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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La caída de la peseta y los mercados financieros

A raíz de la crisis económica se ha incrementado considerablemente la cuantía de los recursos transferidos entre los diversos mercados financieros. De hecho, hoy día, los efectos redistribución producidos por los diferenciales de tipos de interés y los descuentos en los cambios de las monedas juegan un papel cada vez más importante en las finanzas mundiales, al provocar la rápida sustitución de unos activos financieros por otros.Actualmente, es evidente el que los efectos redistribución están anulando el libre juego de los efectos riqueza o de capitalización de los valores bursátiles, produciendo un fuerte desplazamiento desde los activos financieros a largo plazo hacia los activos líquidos o cuasilíquidos, reactivando de ese modo la inflación al incrementar la financiación destinada a gastos de consumo y de redistribución. Por otra parte, la elevación subsiguiente de los tipos de interés y la reducción de los niveles de inversión aumentan los riesgos de insolvencia en los mercados financieros. El colofón de este proceso es una fuerte disminución de la capacidad de acumulación del capital debido a la reducción del ahorro interior y al aumento de rentabilidad exigido a las inversiones de capital fijo.

En nuestro país, el hundimiento de los mercados bursátiles ha durado más de ocho años, sin que ese hecho, de por sí preocupante, haya provocado la aparición de medidas encaminadas a remediar una situación que obstaculiza abiertamente el crecimiento de la economía española. Sin inversiones no, hay crecimiento económico capaz de solucionar el problema del paro y, como se va a invertir, si la economía española carece de capacidad de financiación a largo plazo.

Por otra parte, a pesar de la reducción del déficit por cuenta corriente de la Balanza de Pagos, persiste todavía el continuo deslizamiento a la baja de nuestra moneda, proceso que dura ya más de dos años y medio. De hecho, esta situación de creciente deterioro de la relación real de intercambio se debe, al menos en parte, al creciente endeudamiento interior y exterior de nuestra economía. Este endeudamiento alimenta el proceso inflacionario, estableciendo unos diferenciales de inflación crecientes respecto a los países de la CEE y de la OCDE que son nuestros principales clientes y proveedores. De este modo, los sucesivos aumentos del diferencial de tipos de interés entre la peseta y el eurodólar se han visto neutralizados por los crecientes tipos de descuento de la peseta en los mercados a futuros del exterior.

A raíz de la devaluación de diciembre pasado se redujo considerablemente el descuento de la peseta en los mercados de cambios, pero en el mes de enero volvió a situarse a niveles similares a los de noviembre, esto es, por encima de los nueve puntos porcentuales. A la vista de esta situación, resulta conveniente el ir pensando en la oportunidad de establecer en las bolsas españolas mercados a futuros para el tipo de cambio de la peseta, cubriendo de ese modo tanto las operaciones comerciales como las financieras. De lo contrario, el sistema financiero se vería crecientemente amenazado por las presiones especulativas que operan desde el exterior, sin que el Gobierno pueda hacer nada para neutralizarlas o al menos reducirlas.

Títulos monetarios

Otro problema que afecta actualmente la estabilidad de los mercados financieros españoles es el aumento muy rápido de los títulos monetarios endosados por el sistema crediticio al sector privado. En 1982, las letras, los bonos bancarios y los títulos hipotecarios en circulación crecieron de una forma espectacular, incrementando los activos líquidos en manos del público y generando una rápida expansión del crédito y de los depósitos bancarios.

A este respecto, hay que tener en cuenta que los fondos obtenidos mediante estas letras, bonos y títulos hipotecarios no entran en el coeficiente de caja del sistema crediticio, lo que a su vez permite generar una expansión incontrolada de los depósitos bancarios, por endose sucesivo de estos efectos bursátiles en los mercados crediticios. Si en el futuro se quiere evitar presiones inflacionistas adicionales, sería conveniente que se estableciese un coeficiente de efectos bursátiles que incluyera todas las letras, bonos bancarios y títulos hipotecarios emitidos por el sistema crediticio. De lo contrario, nuestro país puede caer en una situación similar a la de numerosas naciones del Tercer Mundo, donde una política financiera irresponsable alimenta altas tasas de inflación y genera la ruina del sistema económico.

Finalmente, durante este último semestre hay que destacar la reducción del saldo de pagarés del Tesoro en manos del sistema crediticio, lo que está contribuyendo a reducir la financiación monetaria del déficit del sector público. Sin embargo, esto es el resultado de los altos tipos de interés de las sucesivas emisiones de pagarés que permiten a la banca obtener una pignoración automática con los títulos de Deuda Pública en los mercados bursátiles.

Íñigo Tornos Zubiría es economista.

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