Guillén, "felicísimo y ruboroso" por el Premio Yoliztli
"Heme aquí, felIcísimo y ruboroso ante ustedes, y no con mi presencia, a causa de mi edad, sin la suficiente energía para, muy cerca ya de los 90 años, resistir los ajetreos de un gran viaje". Con estas palabras el poeta castellano Jorge Guillén agradeció, por boca de su hijo Claudio, la entrega del premio literario Ollin Yoliztli, una versión mexicana del Cervantes.El presidente López Portillo entregó a Claudio Guillén el diploma que acredita el premio y un cheque por importe de 1.750.000 pesos (2,5 millones de pesetas). En el salón Carranza del palacio presidencial de Los Vinos hubo menos poetas que políticos. Tal vez por la ausencia de Guillén. Quizá también porque los poetas andan más atareados con el nuevo presidente que con el que se va.
Guillén elogió a sus dos predecesores en la nómina del premio: Octavio Paz, "gran poeta y figura crítica", y Jorge Luis Borges, "quien también se imponía fatalmente". Dijo que giró luego la rueda de la fortuna hacia España y se detuvo "en el poeta decano, el más viejo de toda la poesía española".
El secretario del jurado, Héctor Vasconcelos, dijo antes acerca del poeta castellano que el jurado premió en él "a un espléndido exponente de la heterodoxia española, un ejemplo del intelectual independiente que requiere del clima de los países plurales y libres".
Juan Marichal, otro español heterodoxo, catedrático de Harvard, miembro del jurado, recordó la tercera edición de Cántico, publicada en México en 1945 bajo el título: Cántico:fe de vida. Esta edición se convertía en "una afirmación de la voluntad del poeta de resistir a las fuerzas del mal desencadenadas en Europa y en la misma España del 36". Recordó su poema Cara a cara: "El agresor general / va rodeándolo todo. Pues... aquí estoy. Yo no cedo. Nada cederé al demonio".
Octavio Paz dijo a la salida que Guillén es "el maestro de todas las generaciones que le siguen".
