_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El pacifismo y los misiles

EN CUALQUIER otra época de la historia, los movimientos estratégicos, armamentistas, políticos y diplomáticos de las dos potencias más poderosas del mundo se hubieran calificado claramente de preparativos de guerra. Son preparativos de guerra. Hay incluso observadores que creen, que la guerra ha empezado ya, en parte por delegación en ciertas zonas del mundo, en parte porque los movimientos de armas -menos visibles que los de grandes masas de tropas anteriores- suponen ya unos amagos y una elección de escenario.Las manifestaciones pacifistas del fin de semana equivalen a las que se hicieron a principios de siglo y terminaron con el asesinato del pacifista Jaurés, en París, y a las que se reprodujeron en vísperas de 1939 con Sheppard, Joad, Bertrand Russell. Grandes movimientos que en ningún caso evitaron los conflictos o tuvieron influencia en los poderes. Entonces, como ahora, los pacifistas fueron tachados de servir al enemigo, minando la moral bélica, las unidades nacionales. El pacifismo actual, mostrado estos días de una manera masiva en Alemania Occidental y en el Reino Unido, tiene, como en las vísperas anteriores, una organización de la izquierda, incluso de la izquierda más radical, a la que se suman amplísimos grupos moderados. Además de estas manifestaciones hay una presión continua de la mayoría de la opinión pública sobre sus Gobiernos -en Europa, en Estados Unidos, en Japón- para que se alejen de la guerra. Este origen izquierdista permite el equívoco de que sean identificados con el comunismo y con la Unión Soviética: en los casos anteriores, el pacifismo iba dirigido contra poderes conservadores, y el enemigo, absolutista conservador (él káiser o Hitler). El enemigo actual, la URSS, es también absolutista y conservador, aunque esté revestido de otros símbolos y de otras palabras. La idea general del pacifismo, sin embargo, no ha variado: es claramente la de que no hay que cesar en los intentos de negociación, de busca de otras salidas, que hay que agotar todos los medios antes de llegar a la confrontación armada. La noción de apocalipsis es ahora más fuerte que nunca, y eso hace que el movimiento no sea ya meramente una cuestión del pueblo, algunos intelectuales y algunos eclesiásticos, sino que se acumulen a ella otros grupos de población que tienen demasiado presentes los destrozos de la guerra y que suponen que se van a multiplicar hasta el exterminio.

Es cierto que el enemigo no permite en su interior ningún pacifismo como no sea el oficial -simultaneado con la fabricación y difusión de armas- y que aprueba el pacifismo en el terreno del adversario. Esto produce dos confusiones: una, la de creer que la URSS es más pacifista que Estados Unidos; otra, la ya citada identificación de pacifismo con prosovietismo o con comunismo. Un error de Reagan es el situarse en la parte mala de la discusión: el de que su política de rearme y de denuncia de la URS S parezca un desafío a la paz, una renuncia continua a la negociación. La idea de Reagan es que la URSS goza hoy de una superioridad y de que, por tanto, EE UU tiene que hacer un gran esfuerzo de rearme nuclear; aquí es donde encuentra cada vez mayores dificultades con su propia opinión pública. Sobre el problema de los euromisiles, con su reciente propuesta de solución intermedia, Reagan ha modificado su anterior actitud cerrada en pro de la opción cero. Es posible, aunque difícil, que aparezcan así posibilidades de una negociación seria, a pesar de que las reacciones soviéticas iniciales han sido claramente negativas. Por otro lado, las recientes afirmaciones soviéticas de su voluntad de paz, la oferta a Europa de un pacto de no agresión hecho por el Pacto de Varsovia no son creíbles (son imposibles), como no lo son las de Reagan. Es esta inverosimilitud de los planes de paz, de desarme o de negociación, sumada a la multiplicación de los armamentos y al crecimiento de los conflictos en todas las zonas del Tercer Mundo como escenario deliberado lo que hace creer que estamos en una etapa de preparativos de guerra, y que difícilmente la guerra puede llegar nunca a ser limitada.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_