Las empresas del sector textil algodonero han registrado las mayores pérdidas económicas
Las fábricas del sector textil algodonero fueron las más afectadas por las riadas de ayer en Cataluña. Situadas en las cuencas de los principales ríos, para aprovechar su potencial hidroeléctrico, algunas de ellas se vieron completamente inundadas. La cuenca del Llobregat fue la que recibió el mayor impacto, especialmente al sur de la presa de La Baells, que se manifestó inútil en la contención de la avalancha, especialmente a partir de las dos de la madrugada. Los telares de algunas empresas centenarias quedaron casi completamente sepultados bajo el agua. Directivos y trabajadores de todas las industrias reaccionaron automáticamente. Se presentaron en sus puestos e iniciaron las tareas de desescombro y de petróleo de maquinaria. Los perjuicios económicos de la catástrofe, que empezaron a evaluarse ayer mismo, son muy cuantiosos.
El sector textil, arracimado en torno a las cuencas de los ríos Llobregat, Ter, Ripoll y Cardoner ha sido el más afectado por las enormes riadas de la madrugada pasada. Las empresas de la cuenca del Llobregat han sido las más perjudicadas, a causa de la avenida, que el embalse de La Baells -diseñado por el mismo equipo que la presa valenciana de Tous- no pudo contener, por estar prácticamente lleno.La avalancha de agua fue impresionante. Un empresario del sector, cuya fábrica está instalada en Puigreig desde 1870, manifestó que "desde hace 110 años no se había visto cosa parecida. Jamás el nivel del río había llegado siquiera a humedecer el suelo de las naves de telares". Todas las empresas del sector textil algodonero resultaron en mayor o menor grado afectadas por la catástrofe, destacando, entre otras, Hijos de Teodoro Prat, Comercial Viladomiu, Textil Colonia del Rosal, Industrias Burés, Manufacturas Viladomiu, Hilados y Tejidos Fusté, Manufacturas Pons y, sobre todo, Hilaturas Forcada y Manufacturas Serra Feliu, las más próximas al cauce del alto Llobregat. En otras cuencas, como la del Ter, hubo también daños en empresas de Ripoll como José Botey, Hilados Ficena y Fahial, aunque en una primera estimación se reputaban, en general, como menos generalizados. En las del alto Ter y el Cardoner, las comunicaciones telefónicas resultaban imposibles. En el Baix Llobregat, la inundación afectó a los importantes campos de cultivo hortícola de la comarca, echando a perder sus cosechas.
Muchas de las textiles perjudicadas son empresas centenarias que han modernizado recientemente su tecnología. Los daños se han registrado especialmente en los procesos generadores de energía eléctrica, es decir, en los saltos de agua, turbinas y cuadros eléctricos. Lo peor del asunto es que llueve sobre mojado, dado que éste es uno de los sectores más castigados por la crisis económica general, habiendo registrado recientemente importantes percances financieros.
El nivel de la avenida fue tal que alcanzó los 1.500 metros cúbicos por segundo, cuando la regulación habitual del Llobregat no sobrepasa los seis metros cúbicos por segundo. Cuando se inauguró la presa de La Baells -al norte de Berga- hace ahora seis años, las pruebas realizadas para prevenir casos de inundaciones alcanzaron caudales de doscientos metros cúbicos por segundo, lo que se consideraba un tope máximo. En esta ocasión, las zonas del Alt Llobregat, al sur de la presa, soportaron una riada que había multiplicado por siete el nivel de las pruebas realizadas hace seis años. La hora punta fue las dos de la madrugada, en cuyo momento los responsables de la presa, que depende de la Confederación Hidrográfica del Pirineo Oriental, temiendo que se produjera el desbordamiento del pantano, liberaron un caudal algo superior al que entraba, como informaron medios industriales de la zona.
La evaluación de los perjuicios económicos comenzó en la misma mañana de ayer, pero no habrá una estimación fiable hasta hoy o mañana, si bien en medios de la organización del sector, la Asociación Industrial Textil del Proceso Algodonero, se daba por descontado que las repercusiones se contarían por cifras superiores a los centenares de millones.
El caso más espectacular de la inundación de factorías lo sufrió la empresa Manufacturas Serra Feliu. Su presidente, Antoni Serra Martí, explicó a EL PAÍS que, llamado por el jefe de mantenimiento a la una de la mañana y habiéndose presentado en las instalaciones de la firma en Puigreig, pudo contemplar cómo el agua arrastraba cinco paredes de los almacenes, llevándose corriente abajo las balas de algodón, el tejido acabado y toda suerte de maquinaria auxiliar. El aspecto más dramático lo ofrecían, como recoge la imagen, las salas de telares: sólo quedó a salvo la parte superior de los armazones de estas máquinas, que es lo menos importante de las mismas. La reacción humana a la catástrofe fue, sin embargo, inmediata e indicativa del talante de trabajadores y empresarios. Los turnos de la mañana acudieron a sus puestos a las cinco en punto, y tres horas después, cuando el agua alcanzaba aún los treinta centímetros de altura en esta y otras empresas, iniciaron el proceso de recogida de materiales y de petróleo de maquinarias.
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