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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Urgencia en Latinoamérica

FIDEL CASTRO puede venir a Europa: una visita selectiva a los países con regímenes dirigidos por partidos socialistas: España, Francia, Suecia, tal vez Grecia. Ninguno de estos países se distingue por su proclividad hacia el comunismo -aunque Francia tenga ministros-rehenes del PCF- e incluso, para definir bien hasta dónde llega su izquierda, manifiestan más reservas que otros hacia los regímenes comunistas. Pero, al mismo tiempo, esos países, y la misma Internacional Socialista, conducen con energía y decisión una política para Latinoamérica muy seriamente basada en la reconstrucción de democracias progresistas, un Poco a su propia imagen -con las diferencias inevitables en los países donde reina la miseria y donde los odios están acumulados- que las saque de la disputa general Este-Oeste, que está enmascarando la situación, que evite los revolucionarismos disparados y que proscriba las dictaduras militares y oligárquicas. La persuasión de los socialismos europeos sobre Castro -la visita de Solana, tan breve, fue una avanzadilla- parece consistir en consejos de moderar su apoyo a los revolucionarismos para no impedir esa pacificación y no llevar al continente al desastre: la respuesta de Castro parece ser la de que, mientras exista la enorme presión de Estados Unidos y la dureza de Reagan, ni su régimen se podrá ablandar ni las revoluciones cesarán: brotan por sí mismas. Se sabe cuál es el juego, ya que el ejercicio de ideas y presiones tiene otros muchos cauces: Castro vendría a Europa -sería su primera visita- con la ufanía de romper un viejo bloqueo y, por tanto, con una ganancia previa; los países de Gobierno socialista querrían tener la ganancia del mediador, la de aproximación valiente y arriesgada a las nuevas corrientes hispanoamericanas: una especie de restitución o construcción de la imagen europea perdida en la acción (conservadora) de las Malvinas. Sobre todo, señalarían la urgencia del diálogo.La ón en Latinoamérica, sobre todo en la gran zona central, es atroz. Pueden producirse explosiones gravísimas de un momento a otro. Las maniobras conjuntas de Estados Unidos con Honduras, en la frontera con Nicaragua, son una manifestación de Reagan de que está dispuesto a llegar a todo, aun con espanto de una parte considerable de la opinión pública, cualificada o no, de su país. En El Salvador hay un progreso de las guerrillas mientras el régimen se descompone; no se alcanza ninguno de los dos objetivos propuestos por cada uno de los bandos enfrentados: el exterminio de las guerrillas o la derivación hacia un régimen de compromiso. La matanza de periodistas en Perú no es más que un indicio propagado por el mundo entero de una situación de violencia sin límites que no permite la existencia de inocentes. Como la de Guatemala. Hay un tipo de consideraciones que va por otra vía distinta de la meramente ética de los derechos del hombre, o de los regímenes de injusticia y los despotismos: es un estado de guerra civil, cada vez más internacionalizada, que puede convertirse, muy claramente, en guerra abierta. Los intentos de sofocar la situación general por vías militares y policiacas fracasan; las revoluciones crecen y, a su vez, lo hacen las represiones, entrando ya en un ciclo sin salida.

La posibilidad de que Estados Unidos se vea envuelto directamente en la situación -y no sólo por influencias, dinero, armas o consejeros- crece: no es necesario recordar lo que tuvo de catástrofe para la idea general de Occidente la guerra de Vietnam para imaginar cómo podría ser ahora. Estados Unidos perdieron mucho más que una guerra en Vietnam: se quebró su sociedad y se quebró su alianza con Europa, que todavía se resiente de todo ello.

El viaje de Fidel Castro a Europa no va a permitir cambiar Ista situación. Pero si podría ser ocasión de intercambios con gobiernos y fuerzas políticas influyentes del viejo continenete; para buscar cauces de diálogo y de compromiso, para evitar presuntas "soluciones militares" peligrosísimas; para dar lugar incluso a iniciativas europeas que ayudarían a reflexionar a Estados Unidos. El momento es muy grave 31 la responsabilidad de los gobiernos, de todos, muy seria.

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