Martirio y comedia de Genet y Víctor García
Niño perdido y hallado en la cárcel, Genet impresionó profundamente a París con su primer estreno, Las criadas: fue un desastre. Louis Jouvet dirigió la obra en el Athenée de París (19 de abril, 1947), hecho al teatro dulce y metafórico de Giraudoux, y el público se sublevó. No se sublevó en España cuando, en 1969, la'montó Víctor García, de una forma mucho más audaz que Jouvet (Nuria Espert y Julieta Serrano en los papeles de Clairey de Solange, las perversas hermanas incestuosas) porque el público entonces se cuidaba bastante de mostrar su desagrado por lo que sospechaba que era cultural. Más bien se desorientó.Pero la clase intelectual española acogió -justamente- a Genet como un verdadero creador de novedad en el teatro, y como el personaje sufriente y desolado que había descrito Sartre en un ensayo histórico (Saint Genet, comedien et martyre, 1952). Y quizá tanto como Genet impresionó el montaje de Víctor García: un Genet sin suerte, sin resistencia, sin defensas. Jean Genet, niño abandonado por sus padres (nació en 1910), "ladrón, homosexual y delator", encarcelado desde la infancia, delincuente en toda Europa, fue a lo más bajo de la vida.
Comenzó a escribir en la cárcel: novelas. Y fue el ensayo de Sartre el que le inclinó hacia el teatro. Provocó odios y amores: sin término medio. Cuando Sartre y Cocteau pidieron su indulto, se negaron a firmar Aragón, Eluard, Camus. Quizá por política (Genet fue más allá de la acracia), quizá, decía él, por puritanismo. Víctor García fue un Genet sin delincuencia, pero también tocó fondo.
La repetición de su montaje que hace ahora Nuria Espert (otra vez con Julieta Serrano) tiene un carácter de homenaje a este director extraordinario y hombre desgraciado. "Sabía que Víctor era una especie de gran maestro de ceremonia negra", contaba Nuria después del estreno (Primer acto, número 115), "en el primer ensayo me di cuenta de que todo iba a marchar estupendamente, porque aunque me pedía cosas que yo nunca había hecho, comprendí que ese era el camino que yo ignoraba para llegar a obtener ciertos resultados. Le seguí con mucha fe, cosa que no tengo habitualmente por nada, pero que él me pidió antes de ensayar y le otorgué sin arbitrariedad ninguna, en función de la impresión que me produjo".
Genet no empezó a ser reconocido en el teatro hasta el estreno de Les négres. Todo lo que tuvo de escándalo Las criadas lo tuvo esta nueva obra de acontecimiento; de giro en la historia del teatro de vanguardia. Quizá entonces Genet comenzó a creer -y a decir- que no estaba satisfecho de Las criadas, que le parecía "una obra sin riesgo y sin aventura", y que su única interpretación posible debía estar hecha por travestidos: lo hizo así el Living, se hizo en Madrid y se demostró que era mejor hecha por mujeres. A pesar de la opinión de Genet, Las criadas sigue siendo una clave en su obra y en el teatro contemporáneo.
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