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XXX Festival Internacional de Cine de San Sebastián

La 'nueva cocina' neoyorquina de vídeo se presenta en el certamen cinematográfico donostiarra

ENVIADO ESPECIALEl centro neoyorquino The Kitchen (La Cocina) presentó, el pasado viernes por la noche, en el Primer Festival de Vídeo de San Sebastián, una amplia muestra de sus producciones que dieron a conocer otra de las líneas creativas en que trabajan los artistas norteamericanos. Junto a las obras de vídeo abstracto, presentadas en las primeras sesiones bajo el título Vídeo Arte USA, las producciones de The Kitchen -que también financia experimentos de abstracción visual- son una muestra de la posible integración entre el vídeo independiente y los programas convencionales de televisión, medio al que aquél aporta considerables innovaciones de lenguaje y de formatos.

Si bien los autores de The Kitchen no renuncian a experimentos formales y tampoco, en algunos casos, a concesiones vanguardistas, el conjunto de las obras supera los planteamientos de aquellos experimentos que, de momento, son un juego con las máquinas que fabrican imágenes electrónicas, una búsqueda de efectos e impactos visuales -algunos realmente bellos-, pero que no dejan de ser una reproducción y repetición de los caminos ya andados por el cine underground, cine pop y otras tendencias de las cinematografías marginales, que trillaron hasta la saciedad todo tipo de ensayos y provocaciones, necesarias por demás en una sociedad de espectadores acomodada, por un lado, a los platos repetitivos de las emisiones de televisión, y, por el otro, al cine de cinco tenedores.

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Los vídeos que presentó The Kitchen -otros de sus autores, como ya se dijo, no cultivan el vídeo figurativo- ahondan y renuevan los géneros tradicionales de la televisión, entre otras razones porque tanto los videomúsica como las obras documentales y argumentales están realizados para ser exhibidas en la propia galería, en los clubes de rock, en las pantallas de aeropuertos y otros lugares públicos: en galerías y por los circuitos de televisión y de cable.

Aperitivo

Tom Bowes, director de la programación de vídeo de The Kitchen, presentó en primer lugar, como aperitivo, una serie de programas cortos con sonido estereofánico (de dos a diez minutos de duración) titulados videomusic en los que los realizadores trabajan en común con músicos y compositores para sintetizar imagen y música en una sola creación. En algunos casos predomina la ilustración visual al servicio de la música, como es el caso de Too Many Creeps, de Ed Steinberg, con música de Bush Tetras; de Atlantic (Gregory Miller, con música de George Lewis), aunque el producto final tiene una calidad muy superior a los llamados clips -videos musicales de las casas discográficas-, conocidos de la audiencia española, ya que estas producciones comerciales tienen un óptimo canal de difusión en el espacio Aplauso, de RTVE.

Programas en cambio, como el Superman, con música y realización de Laurie Anderson; Frankie Teardrop (de Paul Dougherty, con música de Suicide), y The Backyard (con música de Roberto Ashley y realización suya en colaboración con John Sanborn) son obras que nada tienen que ver con los clips comerciales, creaciones de gran belleza donde ni siquiera, en algunos casos, aparecen en imagen intérpretes y en las que los autores proponen una contemplación óptico-visual única y comparable al mejor de los placeres estéticos.

La productora y distribuidora neoyorquina ofreció también un modelo de lo que puede ser un programa de divulgación cultural en televisión: The looking Glass, del antropólogo chileno Juan Downey (veintiocho minutos, 1982). Este joven, que, con su mujer y su hijo, convivió durante un año con una tribu amazónica, experiencia que también pasó al vídeo, ha realizado una obra maestra en su género: un recorrido, eminentemente divulgativo, sobre lo que significa el espejo y el cristal, separadores de lo interior y lo exterior en la historia, en la arquitectura, en el arte. Downey utiliza con sobriedad los

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efectos especiales para subrayar y enriquecer visualmente la información textual que ofrecen al espectador, disecciona a veces un cuadro, como Las Meninas, de Velázquez, con la única intención de demostrar la interpretación clásica de que cada personaje de Velázquez nos está diciendo: "Yo veo que tú me ves a mí, mirarte a ti mirándome a mí".

Poder de los espejos

El autor chileno resuelve también con sobriedad el escollo que supone el más poderoso de los cristales y de los espejos: el del televisor, instrumento sumo de narcisismo para los intermediarios del medio: locutores, presentadores, periodistas y otros inquilinos de la pequeña pantalla. Las sobrias contemplaciones en el espejo de Juan Downey demuestran lo que los bustos de la televisión, todos ellos, en definitiva, unos teleñecos, son perfectamente abolibles en ciertos géneros de programas. El programa fue producido con ayuda de la Fundación Rockefeller.

The Kitchen presentó también otros dos importantes programas: How to fly, de Ed Bowes (veintiocho minutos, 1980), un programa que es una incitación a abolir la pasividad en el consumo de programas de televisión al proponer situaciones cotidianas y absurdas con múltiples vías de interpretación. Importante también el documental de Suzanne Tedesko: Seasons of the basque (treinta minutos, 1978), realizado en cine y vídeo en Estados Unidos; es un extraordinario trabajo de investigación y documentación sobre las comunidades vascas que viven en EE UU.

The Kitchen Center For Video And Music está considerado como el más importante centro neoyorquino en la producción y exhibición de artes visuales. Es, al mismo tiempo, galería y el teatro sala de conciertos videoteca, espacio para la danza, productora y distribuidora de vídeo. Tiene un audiencia anual de 70.000 personas que contemplan los trabajos de dos centenares de artistas.

Fundado hace diez años, tiene un presupuesto anual de aproximadamente sesenta millones de pesetas, según los datos facilitados por Tom Bowes. Promueve especialmente primeras obras y creaciones experimentales de autores de todo el mundo (unas treinta obras anuales) y sus fines no son lucrativos.

El centro está abierto todos los días entre la una del mediodía y seis de la tarde, y la entrada del público es gratuita. Centro multimedida que no tiene precedentes en nuestro país.

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