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Siles Zuazo asume la presidencia de Bolivia tras e dos años de caótica gestión militar

Una nueva etapa histórica se abrió ayer en Bolivia, cuando el general Guido Vildoso Calderón, máximo dirigente del régimen militar imperante en el país andino, hizo solemnemente entrega de sus poderes al Congreso nacional y este invistió acto seguido con la banda presidencial a Hernán Siles Zuazo, vencedor de las elecciones generales celebradas en julio de 1980, junto con Jaime Paz Zamora, que ocupará la vicepresidencia de la nación.La democracia quedó así restaurada al ponerse de nuevo en marcha las agujas del reloj de la historia boliviana en el mismo punto donde las detuvo, en julio de 1980, el sangriento golpe de Estado encabezado por el general Luis García Meza, quien continúa hoy en activo en las filas del Ejército, al igual que sus sucesores en el régimen militar que finalmente entregó ayer un país económicamente hundido a los civiles.

Tras ser investido con la banda y la insignia presidenciales por el presidente del Senado, Hernán Siles Zuazo, pronunció un breve discurso de tono más bien moderado en el que pidió la unión de todos los bolivianos para crear una "nueva época de paz, unidad y trabajo" en el país y para crear una auténtica democracia. "No temo la responsabilidad que asumo porque estoy seguro de que el pueblo vencerá", dijo el nuevo presidente de Bolivia entre salvas de aplausos de los senadores, congresistas y del público congregado en el exterior del palacio legislativo que seguía por altavoces la ceremonia.

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El general Vildoso reconoció el fracaso de las fuerzas armadas para hacer frente a la crisis que padece Bolivia

Tuvo Siles palabras tranquilizadoras para las empresas privadas y advirtió a los trabajadores que aunque participaran en los consejos de administración de las empresas ello no deberá interferir en el normal proceso productivo. Tras declararse católico practicante, el nuevo presidente concluyó señalando que estará "al servicio de los últimos, para que sean los primeros".La normalidad democrática, interrumpida desde el fin del segundo mandato presidencial de Víctor Paz Estenssoro, en 1964, parece así reanudarse en este atribulado país andino, que atraviesa por una de las peores crisis de su historia, más grave aún que la resultante de la desastrosa guerra del Chaco, en los años treinta.

En la ceremonia de entrega de poderes, celebrada en el palacio legislativo ante más de setenta delegaciones extranjeras, el general Guildo Vildoso, que ocupó la presidencia del país por sólo ochenta días, dijo que las fuerzas armadas eran conscientes de la necesidad de ceder el poder a los civiles "para que encaren con firmeza el conjunto de medidas necesarias para reactivar la economía interna y para renegociar nuestra deuda externa".

El Ejército boliviano se retira a sus funciones específicas, según Vildosojo que "no implica indiferencia ni marginamiento". El presidente saliente trató de justificar la intervención de las fuerzas armadas en política, "a veces, justo es reconocerlo, con posiciones y resultados negativos", pero dijo que ello no era culpa exclusiva de los militares.

Vildoso pidió una auténtica reconciliación entre civiles y militares por el bien de Bolivia, y calificó de "ejemplar" la forma en que había cedido los poderes a su sucesor civil. Acto seguido, el presidente del Senado nacional, Julio Garrett Aillon, invistió como presidente constitucional de la República a Hernan Siles Zuazo.

Hernan Siles Zuazo se dispone, así a iniciar un nuevo período de la revolución nacionalista que el mismo comenzara hace más de treinta años.

Este enfrentamiento podría reproducirse casi idénticamente ahora, treinta años después, en opinion de varios analistas políticos. Con minoría en el Parlamento y la COB en contra o, por lo menos, no totalmente a favor, Siles Zuazo lo tiene realmente diricil, se piensa aquí.

Entrega de poderes

La inusual ceremonia de ayer, en que un militar entregó el poder al presidente constitucionalmente elegido, ante los aplausos de civiles y militares, no es nueva en la historia boliviana, salpicada de golpes de Estado. Sin ir más lejos, en agosto de 1979, el general David Padilla entregaba el poder, en un acto similar, al presidente Walter Guevara Arce, elegido como presidente provisional ante la incapacidad del Congreso para decidir entre Siles Zuazo y Paz Estenssoro. Dos meses después se producía el golpe del entonces coronel Natush.

Asistieron a la ceremonia los presidentes de Perú, Fernando Terry; de Colombia, Belisario Betancur, y de Ecuador, Oswaldo Hurtado Larrea, y el ex presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez. Estos países, junto con Bolivia, firmarán, seguramente mañana, una declaración conjunta, la Declaración de la Paz, en favor de la democracia en América Latina.

Especial sorpresa causó la inesperada presencia del vicepresidente cubano, Carlos Rafael Rodríguez, encabezando una delegación de su país y en representación de Fidel Castro. Cuando acaban de cumplirse quince años de la muerte de Ernesto Che Guevara en Bolivia, la asistencia de representantes castristas a la ceremonia de toma de posesión de Siles Zuazo supone un giro copernicano en las hasta ahora hostiles relaciones entre los dos países. "Es pronto aún para hablar de establecer relaciones diplomáticas", declaró el vicepresidente cubano.

Por el contrario, el miembro de la Junta de Gobierno de Nicaragua Sergio Ramírez, habló de un inmediato restablecimiento de relaciones entre Managua y La Paz. La ruptura del aislamiento internacional impuesto a la dictadura militar de García Meza y sus sucesores era palpable ayer ante el aluvión de representantes extranjeros que se felicitaban por la restauración democrática en Bolivia. El representante de la Comunidad Económica Europea anunció el inicio de una ayuda económica al necesitado, país andino, La representación española estaba encabezada por el ministro de Administración Territorial, Luis Cosculluela, quien declaró a la Prensa local que era un honor asistir a la toma de posesión de Siles, "que representa la restauración de las libertades en un país hermano". Por parte del PSOE asistieron Guillermo Galeote y Elena Flores.

Numerosos exiliados políticos bolivianos han regresado a su país en los últimos días, principalmente desde México, Perú y Venezuela. La ex presidenta Liaia Gueiler, derrocada en el golpe de julio de 1980, que impidió el acceso al poder de Siles Zuazo, retornó también de su exilio voluntario en Chile.

Lidia Gueiler dijo que no busca ningún tipo de revanchismos y que perdona a sus enemigos políticos, al tiempo que exhortó al pueblo boliviano a mantenerse unido en esta etapa crucial de su historia y a no caer en provocaciones.

Desde primeras horas de la mañana, numeroso público se había ido concentrando en la plaza de Murillo, donde tienen su sede el palacio Quemado, la residencia presidencial y el palacio legislativo.

Formados en grupos de a cinco, con un brazalete en el brazo izquierdo en el que se leían las siglas del partido de Siles (MNRI), un nutrido grupo de trabajadores de la construcción ingresó en la plaza poco antes de mediodía entonando canciones revolucionarias y coreando eslóganes tan inequívocos como "abajo los militares".

Más tarde llegarían los mineros, con sus cascos de trabajo y sus cartuchos de dinamita colgados de la espalda, gritando "Siles Zuazo ya está en el poder" y "El pueblo, unido, jamás será vencido" gritaban.

En las empinadas calles de La Paz se preparaban los festejos para esta noche, madrugada del lunes en España.

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