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Rechazo unánime en Bolivia del plan económico de emergencia propuesto por los militares

Los trabajadores, los empresarios y las agrupaciones políticas bolivianos han rechazado el planteamiento del Gobierno militar destinado a lograr un acuerdo nacional para superar la gravísima crisis económica que amenaza con llevar a la bancarrota total al país andino. Los trabajadores fabriles han convocado una huelga nacional de 48 horas, que comenzó ayer.

El plan de emergencia planteado por los expertos económicos de la Administración, que contempla fundamentalmente la fijación de un cambio flexible para el dólar norteámerica no (flotación), ha sido considerado inviable por la poderosa Central Obrera Boliviana (COB), cuyo dirigente Juan Lechín dijo ayer que las medidas están pensadas para satisfacer a la banca internacional, pero no a los sectores populares del país.Los representantes sindicales han pedido al Gobierno militar que posponga el pago de la deuda externa a los organismos internacionales "y se preocupe más por solucionar el hambre del pueblo". La deuda de Bolivia asciende a 3.800 millones de dólares, el triple de lo que percibe anualmente por sus exportaciones.

El plan puesto a punto por los asesores de los militares comprende, además de la flotación del peso boliviano, la suspensión de la subvención estatal a los carburantes y el control de las divisas. "Es imposible que el Gobierno pretenda la paz social con la aprobación de ese conjunto de medidas", dijo Lechín en la reunión de dos horas en la que los funcionarios gubernamentales intentaron en vano convencer a los sectores civiles de que dieran el visto bueno al proyecto.

Intensa presión obrera

Los trabajadores fabriles de Bolivia, segundo sector productivo en importancia, después de los campesinos, han pedido al Gobierno que se abstenga de promulgar su paquete de medidas. "Los militares deben transferir inmediatamente el poder, si no tienen capacidad para solucionar la crisis". Los obreros amenazan con medidas drásticas, si la cúspide castrense no atiende sus demandas.En el país andino hay ya varios sectores laborales que protagonizan paros intermitentes desde hace semanas, con un doble objetivo: presionar para una salida a la crisis que tenga en cuenta sus intereses y acorralar a los militares para que dejen el poder a los civiles.

El divorcio entre el régimen y el pueblo no cesa de acentuarse, sobre todo después de que los militares anunciaran elecciones generales el año próximo.

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