Alfonso Camín, uno de los últimos poetas bohemios, fue enterrado ayer en Gijón

Alfonso Camín fue enterrado ayer en Porceyo, pueblo dependiente de Gijón, con asistencia de autoridades regionales y amigos del poeta, fallecido en la mañana del domingo, justamente cuando cumplía 92 años y cuatro meses. La muerte del prolífico poeta modernista y antillano, que ha desarrollado una vida bohemia entre Asturias, Cuba, México y Madrid, ha producido diversas reacciones en los medios culturales.Manuel Campa, periodista y catedrático de filosofia, publicó ayer un artículo en Hoja del Lunes de Oviedo en el que afirma que "el reciente régimen autonómico y la Diputación, ya integrada en la comunidad autónoma, honraron a nuestro primer vate, aliviándole los problemas económicos y endulzándole sus últimos días.

Cuando, el pasado año, la Fundación del Principado de Asturias trajo al viejo poeta a presencia del Rey, Camín sintió la emoción de ver, al fin, reconocida su larga devoción poética por Asturias".

Camín es para Campa "el primer poeta asturiano por escalafón y mérito", que además ha querido sobrevivirse a sí mismo unos años "esperando que, al fin, las instituciones asturianas honraran al poeta de Asturias".

Alfonso Camín nació en Roces (Gijón) el 12 de agosto de 1890. A los 91 años, intensamente vividos en una aventura constante como escritor, poeta y periodista, recibió, al fin, el año pasado, el homenaje de Asturias, que él esperaba desde 1967, año en que regresó definitivamente a España con la esperanza de vender con facilidad su ingente obra.

En 1905 Camín emigró a La Habana, donde trabajó, al principio, como empleado de una tienda de tejidos. Diez años después pasó a dirigir la revista Apolo, dedicada exclusivamente a la poesía.

De regreso a Madrid padeció todo tipo de privaciones y calamidades mientras publicaba algún poema en la revista La Esfera y el periódico El Liberal. Después de protagonizar singulares peripecias en México y Cuba, vino a vivir a Porceyo donde fue cuidado hasta el último día con dedicación y cariño ejemplares por su esposa, Rosario Armesto.

Su historia esotérica de Asturías De Estrabón al rey Pelayo es considerada por algunos críticos como un precedente de la Historia mágica de España, del escritor Fernando Sánchez Dragó. Bernardo Fernández, escritor, considera a Camín "un poeta épico, extraño, en ocasiones excesivamente fácil en la rima, hasta el extremo de haber sido calificado a veces de ripioso. Pese a ello, algunos de sus poemas épicos relacionados con Asturias son muy hermosos".

Por su parte, Antonio Masip, consejero regional de Cultura del Gobierno autonómico, estima que Camín es de los mejores poetas y literatos asturianos en general. "Su libro El valle negro me impresionó hace años, cuando lo leí, por su aportación histórica y social en un momento convulsivo de la historia de Asturias".

Manuel Campa subraya que mientras Asturias sólo tuvo instituciones políticas floráneas, Camín vivió olvidado y hubo de esperar al nacimiento de las instituciones autonómicas para sentir la emoción de ver reconocida su larga devoción poética por Asturias.

En los últimos años vivía recluido en su casa de Porceyo, hasta que su figura volvió a aparecer en público envuelta en su capa negra y apoyada en un bastón cuando acudió a saludar a los Reyes de España con motivo de su visita a Oviedo, en 1981.