El Ateneo de Madrid, centro de controversia
La dolorosa recuperación de una influyente institución cultural
Miembros de la junta gestora se personaron el viernes en los despachos directivos del Ateneo para reclamar el traspaso de poderes, pero al no encontrarse en ellos ni el presidente ni ninguno de los vocales de la junta de Gobierno, comunicaron por teléfono a uno de estos directivos que volverían el lunes pararalizar el traspaso. La junta gestora se negó a negociar con la vocal de la junta oficial de Gobierno, Mabel Pérez Serrano, que actuó de intermediaria entre las dos partes del conflicto, ningún tema que no fuera el traspaso de poderes.La división creada en el Ateneo de Madrid ha sido planteada por las dos partes en litigio al ministro de Cultura, quien ha afirmado que antes de tomar cualquier decisión encargará los informes jurídicos precisos para adoptar una salida. Los miembros de la actual junta de Gobierno, que preside Chueca Goitia, mantienen que esta junta gestora es ilegal.Con la constitución de una junta gestora paralela a la junta oficial -pero que representa a los socios más cualificados y habituales llega a su punto álgido la crisis de gestión que se abrió con las elecciones celebradas hace un año. Esta crisis de gestión puede corresponderse también a dos diferentes modos de entender el sentido del Ateneo y, en definitiva, la misma cultura.
Polarización de la cultura
El Ateneo de Madrid polarizó durante la segunda mitad del siglo XIX y los primeros treinta años de este siglo algunos de los aspectos más fundamentales de la vida cultural de este país. Los casi cincuenta años de. posterior incautación franquista arrasaron la posibilidad de un nuevo movimiento regeneracionista. Ahora, en el intento serio de recuperación cultural y administrativa que se inció hace un año, no se han puesto de acuerdo las dos tendencias más combativas o que mayor intereses muestran en esta institución.Oficialistas y liberales de antiguo cuño -actualmente instalados en la junta directiva- y liberales de nuevo cuño, gente comprometida con ideologías de izquierda, utopistas, ácratas y jovenes estudiantes -inquilinos diarios de las instalaciones del Ateneo- no han encontrado un punto de convergencia a la hora de establecer los medios que posibiliten la recuperación real del mismo.
La existencia de una junta de Gobierno -emanada de unas elecciones generales convocadas por primera vez después de casi cincuenta años, marcadas por la abstención de un 77% de los socios y sobre las que llovieron denuncias de "pucherazo"- y la formación paralela de una junta gestora derivada de una decisión de la asamblea de los socios, son prueba más que suficiente de que no se han puesto de acuerdo las dos tendencias más fuertes. La oficialista concibe de una forma rígida la organización del Ateneo (pretendería gestionar esta institución como una sociedad anónima mercantil) mientras la autogestionaria es partidaria de una gestión abierta, directa y transparente en todo momento.
Los primeros, presididos por Fernando Chueca Goitia (a quien acompañan como vocales Justino de Azcárate, Francisco Yridurain José Gerardo Manrique de Lara, Julián Marías, Mabel Pérez Serrano, Paulino Garagorri, Julio Pascual, Antonio Manuel Campoy, Miguel Martínez Cuadrado y José Alcalá Zamora), no han sido capaces de conectar con el colectivo de ateneístas asiduos -urvos trescientos de entre los 5.000 socios con que cuenta esta institución. Los segundos -aglutinados en torno al ateneísta más antiguo, Julio Luelmo, abogado del Estado, y a los ateneístas asiduos, muchos de ellos también abogados, Eugenio Sabaté, Rodolfo Vázquez, Eloy Terrón, Amadeo Alaez, Santiago Garma y Marcial Mateosse proponen a través de esta comisión gestora, elegida espontáneamente en asamblea abierta, conectar el Ateneo con la tradición que tuvo hasta 1936 y adaptar a las actuales circunstancias el reglamento vigente hasta entonces.
Acusaciones
El grupo de Chueca Goitia ha sido reiteradamente acusado por la otra facción de haber manipulado descaradamente las primeras elecciones, para las que "previamente Chueca habría inflado considerablemente la nómina de socios del Ateneo con funcionarios y amigos que nada tenían que ver con el Ateneo, pero que se acercarían a votar".Estas y otras acusaciones verbales y por escrito formuladas contra Chueca no han prosperado sin embargo hasta ahora en la vía administrativa y judicial.
No hay que olvidar que Fernando Chueca estaba al frente de la comisión gestora del Ateneo, a la que encargó en 1980 el entonces ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva, la transición de la plena autonomía.
Los denominados críticos también han denunciado intentos de llevar una gestión de espaldas a los socios, "a los que pretendió imponerles un reglamento y formar otra sociedad que sustituyera a la actual asociación del Ateneo". Durante todas las asambleas han mantenido una actitud crítica que se ha materializado en presentaciones de votos de censura, peticiones de expulsión para los vocales e incluso en diatribas verbales contra la junta de gobierno.
Por su parte, los miembros de la actual junta de Gobierno acusan al sector crítico de estar integrado por comunistas y otras personas con claro matiz político, por turbas tumultuarias y, en general, por gente de la política y no de la cultura. Aducen también que en la autodenominada comisión gestora figuran tres miembros -Eloy Terrón, Santiago Garma y Rodolfo Vázquez- que ya estuvieron en la, candidatura de Ruiz Giménez que iba a competir con la de Chueca Goitia en las elecciones y que se retiró de la contienda electoral unos días antes de las mismas.En la base de estas luchas por encontrar una salida a la etapa de recuperación está el patrimonio de esta casa -un edificio al que se le ha incoado expediente de declaración de monumento histórico-artístico- una biblioteca que es la segunda en importancia después de la Nacional, y otra serie de bienes materiales que, según los antiguos estatutos, en caso de disolución de la sociedad deberán ser repartidos entre los socios.
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