En España falta una legislación que regule los experimentos con animales de laboratorio
Recientemente se ha celebrado en Madrid el I Congreso Nacional sobre Experimentación Animal, en el que, entre otras cosas, se ha puesto de manifiesto la ausencia en nuestro país de una normativa similar a la que, en la mayoría de los países europeos, regula la investigación con animales de laboratorio. Esta laguna legislativa afecta tanto a la calidad de los animales utilizados como a la cualificación del personal que realiza los experimentos y podría llegar a cuestionar la propia fiabilidad de los resultados obtenidos en este tipo de investigaciones.
El congreso, que tuvo lugar en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, fue organizado por la Sociedad Española de Experimentación Animal (SEEA) y contó con la participación, por primera vez en España, del International Council Laboratory Animal Science-(ICLAS), máxima organización internacional en la investigación con animales de laboratorio. La presencia del ICLAS y de numerosos investigadores extranjeros llevó a primer plano la necesidad de una legislación que regule la experimentación con animales en nuestro país. Esta legislación, vigente en la mayoría de los países desarrollados, se refiere tanto a los métodos de observación, características de las especies y cepas sobre las que se debe realizar cada prueba, condiciones que deben cumplir los animalarios, normas de transporte, etcétera, como a la especialización del personal que trabaja en este tipo de ensayos.Según el doctor García Partida, presidente de la SEEA: "La situación de este campo experimental es muy deficiente en nuestro país. La mayoría de los animales de laboratorio, o son importados, lo cual supone un notable desembolso de divisas, o no tiene una calidad y una normalización a nivel internacional. En España se ha utilizado el ratón semi-de-cloaca y se siguen utilizando gatos y perros que se recogen en la calle. Esto, comparado con animales de los que se conocen sus antecedentes y se puede hacer una valoración de su flora intestinal, su constitución hormonal, etcétera, pone bastante en evidencia la poca calidad de ese reactivo vivo que estamos utilizando en nuestro país. No existe una legislación referente al animal para investigar, ni al investigador que utiliza ese animal, y esto puede llegar a afectar a la calidad de los resultados. Si España entrara en el Mercado Común, nuestros productos no serían refrendados por la CEE, porque las condiciones en que se desarrollan nuestras investigaciones no sería homologables por aquellos países.
La calidad y el número de los animales de laboratorio empleados se considera, oficialmente, uno de los indicadores básicos del desarrollo de la investigación en un país. Actualmente, en España, se están utilizando alrededor de cinco millones de animales al año, importados en un 80%, especialmente de Francia.
Una fuerte dependencia exterior
La mayoría de los países industrializados dispone de sus propios centros de animales de experimentación, además de los que existe en los grandes laboratorios farmacéuticos, alguno de los cuales llega a producir hasta 35 millones de ratones al año. En el caso de España, la producción es muy reducida y se limita a algunos pequeños laboratorios. Esto no sólo obliga a la importación masiva de ejemplares, sino también, a menudo, a que los protocolos de investigación de algunos productos se desarrollen fuera del país. Ante esta situación de dependencia, algunos investigadores españoles han propugnado la creación de un Centro Nacional de Animales de Experimentación, propuesta que fue defendida en el reciente congreso celebrado en Madrid.
Otra de las propuestas que s hicieron fue la de crear un centro para el cuidado y reproducción de primates que podría estar emplazado en Almería. Actualmente, los primates para investigación están sometidos a un auténtico mercado negro internacional, originado por las restricciones impuestas por al gunos países para su captura. Muchos de los monos que se están empleando en los laboratorios de todo el mundo son ejemplares de contrabando.
La cualificación del personal que realiza los experimentos está sujeta a normativa en muchos países, entre ellos los del área comunitaria, que, en algunos casos, tienen programas de formación específica en este campo de la investigación. La preparación del investigador va dirigida en dos sentidos: por una parte, garantizar al máximo los resultados obtenidos en cada prueba, y por otra, humanizar en lo posible una práctica muy atacada por las asociaciones protectoras de animales.
La batalla de los proteccionistas
En países como Francia y Reino Unido, la presión de los movimientos proteccionistas ha generado importantes polémicas en torno a los animales de experimentación y ha ganado algunas batallas en este campo. En el Reino Unido se ha limitado el uso de las pruebas con animales y no se autorizan para la investigación de cosméticos femeninos y otros productos considerados de poca entidad. En Francia ha habido numerosos encuentros de investigadores para tratar de estudiar las posibles alternativas al uso de animales. De momento, los cultivos in vitro se presentan como un posible sustituto en casos reducidos, como, por ejemplo, el estudio de las materias plásticas que se utilizan en implantaciones oculares. Por otra parte, el empleo de los ordenadores permitirá una mayor precisión.
"Actualmente", comenta el doctor García Partida, "los organismos internacionales están tratando, por todos los medios, de favorecer la reducción del número de animales sacrificados. Entre los investigadores existe una mentalidad proteccionista, pero es que, además, el animal de experimentación es un reactivo caro y necesita unas técnicas complejas y costosas, que suponen una carga para la economía de cualquier país. En un principio se creyó que todo el programa de cultivo de tejidos iba a facilitar en gran medida la reducción de las pruebas con animales. Para una serie de problemas básicos, este tipo de ensayos ha servido, pero no se pueden comparar los resultados. Una célula o un cultivo de tejido permite una valoración concreta, pero, ¿cómo res ponde un organismo vivo, plurifuncional, con la complejidad de un animal superior?; esto es imposible de extrapolar.
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