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Brasil replantea su ambicioso programa nuclear civil, aunque mantiene el militar

El conflicto de las Malvinas echó por tierra las convicciones de los estrategas militares argentinos. Pero no fueron solamente quienes se quedaron atemorizados ante la presencia, por primera vez, de submarinos nucleares en los mares latinoamericanos en una guerra de verdad.

Los militares brasileños se quedaron muy preocupados con la eficiencia demostrada por las fuerzas navales británicas que utilizan propulsión nuclear. Oficiales brasileños comentaban que la Armada argentina se quedó en puerto ante la evidencia de que en mar abierto hubiera acabado en el fondo del océano.Frente a esa nueva realidad militar en el continente, hoy se discute en los dos países -los únicos del continente con planes nucleares ambiciosos- el uso militar de la energía nuclear. Fuentes brasileñas reconocen que el desarrollo nuclear argentino lleva unos diez años de adelanto sobre el brasileño. La crisis económica en que se encuentra Brasil ha hecho que el presidente Joáo Figueiredo no tenga dudas y haya ordenado detener los planes del acuerdo nuclear Brasil República Federal de Alemania (RFA). Se van a revisar no sólo los costes del acuerdo, sino que se va a abrir una discusión nacionál sobre la cuestión con la comunidad científica, como adrnitió en Foz de Iguazú el secretario del Consejo de Seguridad Nacional, general Danilo Venturini.

La Marina brasileña tiene en estudio un proyecto para dotar de propulsión nuclear un portaviones y dos submarinos. Las informaciones que se tienen sobre el asunto indican que los tres navíos podrían ser operacionales a finales de la década de los ochenta. Para los submarinos se utilizaría tecnología alemana; en cuanto al portaviones, no está todavía decidido si sería comprado en el exterior o montado en Brasil.

El Ejército del Aire tiene en ejecución planes de fabricación de misiles de alcance medio que, según informaciones extraoficiales, no se verán afectados por los recortes en los presupuestos. Portavoces diplomáticos de la Embajada de la RFA en Brasilia admiten que la posibilidad de que se empleara militarmente la tecnología vendida a Brasil no les preocupó mucho en 1975, cuando se firmó el tratado, y por el momento no hay dudas sobre las intenciones pacíficas del Gobierno brasileño.

La decisión de paralizar las actuales obras de construcción de centrales nucleares y fábricas de equipos nucleares colocó las relaciones Brasil-RFA en una situación considerada delicada por la cancillería brasileña. Tras Estados Unidos, la RFA es el segundo aliado comercial de Brasil, y existe eI temor de que los problemas nucleares puedan complicar el diálogo político entre Brasilia y Bonn. En el palacio de Itamaratí, sede de la presidencia de la República, se analiza la cuestión destacando que el retraso en la construcción de centrales nucleares es un problema común a muchos países.

Por si no bastara con la irritación alemana y con las preocupaciones militares por un plan considerado como de máxima seguridad nacional -obtención del ciclo completo de dominio de la tecnología nuclear-, el Gobierno brasileño puede tener problemas con los contratos firmados con el consorcio europeo Urenco -compuesto por británicos, holandeses y alemanes-, encargado de proveer a las instalaciones nucleares brasileñas de uranio enriquecido. Para poder cumplir estos contratos, y debido al gigantismo de los propósitos brasileños, Urenco realizó importantes obras de ampliabión en sus instalaciones, que ahora quedan sin utilidad.

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Fuentes diplomáticas han confirmado que la RFA pretendía mandar un emisario de alto nivel este mes para tratar sobre la nueva situación creada. Holanda, país integrante de Urenco, ya ha anunciado para mayo la visita de su primer ministro.

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