Ronald Reagan fortalecerá militarmente a los regímenes más anticomunistas de Centroamérica
Negativa a todo arreglo pacífico con la subversión y envío de nuevas armas para combatirla son las dos secuelas del reciente viaje de Ronald Reagan a Centroamérica. El presidente estadounidense retoma así su vieja tesis de que es amigo de todo aquel que lucha contra el comunismo, sin que importen los métodos.
Sólo esto explica que Reagan se declarase impresionado por la voluntad democrática del dictador guatemalteco de turno, general Efraín Ríos Montt, y hablase incluso de mejoras en el respeto a los derechos humanos en este país, cuyo Gobierno era condenado casi al mismo tiempo por enésima vez en el comité ad hoc de las Naciones Unidas.
El informe de la ONU menciona que la represión en Guatemala tiene "las características de un proyecto de genocidio gubernamental". Como hechos recientes cita la destrucción de un centenar de aldeas, el régimen de hambre impuesto por el Ejército a miles de indígenas, el establecimiento de campos de concentración bajo un régimen de terror y la existencia de un millón de desplazados internos y medio millón de refugiados en el exterior. "
La versión oficial de la entrevista entre Reagan y Ríos Montt negó que éste hubiera presentado ningún pedido de armas, pero el propio dictador se encargó de desmentirlo en su charla de los domingos a la nación. Dijo que había solicitado al presidente norteamericano que le enviase aunque fuera fusiles de desecho para combatir el comunismo.
El breve periplo centroamericano de Reagan, que le permitió entrevistarse con los presidentes de Costa, Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala, ha resucitado, por otra parte, la eventual alianza militar de estos tres últimos países para luchar contra las guerrillas y eventualmente contra Nicaragua, que en los análisis del departamento de Estado ha pasado a considerarse un país tan comunista como Cuba.
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