La visita del Papa
El motivo de mi carta es llamar la atención sobre un hecho ocurrido al finalizar la estancia del Papa en Alba y que dice bien poco de los servicios de seguridad y de protección del patrimonio artístico, entre otros. El hecho no es otro que el abandono e indefensión a que se vio sometida al final de la ceremonia la imagen de santa Teresa, que presidió el altar. Todo el mundo desapareció súbitamente, quedando la imagen, de gran valor artístico y colmada de joyas, mientras anochecía, bajo la custodia improvisada de una docena escasa de mujeres que llegaron a sentir miedo de ver expoliada su imagen, sin poder hacer nada.Tuvieron que esperar a que, alrededor de cien personas (en el acto anterior había habido medio millón) llegaran y trasladaran a la santa hasta el convento. Este traslado se hizo a oscuras (antes, 30.000 watios de sonido), sin un solo guardia civil para proteger (antes, varios miles), esquivando a los vehículos que seguían su normal trayecto, pues ni una sola pareja de motoristas de la Benemérita ordenaba el tráfico, y sin la compañía de un solo miembro de la comunidad carmelita hasta la entrada de Alba, a kilómetro y medio de la dehesa.
Una última reflexión dirigida a los albenses que se me han enfrentado oralmente en duros términos, al yo calificar en conversaciones con ellos como de "esperpénticos" los sucesos de meses atrás, en los que el pseudopapa Clemente salió tan mal parado al, por lo visto, quererse llevar la imagen de la mística doctora. Seguramente, la imagen corrió más peligro real hace unos días que con Clemente. ¿Dónde estábais el 1-N, todos esos "valientes personajillos" tan poco proclives al diálogo, que ante la neglicencia cierta de las FOP os ensañásteis con los coches de Clemente, no esgrimiendo otras razones que "la santa lo es todo para Alba" y "Alba no deja sola nunca a su santa"? /
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