Terror frío

.Informe sobre ciegos es un texto antiguo de Ernesto Sábato (1961) sobre uno de los temas más propios e nuestro tiempo: el terror cotidiano. Dicho de otra forma, la paranoia, la angustia por la creencia de que hay un submundo conspiratorio, una trama invisible, una dominación oscura; elevado este sentimiento a lo personal, la creencia de que uno mismo es la víctima designada de esa terrible fuerza.

Como en otros textos adscritos a esta misma sensación, la perversidad literaria, el juego sádico consiste en dejar en suspenso al final si lo descrito es simple locura o realidad horrible. El personaje, digamos, único de este monólogo es un conferenciante que presenta un informe terrible: la sociedad está dominada por los ciegos, amos del mundo, dueños de las tinieblas. Mientras, por la sala se mueve discretamente un personaje -una mujer, una ciega-; al final hay un oscuro y el informante aparece muerto.

Lo inverosímil y lo cotidiano

El monólogo, trabajado por un especialista en esta escenificación de textos no teatrales, José Sanchis Sinisterra (La noche de Molly Bloom ha sido un importante éxito, con la interpretación de Magüi Mira), tiene una excelente tersura literaria, mezcla hábilmente -como es imprescindible- lo inverosímil con lo cotidiano.Manuel Carlos Lillo es el intérprete único (con la colaboración de Marta Serrahima, la ciega del patio de butacas, que no habla), dice su texto con la naturalidad requerida, dosifica sus tics con la gradación suficiente como para que no se sepa si es locura o miedo real y maneja oportunamente el pequeflo mundo de objetos y papeles que la dramaturgia de Sanchís Sinisterra ha dispuesto para mover la acción.

El acto es breve, y la medida, la moderación, la sutileza previstas, funcionan quizá tan perfectamente, tan honestamente (huyendo del truco, del melodrama, del exceso de teatralidad), que el clima o el ambiente sólo se producen de una manera parcial. Probablemente, en esta obra hay más frialdad que la precisa.