Líber Seregni: el preso de la quinta planta
Ese mismo día, un aluvión de cartas, telegramas y paquetes procedentes de todo el mundo inunda las oficinas de la Cárcel Central de la capital uruguaya. Miles de mensajes dirigidos a Líber Seregni, preso de la dictadura militar, testimonian así el recuerdo inquebrantable y la solidaridad internacional con el llamado general sin miedo.Sólo treinta de esas cartas llegarán a manos del recluso.
Tras siete años de cárcel, el preso de la quinta planta sigue siendo el hombre afable y tranquilo que fue siempre. Persiste en su físico ese sello característico que lo delata como militar: cierto aire de sobriedad, de autodisciplina. Su mirada y sus maneras no poseen, sin embargo, ni la dureza ni la rigidez tradicional de los hombres de armas. Seregni tiene los ojos bondadosos y un gesto de ternura que parece haber alimentado con delicadeza en su largo encierro. Pero a pesar de su situación y de su aspecto de hombre inocente, el detenido es, efectivamente" un militar uruguayo. Un militar de brillante carrera, expulsado del Ejército, torturado y encarcelado por sus propios compañeros, que el pueblo de Uruguay ha convertido en símbolo de su historia presente y en bandera de sus luchas.
En él convergen a diario odios y esperanzas, castigos y homenajes. Es posiblemente el único general de América Latina al que los trabajadores respetan y sienten como suyo. Y quizá también el único que, aislado, sin una sola palabra o promesa, con las únicas armas del coraje y la templanza, está sabiendo transformar su primera batalla perdida en una futura, quizá no lejana, victoria.
Fin de la democracia y primer arresto
Líber Seregni, presidente del Frente Amplio, es detenido por primera vez el 9 de julio de 1973. Ese mismo día, apenas unas horas antes de su arresto, acaba de tener lugar en el centro de Montevideo una manifestación pacífica contra la dictadura, convocada por la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) y apoyada por el Partido Nacional y el Frente Amplio. La situación política en Uruguay es cada vez más tensa, y todo parece indicar que se ha llegado a la liquidación formal de la democracia. El 27 de junio, el poder ejecutivo, en unión de las fuerzas armadas, ha disuelto la Cámara de Diputados y el Senado, estableciendo la censura de Prensa y la suspensión del derecho de reunión. El 4 de julio, Juan María Bordaberry, presidente de la República, pone fuera de la ley a la Convención Nacional de Trabajadores, y la oficina de Prensa de las Fuerzas Conjuntas solicita la captura de 52 dirigentes sindicales. La CNT contraataca declarando la huelga general y la ocupación de los lugares de trabajo. Al día síguiente, el Frente Amplio y el Partido Nacional firman un acuerdo político que ofrece una salida democrática contenida en seii puntos, incluyendo el cese de Bordaberry, un compromiso mínimo de programa económico y la instalación de una Asamblea Constituyente y Legislativa. La huelga general sigue en pie. Seregni rehúsa el ofrecimiento de asilo que le hace llegar en esos días la Embajada de México.
Una vez detenido, el presidente del Frente Amplio permanecerá siete meses bajo el régimen de "medidas prontas de seguridad". Se le mantiene incomunicado y en muy duras condiciones de reclusión a merced del Comando del Ejército.
Vejaciones
En su obra El color que el infierno nos escondiera, el escritor y abogado Martínez Moreno describe algunas de las vejaciones sufridas por Seregni: "Aún colgado, yo jamás podría haberme imaginado que al general estuvieran ocurriéndole cosas parecidas. Hoy sé que, efectivamente, no lo colgaron, pero que le hicieron cumplir un largo plantón y que le golpeaban la espalda a trompadas a fin de que la mantuviese erguida, y que más de una vez un soldado le dio patadas en los tobillos, hasta ponérseles edematosos, a efectos de que abriera -en el grado de lo que el soldado juzgase correcto- el ángulo de las piernas en el plantón. ¡A un general! Cuando tuvo sed, después de dos o tres días de verano sin una gota de líquido, le sirvieron un vaso de agua caliente y se lo dejaron en el suelo (donde él no lo tomó); y cuando tuvo hambre le dejaron un ensopado de carne en un plato puesto en tierra, sin tenedor, ni cuchara, ni cuchillo (de donde tampoco lo ingirió). Y sé que después, mientras le tomaban declaración, le pusieron un gran radiador eléctrico encendido casi contra la piel, con la intención de quemársela.. ;".
El 11 de febrero de 1974, un juez militar de instrucción lo procesará por el delito de "encubrimiento de atentado a la Constitución", procesamiento que después se ampliará a otros supuestos delitos. Se le levanta la incomunicación y es autorizado a recibir, por primera vez, asistencia de sus abogados. Dos de. ellos, el ya citado Carlos Martínez Moreno y José Korzeniak, se verán obligados poco tiempo después a exiliarse a México por su vinculación legal con Seregni.
El delito principal que se le imputa entonces es el de haberse entrevistado, en vísperas de las elecciones de 1971, con dirigentes del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros). La acusación se fundamenta en declaraciones obtenidas, presuntamente bajo tortura, de cuatro dirigentes tupamaros, prisioneros en unidades militares.
Contra la violencia
La entrevista no es reconocida por Seregni, del que, por otra parte, es conocido su categórico rechazo a los métodos violentos. Pese a la imprecisión de las declaraciones, a la insuficiencia de las ampliaciones recabadas por el juez, a que nunca se sometió a los testigos a interrogatorios de la defensa ni a un careo con el acusado, el juez y el fiscal admitirán la validez de esos testimonios y acusarán a Seregni de encubrimiento.
Otros cargos esgrimidos contra el líder frentista serán el de asonada, por la convocatoria y participación en una manifestación pública pacífica, el de irrespetuosidad, basado en discursos electorales en los que Seregni censurara la actitud inconstitucional del entonces presidente de la República, y el de incitacion a desobedecer las leyes y usurpación de funciones públicas, porque, en su calidad de líder del Frente Amplio, Seregni ha incitado a sus seguidores a efectuar tareas de limpieza en las ciudades, controlar los abastecimientos y denunciar el agio y las violaciones de precios en los mercados durante la huelga general.
Triunfan los reaccionarios
Paralelamente a la instrucción de este sumario, deberá enfrentar la formación de un tribunal especial de honor del Ejército, que en abril de 1974 le degrada en su condición de oficial general de las fuerzas armadas. El 24 de ese mes, Seregni es pasado a situación de reforma.
El litigio de las fuerzas armadas uruguayas con Seregni se salda así, de momento, con el triunfo de los sectores reaccionarios. Han sido casi tres años de recelos, de progresiva marginación. O quizá todo arranca desde mucho antes desde aquel 1968, año en el que Seregni está al frente de la Región Militar nº 1, Montevideo.
A él le incumbe entonces hacer le cargo de las acciones represivas que, en contra del movimiento sindical y estudiantil y en medio de una explosiva situación social y política, la policía viene exigiendo al Ejército. En desacuerdo con estos métodos, Seregni decide solicitar su retiro. El golpe de Estado depende sólo de la decisión de Seregni. Pero la idea no se corresponde ni con su estilo castrense ni con su pensamiento ideológico. Solicita audiencia con el presidente de la República, Jorge Pacheco Areco, y en ella, junto al anuncio de su anticipado retiro, le expone su análisis de la situación nacional.
Tras la entrevista presidencial y al regresar a su hogar, el militar encontrará el testimonio de respeto que su acción despierta entre sus subordinados: un ramo de flores rubricado con la dedicatoria "Al maestro en la última lección que nos ha dado. Jefes y oficiales de la Región nº 1".
Con posterioridad, y en un claro intento de alejarlo del país, el Gobierno de Pacheco Areco le ofrece la presidencia de la delegación militar en la Junta Interamericana de Defensa, en Washington, que rechaza, y el cargo de embajador en España, que también rehúsa.
En 1971, en la comida anual de su promoción y cuando Seregni es ya candidato a la presidencia por el Frente Amplio -en el que participa el partido comunista-, sus compañeros le exigen airadamente una clara definición política: ¿Eres o no comunista?, le preguntan. El que no lo sea no es suficiente para que, a partir de este momento, amigos y antiguos subordinados comiencen a abandonarlo. Sus valores intelectuales y profesionales ya no despiertan el respeto de años atrás. Ahora, por el contrario, todo en Seregni resulta sospechoso: su concepto del honor militar, su prestigio, su honestidad, sus nuevas amistades. Pronto se llegará al rechazo total e incluso al odio. Para muchos, la expulsión del Ejército del general más joven y brillante de su generación constítuirá una auténtica catarsis liberadora. Las flores de 1968 se han marchitado para siempre y la lección de entonces habrá resultado inúltil. En pocos años, la mayoría de los firmantes del envío estarán directamente involucrados en la rerpresión que diezmará al país. El 2 de noviembre de 1974, tras dieciséis meses de detención y varias denegaciones, se consigue la excarcelación de Líber Seregni, quedando en libertad provisional bajo caución real.
Liberado, Seregni desarrollará normalmente su vida en su domicilio del bulevar Artigas. De cuando en cuando viaja a su casa de Punta del Este, no sin antes cumplir con los requisitos a que está obligado: para trasladarse de un domicilio a otro precisa el visto bueno de las autoridades. Sus desplazamientos son estrechamente vigilados, al igual que el exterior de su casa de Punta del Este. Se registra el nombre y la documentación de todas las visitas que recibe y se impide la entrada de cualquier persona después de las once de la noche.
Autorización denegada
Ar principios de octubre de 1975, recibe una invitación especial para concurrir a un coloquio que se realiza en México sobre el tema "América Latina y Estados Unidos: presente y futuro de sus relaciones económicas y políticas". Asumiendo el compromiso de regresar al país una vez finafizado el coloquio, Seregni solicita al juez militar la autorización para salir al extranjero, pero ésta le es denegada. A finales de 1975, la presión de la dictadura sobre él se intensifica y vuelve a ser interrogado por el juez militar de instrucción en relación con. nuevos hechos.
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