La huelga de los trabajadores de Domecq puede terminar beneficiando a las empresas del sector
La huelga que mantienen casi quinientos trabajadores de la empresa Pedro Domecq, SA, prácticamente un 90%, de la plantilla, se prolonga ya durante 53 días. En estos momentos, el punto reivindicativo en el que centran sus demandas los huelguistas es la readmisión de seis trabajadores despedidos durante el conflicto. Y ésta es precisamente la demanda del colectivo laboral a la que mayores reticencias muestra la empresa.La pérdida de la cosecha de los viñedos de Pedro Domecq, SA, y las subsiguientes secuelas de paro e inestabilidad social componen, actualmente, el pobre balance de este conflicto. La curiosa intransigencia de la empresa y la obstinación de los trabajadores pueden abocar a una situación en el marco del sherry de alcance imprevisible.
La primera nota que llama la atención al profano que se acerca a Jerez y que establece algún tipo de relación con los trabajadores de las empresas bodegueras, e incluso con los propietarios, es el curioso concepto que ambos tienen de las relaciones laborales. Una mezcla explosiva de paternalismo con ribetes de cristianismo preconciliar y del más utópico anarquismo, junto con la prosperidad histórica del marco, han dado lugar a la gestación de unos convenios colectivos que superaban ampliamente la media nacional.Las primeras repercusiones de la crisis económica mundial trajeron al sector los quebraderos de cabeza iniciales. Sin embargo, los bodegueros, o criadores como ellos mismos prefieren ser llamados, no fueron capaces, en general, de introducir las innovaciones necesarias para aumentar su competitividad en los mercados internacionales donde se destinan más de un 80% de sus productos. Las ventas de las pequeñas bodegas a grupos más importantes constituyó la salida que los jerezanos tradicionales entrevieron a las pérdidas que padecían.
Sin embargo, los malos momentos afectaron también a las grandes casas y las relaciones productivas debieron ser modificadas. Osborne, de la mano del Banco Hispano Americano, fue el primer caso. A la bodega del Puerto de Santa María, lógicamente, deberían seguirle las demás.
Entre las demás se encontraba la empresa de más tradición en el marco del sherry, Pedro Domecq SA, y por mucho que se pretendieron retrasar las medidas correctoras, éstas al final llegaron y se plantearon con una contundencia desconocida en la zona.
Entre las primeras medidas para reducir costes de producción que realizó la empresa se contempló una reducción de plantilla mediante una incentivación de las jubilaciones anticipadas. A este acuerdo se llegó en las postrimerías del verano de 1980, y fue homologado en la Delegación de Trabajo de Cádiz el 29 de noviembre de aquel mismo año.
El siguiente acuerdo entre la empresa y los representantes de los trabajadores para profundizar en la reducción de la plantilla lo constituyó un pacto homologado por la Dirección General de Empleo, el 17 de diciembre de 1981, por el que se ampliaban las prejubilaciones a todos los trabajadores que cumpliesen los 58 años, hasta 1990. Este acuerdo representaba un importante alivio para la empresa, por cuanto la edad media de su plantilla se establece en tomo a los 47 años.
Jubilaciones anticipadas
La medida, por otra parte, resultaba ventajosa para Pedro Domecq, SA, por cuanto en las jubilaciones anticipadas el Instituto Nacional de la Seguridad Social corre con un 60% de los salarios, el Montepío de San Ginés de la Jara, institución local del sector, cubre más o menos un 34%, quedándole, por tanto, a la empresa un 6% aproximadamente para aportar como complemento a la jubilación hasta que los trabajadores cumpliesen los sesenta años, edad fijada por los convenios del sector para la jubilación.Este acuerdo se enmarcaba dentro de un plan de reestructuración de la empresa diseñado por Ramón Mora-Figueroa Domecq, actual gerente de la compañía. Pero, casi inmediatamente después de la firma de estos acuerdos, la empresa se declaró incapaz de cumplirlos, y expresó la necesidad de proceder a realizar un expediente de regulación de empleo, que afectaba inicialmente a 226 trabajadores de los 580 que aproximadamente tiene la bodega, cifra que posteriormente ha sido rebajada a 206.
La Magistratura de Trabajo de Jerez, en una sentencia del 31 de marzo de este año, desestimaba las alegaciones de la empresa y establecía la necesidad de cumplir los acuerdos pactados, y declaraba nulos los despidos de once trabajadores, procedentes de la plantilla de eventuales, que debían haber ingresado en la empresa el 31 de diciembre pasado.
En todo el proceso reciente, la empresa manifiesta una situación de crisis, cuestionada por los trabajadores y que no es reconocida por las autoridades laborales ante la ausencia de un balance consolidado del grupo Pedro Domecq, SA.
Un grupo multinacional
Posiblemente aquí esté una de las grandes incógnitas de la empresa. Pedro Domecq, SA, es, en estos momentos, una compañía multinacional en el sentido más estricto de la expresión. Tiene como matriz en el exterior la empresa Pedro Domecq Internacional, con domicilio social en Luxemburgo y cuya principal participación corresponde a Pedro Domecq, SA. A su vez, esta compañía participa de forma destacada en Pedro Domecq México, quien a su vez tiene filiales en numerosos países de Latinoamérica.Según un minucioso informe elaborado por los asesores del comité de empresa, cuya fiabilidad no ha podido ser contrastada, pero que en cualquier caso no ha sido superada por información de la propia compañía, la valoración contable que presenta Pedro Domecq Internacional en los balances de la empresa matriz se eleva a 214 millones de pesetas, contrastando, según las mismas fuentes, con la última valoración patrimonial conocida, que ascendía a 12.000 millones de pesetas.
Escasa rentabilidad
Paralelamente, y según los datos aportados por las fuentes sindicales, la valoración contable de la cartera de valores de Pedro Domecq, SA, en el ejercicio 19801981, alcanzó los 3.203 millones de pesetas, ofreciendo un resultado de sólo 97 millones de pesetas. Por su parte, las deudas que mantenían en este ejercicio las empresas del grupo con la matriz representaban 711 millones.Ante esta situación y el reiterado impago de salarios, los trabajadores de la empresa fueron a la huelga y por el momento han obtenido un único resultado: que las uvas de Pedro Domecq, SA no sean recogidas. Esta circunstancia, en principio, no resulta excesivamente preocupante para la empresa, ya que tiene almacenadas del orden de unas 5.000 botas (recipientes de roble de quinientos litros) de vino terminado y no embotellado de la calidad cream, es decir, la que es principal objeto de exportación. Por su parte, las reservas de brandy se situaban la pasada campaña en unas 30.000 botas, con lo que tampoco se va a presentar un problema de insuficiencia.
Según diversos medios jerezanos, lo que auténticamente puede estar buscando la empresa con la no recogida de la uva -que justifica la huelga de sus trabajadores-es no tener que financiar el almacenaje y elaboración de los nuevos mostos que, por otra parte, no le son necesarios.
A la vez, una de las obligaciones que más han pesado en la estructura de costes de la empresa han sido unos contratos firmados hace más de diez años com miembros de la familia Domecq, que cuentan con superficies de viñedos plantados, y por los cuales la empresa se ve obligada a adquirirles toda la producción a los precios que fije el Consejo Regulador, aunque se den bajas en éstos precios en las precampañas como consecuencia del alto nivel de existencias en las bodegas.
La maniobra de la empresa
Es decir, que los últimos beneficiarios de la actual huelga pueden terminar siendo los grupos que detentan la mayoría en la empresa y que fundamentalmente, son los que firmaron el pasado mes de diciembre un pacto de sindicación de acciones, por el que se comprometía prácticamente un 57% de los títulos de la empresa.Estos accionistas básicamente eran Hiram Walker, con un 14%, el Banco Español de Crédito, con un 17%, el Banco Internacional de Comercio, hoy integrado en el Central, con un 3%, y el resto que debía corresponder a algunos grupos familiares, entre los que figuraban los Domecq Díez, rama a la que pertenece el actual director gerente, y los Domecq de la Riva, donde se encuadra el presidente de la compañía, José Ysasi-Ysasmendi.
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