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Reportaje:Sudán, entre la miseria y el petróleo / 1

Un bastion estratégico frente a una eventual expansión libia

Si el asesinato del presidente egipcio Anuar el Sadat, en octubre,del pasado año, hizo temer por la estabilidad de su régimen, iguahnente se pensó que esta desaparición podía alterar gravemente la situación en un país, Sudán, que política, económica y geográficamente está estrechamente vinculado a Egipto.Sudán fue el único Estado árabe que apoyó inequívocamente a Egipto en su proceso de paz con Israel. Su presidente, Gaafar el Numeiri, se negó a romper con Sadat y fue el primero en acudir a El Cairo tras el asesinato de su, en cierta medida, protector.

Ambos países vecinos están unidos por un tratado de defensa, y en medios de la oposición sudanesa afirman que tropas de elite egipcias forman la guardia pretoniana dé Numeiri, que desde que conquistó el poder, en 1969, ha escapado a numerosos atentados. y ha superado dos intentos de golpe de Estado. Esas mismas fuentes mantienen que el presidente sudanés sólo se mantiene al frente de un régimen, que rige casi en solitario, gracias a las tropas egipcias y a los petrodólares de Arabia Saudí, que financian el presupuesto nacional.

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Sadat muere en octubre. En noviembre empiezan los problemas para Numeiri. La situación económica era entonces catastrófica, la deuda exterior superior a 3.000 millones de dólares (más de 300.000 millones, de pesetas); el presidente decide cortar por lo sano aplicando las recetas del Fondo Monetario Intemacional: supresión de las subvenciones a los productos de primera necesidad y la gasolina. Consecuencia lógica: los precios se disparan (un kilo de arroz cuesta hoy cerca de trescientas pesetas) y con ello el descontento popular.

Los primeros síntomas llegaron en enero. Dentro de las medidas de austeridad, el presidente sudanés decidió cortar las ayudas para el transporte de los estudiantes universitarios, y éstos se lanzaron a la calle. Las manifestaciones fueron duramente reprimidas y el descontento se extendió a otros sectores de la población en las más importantes ciudades del país. El balance resultó preocupante: más de cincuenta muertos, almacenes, comercios y vehículos incendiados. Y Libia, temido vecino de Sudán, aprovechó la situación para alentar la rebelión utilizando en sus emisiones de radio hacia los sudaneses un tema que encuentra gran eco entre éstos: la corrupcion, una práctica muy habitual que parece ser el único lubrificante que hace andar la pesada máquina administrativa sudanesa.

Inquietud norteameriema

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Estados Unidos no ocultó su inquietud desde el primer momento: Sadat, asesinado; Numeiri, en grave peligro de desestabilización. Por esó incluyó a Sudán en su estrategia para Oriente Próximo. En noviembre de 1981, la fuerza de intervención rápida norteamericana realizó maniobras conjuntas en Egipto, Somalia y también en Sudán.

,Esta preoctipación no es trivial. Para comprenderla basta mirar el mapa. El Nilo atraviesa de Sur a Norte Sudán, antes de penetrar en Egipto, donde rinde sus mejores beneficios económicos. Esta cuenca fluvial tiene su Uave en Etiopía, aliado de la URSS y donde hay tropas soviéticas. Además, el régimen de Addis Abeba firmó el pasado año un tratado de amistad con Libia, con frontera común en el Noroeste, y Yemen del Sur, la puerta del mar Rojo y enclave estratégico en la ruta del petróleo.

Otro país-frontera para Sudán es Chad, un Estado en guerra civil -a la que no es indiferente el régimen de Numeiri- y do nde Libia puede volver a dominar en cualquier momento.

Dos incidentes ocurridos háce unos meses revelaron la existencia del peligro potencial libio. Un avión de línea etíope llegó con un cargamento de fusiles a Jartum, capital sudanesa. Cubría la línea Addis Abeba, Nairobi, Jartum, y se desconoce en qué momento fueron embarcadas las armas. Sin embargo, para las autoridades sudanesas no cupo la menor duda de que el cargamento era libio. Al dirigente libio, Muamar el Gadafi, se le acusó de tratar de armar a la rebelión intema sudanesa.

El segundo incidente ocurrió por las mismas fechas. El Centro. Norteamericano de Jartum iba a celebrar una fiesta. En el último, momento, y casualmente, fue descubierto que, en el equipo de música instalado en la sala, las grandes cajas acústicas estaban rellenas de cargas de dinamita preparadas para explosionar en plena celebración. También se responsabilizó a Libia.

Mención aparte merece el problema del Sur. Esta región, de religión animista y cristiana frente al islamismo del resto del país, fue escenario de una larga y sangrienta guerra secesionisia, que concluyó en 1972 con un acuerdo con el Gobiemo central que concedió la autonomía al Sur.

Esta región vuelve a agitarse ahora. Tras los incidentes de enero, el presidente Numeiri introdujo drásticos cambios en la dirección política del país, disolvió el Gobiemo central y el regional del Sur y anunció, para esta última zona, una reorganización territorial que la subdivide en tres provincias.

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