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Las relaciones entre el Reino Unido e Irlanda, en su punto más bajo de los últimos años

Andrés Ortega

Las relaciones angloirlanidesas están en su punto más bajo de los últimos diez años. Esta no es sólo la opinión declarada del líder de la oposición en la República de Irlanda, Garret Fitzgerald, quien responsabilizó, en gran parte, de la situación al primer ministro, Charles Haughey, sino también del Gobierno británico, que no perdona la actitud que tomó Haughey ante la guerra de las Malvinas.El ministro adjunto del Foreign Office, Douglas Hurd, recordó al embajador irlandés en Londres que el Gobierno británico no tiene que consultar a Dublín sobre los asuntos norirlandeses. Haughey se ha quejado de no haber sido consultado sobre los planes para una autonomía gradual del Ulster.

La semana pasada, el Parlamento británico aprobó la nueva ley para Irlanda del Norte, que prevé la convocatoria para el 20 de octubre de elecciones locales para una Asamblea norirlandesa, que iría ganando gradualmente poderes y autonomía.

Desde los disturbios de 1969 y la llegada del Ejército británico al Ulster, éste ha sido gobernado directamente por Londres. Este es el enésimo plan para una autonomía. La Asamblea tendrá que funcionar con decisiones tomadas por un 70% de los representantes, garantizando así una participación a la minoría. católica. Los protestantes se oponen, queriendo gobernar, como mayoria , por sí solos.

El Gobierno británico nota, sin embargo, la pérdida de apoyo de los sectores políticos más intransigentes, ya sean católicos o protestantes. La campaña del líder unionista lan Paisley para hacer el Ulster ingobernable ha sido un fracaso. "Su tercera fuerzá se ha convertido en una tercera farsa", señaló un ministro de la Oficina de Irlanda del Norte.

Londres espera también la pérdida de fuerza del IRA (Ejército Republicano Irlandés) provisional entre la población católica norirlandesa, tras el colapso de las huelgas de hambre once meses atrás. Fuentes oficiosas británicas han indicado que se ha multiplicado la información sobre el IRA a las fuerzas de seguridad por parte de la población católica, al tiempo que la Iglesia católica se ha robustecido. Estas fuentes señalan que han aumentado los golpes de castigo de los provos contra los propios católicos.

El Sinn Fein Provisional, brazo político del IRA, prevé participar en las elecciones, sin por ello llegar a ocupar los escaños que pudiera ganar. La verdadera preocupación británica está en la dudosa participación del SDLP (Partido Social Demócrata y Laborista) moderado católico.

El plan que el secretario para Irlanda del Norte, James Prior, ha sacado adelante, superando una difícil oposición de su propio partido conservador, no contempla la dimensión angloirlandesa del problema del Ulster. Las buenas palabras de la cumbre angloirlandesa entre Haughey y Margaret Thatcher de dos años atrás han quedado olvidadas con la guerra de las Malvinas.

Haughey adoptó una línea totalmente antibritánica sobre este conflicto en el seno de la Comunidad Económica Europea y de las Naciones Unidas. Londres acusa a Haughey de falta de franqueza, pues actuó sin avisar, como es costumbre, al Foreign Office.

Esta actitud ha llevado a un gran número de diputados conservadores británicos a pedir que los irlandeses que habitan en el Reino Unido pierdan el derecho a votar en las elecciones británicas, como es el caso desde 1921. Sin embargo, la colaboración entre las fuerzas de seguridad de ambos países en la lucha antiterrorista sigue siendo buena. Este es un interés compartido.

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