativo de nuestro mercado, en el que gastamos demasiado en vasoprotectores, vasodilatadores periféricos, medicamentos para abrir el apetito y antiagragantes plaquetarios, mientras que el control de la hipertensión y los antihiperterisivos tienen cotas muy inferiores a otros países de nuestro mismo nivel de desarrollo.

La industria farmacéutica invirtió el año pasado en promoción de sus productos no menos de 27.000 millones de pesetas, pero el mercado farmacéutico no es un mercado uniforme, de tal manera que podría hablarse de un conjunto de submercados estancos en los que se dan las más diversas situaciones económicas. La información de recetas no incide de igual forma sobre todas las empresas farmacéuticas, siendo de prever que por parte del médico se dará una elección de aquellos medicamentos más eficaces, por lo que es probable que en conjunto mejore la atención de la población con una reducción sensible del gasto de medicamentos.

EL Insalud no es indiferente a la calidad de sus suministradores y tiene el decidido propósito de que en España exista una fuerte industria farmacéutica de carácter autóctono, por lo que ayuda a su investigación con el Fondo de Investigaciones Sanitarias de la Seguridad Social, favorece su mercado en aplicación de disposiciones que obligan a adquirir medicamentos de laboratorios españoles en igualdad de condiciones para sus hospitales y estudia la repercusión de cualquier medida que afecte al mercado farmacéutico cuidadosamente a fin de mejorar su situación.

Indudablemente, el futuro del mercado farmacéutico pasa por una racionalidad de la oferta de medicamentos basada en criterios sanitarios, el impulso de la investigación y de la induistria nacional del medicamento, y en la reordenación del registro y del precio de los fármacos; y el Insalud apoyará esta política en beneficio de la salud de los españoles, y cuya primera manifestación es una llamada a la responsabilidad de los principales protagonistas que intervienen en el proceso.

Enrique Granda es doctor en Farmacia y jefe del Servicio de Prestaciones Farmacéuticas del Insalud.

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