La Diputación de Salamanca encarga la realización del mausoleo del Gran Duque de Alba
La Diputación Provincial de Salamanca ha encargado la realización del mausoleo del Gran Duque de Alba, Fernando Alvarez de Toledo y Pimentel, cuyos restos descansan en una caja en el panteón de teólogos del convento salmantino de San Esteban. El actual duque de Alba, Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, estima que la Casa de Alba no considera que deba ser la que protagonice la iniciativa de erigir el enterramiento y sí se suma, por supuesto, a las propuestas de la ciudad para honrar la me moría de esta figura histórica, que es, dijo Jesús Aguirre, un personaje que ha contribuido a las señas de identidad del pueblo español y en especial del salmantino.Jesús Aguirre, decimoctavo duque de Alba, clausuró en Salamanca el homenaje ofrecido por la Caja de Ahorros de Salamanca en el cuarto centenario de la muerte de Fernando Alvarez de Toledo Los conferenciantes, Francisco Martín Hernández, catedrático de Historia; Eugenio de Bustos, catedrático de Literatura, y el propio Jesús Aguirre, trataron de recuperar desde sus respectivos puntos de vista la figura del Gran Duque y las concepciones de su época.
"Su historia y recuerdo han sido", según el último representante de la Casa de Alba, "víctimas del maniqueísmo de la memoria nacional y extranjera", y "cayó en el foso más negro de la leyenda negra".
"Las biografías del Gran Duque están llenas de manquedades y son difícilmente compatibles con su vida real", continuó Jesús Aguirre, quien reconoció, no obstante, "el costado guerrero" del tercer duque de Alba. Sin embargo, el conferenciante advirtió que no conviene confundir el sentido de la guerra como defensa de la patria en el siglo XVII, y de hoy, cuando la guerra es un peligro para la estabilidad del universo. Por ello, Aguirre se refirió en su intervención sobre las relaciones humanísticas del gran duque a los vínculos que unieron a la casa de Alba con personas como fray Luis de Granada, Gracián, Luis Vives, santa Teresa, Tiziano, Cristóbal de Villalón y el mismo Garcilaso, que están reflejados en sus respectivas obras. El duque deseó "un pronto renacimiento salmantino" a un epitafio escrito por Lope de Vega a Fernando Alvarez de Toledo, instando quizá a recuperarlo para el enterramiento definitivo hoy en fase de realización.
Fernando Alvarez de Toledo y Pimentel murió en Lisboa el 11 de diciembre de 1582 a los 74 años, reflejando en su testamento su deseo de reposar en la iglesia de San Esteban de Salamanca, una de las fundaciones de la casa de Alba. Su primer enterramiento, sin embargo, se realizó en las tierras de san Leonardo, junto a Alba de Tormes. En 1619, según el relato de Jesús Aguirre, su nieto decide su traslado al convento salmantino, que se produce en medio de un cortejo de cientos de nobles clérigos y personalidades.
Casi tres siglos después, en 1895, la decimosexta duquesa, Rosario Falcó, procedió a levantar un mausoleo encargado al marqués de Cubas. Los padres dominicos, hace una decena de años, realizaron obras en el templo, y los restos del gran duque de Alba fueron colocados en una caja en el panteón de teólogos. El que fuera en su momento el terror de los Países Bajos y Europa descansará, antes del mes de marzo, en un mausoleo proyectado hace años por Chueca Goitia, que conserva la casa de Alba, y que será realizado por un artesano salmantino.
El duque de Alba señaló ayer que la iniciativa salmantina de honrar la memoria del Gran Duque contribuye a ahondar aún más en la personalidad de Fernando Alvarez de Toledo, oculta tras leyendas, oscurecido durante años para la historia a pesar de la intensa actividad intelectual y cultural que desarrolló en su tiempo.
Babelia
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