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Reportaje:

La Trinca, 'traidores' pero menos, sigue siendo profeta en su tierra

El disco en castellano triunfa, aunque levanta polémica en Cataluña

Años atrás, cuando Joan Manuel Serrat decidió componer algunos temas en castellano, ciertos sectores consideraron el gesto casi como un corte de mangas, Después, la irritación pareció menguar, pero, pasado todo este tiempo, los ánimos resurgen mucho más radicalizados. A los componentes de La Trinca, el haber tomado la decisión de interpretar en castellano frente al público castellanohablante, les ha valido el calificativo de traidores. En una carta al director publicada el miércoles 26 de este mes en el diario en catalán Avui, una lectora decía, contestando a otra lectora que en la misma sección había mostrado su indignación por el gesto del grupo: "... tienes que pensar que esto les va a llevar a la penitencia. Nunca he visto que los que hayan traicionado a nuestra lengua hayan acabado con demasiadas recompensas honoríficas".La alusión toca un tema presente en la argumentación de los fiscalizadores de La Trinca: el dinero. Que paralelamente al montaje de Madrid se haya lanzado un disco en castellano demuestra que, no sólo se pretende hablar al público en su idioma, sino también venderle un montón de discos. Carlos San Martín, director de la discográfica, ha reconocido, además, que "esta polémica levantada es, sin duda, más beneficiosa que perjudicial. Sabemos todos que, en términos mercantiles, lo importante no es si se habla bien o mal, sino si se habla". Cabe añadir como detalle que el disco, sin haber salido todavía al mercado, y gracias a unas casetes que se han repartido por las radios, ha conseguido ya que un considerable número de gente acudiera a las tiendas a pedirlo. Tal vez radique aquí uno de los datos más curiosos: ni la misma casa ele discos esperaba que en Cataluña existiera tal demanda. Se ha llegado a decir, incluso, con aire fatalista, que gran parte de la inmigración. tenía su puerta de entrada al catalán en las canciones de La. Trinca y que ahora esto ya se ha acabado. Según Paco Candel, escritor, político y autocalificado de charnego, tal afirmación es "una exageración". "Indudablemente que La Trinca puede ayudar a esta función de integración, como puede ayudar todo lo catalán, pero no hay que res ponsabilizarles a ellos de una labor que siempre corresponderá a la escuela. Y sino, habría que descalificar también a todos los escritores catalanes que se ganan la vida escribiendo artículos en castellano".

La lengua como instrumento

La mayor parte de colegas, escritores y gente del espectáculo defiende al popular conjunto. La escritora Carme Riera afirma que tiene un concepto amplio de la lengua "como instrumento de comprensión entre las personas e intercambio de ideas. Una cosa es la fidelidad a la lengua y otra el hacer traducciones. Yo escribo en catalán, pero seguiré haciendo siempre cuantas traducciones pueda". Jordi Serra i Fabra, escritor y crítico de música, va más lejos, al calificar de instrumentalización del artista toda esta campaña contra los de La Trinca. Raimon, en un artículo publicado en el semanario catalán El Mòn, ha salido en su defensa al decir que, si bien él nunca lo haría, respeta la actitud de sus compañeros.Hay, eso es bien patente, un re celo por parte de todos los recriminadores a no caer en actitudes tiranizantes. Miquel Porter i Moix, jefe del servicio de Cinematografía de la Generalitat, y uno de lo iniciadores del movimiento de la nova cançó, afirma: "Evidentemente, estamos en un país libre, y cada uno puede hacer lo que quiera, pero es también un derecho de la libertad el tener fidelidad". Esta fidelidad, según Claudi Martí -director de Edigsa cuando esta compañía era verdadera trinchera del catalanismo y más tarde director de CBS en Barcelona y, por tanto, conocedor de las dificultades con que el producto catalán se encuentra en Madrid-, tiene unas motivaciones muy concretas: "Es absolutamente válido pensar que el creador catalán sienta la necesidad de manifestarse frente a otras culturas. Creo que es una opción personal que hay que respetar. Sin embargo, también creo que la cuestión de la lengua no está en absoluto resuelta, y que la producción artística en catalán se encuentra con una industria hostil ante la que, sin ser obligada, la fidelidad es, cuando menos, deseable".

Cataluña, en términos demográficos, es un 20% del mercado potencial español, mientras que las industrias catalanas o implantadas en Cataluña necesitan del 80% restante para subsistir. Es obvio, pues, pensar que esa industria ponga su tecnología al servicio del producto que más rentabilidad pueda reportarle. Según el novelista, poeta y periodista Manuel Vázquez Montalbán, "se trata pura y simplemente de una operación de mercado". Para el escritor, la argumentación de que precisamente eso es lo malo, que lo hayan hecho por dinero, no tiene ningún fundamento: "Hasta ahora nadie se había metido con los escritores que habían aceptado las traducciones y, además, de seguir en esta lógica, deberemos abogar por la desaparición de Roca Junyent del mercado político catalán, porque de hecho él va a vender a Madrid, y en castellano, una oferta catalana. Más o menos, viene a ser lo mismo que hacen los de La Trinca".

Instrumentalización ideológica

De cualquier forma, es manifiesto que, haya las razones que haya, estamos frente a una instrumentalización ideológica de unos cantantes. In strumentalización que incluso para el director del diario Avui, Jaume Serrats, no tiene sentido, pues piensa, coincidiento con Candel, que "el pueblo catalán ya tiene actualmente unos canales más normalizados para enseñar su lengua a los que quieran conocerla". Según Serrats, "nuestro país tiene la suficiente historia y personalidad para no verse afectado por la decisión de La Trinca y para, al mismo tiempo, contener casos de todo tipo, como el de La Trinca, el de Raimon, Maria del Mar Bonet o Lluís Llach. Comprendo todas las posturas, pero pienso que no se deben desmesurar, pues el caso de La Trinca no es ningún trauma". Tal vez una de las opiniones más ácidas hasta ahora manifestadas sea la de un oyente de Radio 4, emisora que emite exclusivamente en catalán, quien se preguntó cuál iba a ser la forma en que, a partir de ahora, los de La Trinca iban a interpretar Corasón loco, uno de sus mayores éxitos, y en. el que establecían un irónico paralelismo entre el conflicto que supone tener mujer y amante, y el que supone tener una lengua para casa y otra para fuera. Enric Frigola es el responsable del programa radiofónico que más llamadas ha recibido sobre el tema. Según él, lo más sorprendente es que "no hubo muchas llamadas visceralmente contrarias. Hubo un 50% que lo que realmente no admitía eran las razones que La Trinca daba. Por un lado, que lo de la lengua ya estaba suficientemente normalizado y, por otro, lo del dinero. Todos respetaban su derecho a hacerlo, pero, al mismo tiempo, argüían que lo del catalán no está tan normalizado, porque si hacemos un cómputo de los cantantes catalanes que salen en el circuito estatal de televisión, veremos que existe una discriminación, y también que la necesidad de dinero no es algo que tenga que ver con los de La Trinca". Para Frigola, "es obvio pensar que no hubiera sucedido lo mismo de haberse traducido las letras al francés o al inglés. En este caso se hubiera tratado de una noticia anecdótica. Y es normal que así suceda, porque tampoco es igual la relación catalán-castellano que la catalán-inglés. Hay que valorar el hecho de que durante veinte años la cançó fuera la principal arma de la cultura catalana y que, por ello, a muchos duela que gente tan significada como La Trinca se apunte ahora al bilingüismo". Algunos de los que llamaron al programa opinaron que el resultado iba a ser positivo, pues iba a facilitar la exportación del catalán.

Hay en esta polémica dos maneras de enfocar el punto de mira: mediante un análisis cerebralmente frío puede llegarse a la conclusión de que la actitud de La Trinca no da ni para escribir cuatro líneas y, sin embargo, mediatizándose uno mismo, puede llegarse a sentir que se ha perdido algo propio. En algunos casos, como el de Claudi Martí, la sensación llega a revestir visos de frustración e impotencia: "yo pongo siempre el mismo ejemplo, porque me parece adecuado: ¿cuándo ha necesitado la música brasileña ser traducida para que fuera más exportable?".

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