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Israel cree obtener ventajas políticas con la prórroga de las negociaciones

La prórroga concedida por el Gobierno israelí para la búsqueda de una solución política que permita la salida de los hombres de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Beirut es algo así "como soltar cuerda para amarrar mejor", se comenta en los medios diplomáticos en Israel.Si los jefes de la OLP aceptan la salida, el Gobierno de Menájem Beguin habrá ganado la partida. Si rehúsan marcharse, Ariel Sharon, ministro israelí de Defensa, podría ordenar a las tropas judías la intervención en Beirut oeste "con la conciencia tranquila", se dice en Jerusalén.

En los medios gubernamentales israelíes se piensa que "la paciencia hebrea demostrará a los norteamericanos y a quienes están a favor de Yasir Arafat que el objetivo exclusivo de los jefes de la OLP es ganar tiempo".

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Sin embargo, en Washington no se toman al pie de la letra las argumentaciones israelíes y, según fuentes diplomáticas de Estados Unidos, la postura del Gobierno Beguin-Sharon es juzgada como intransigente por el Departamento de Estado, e incluso lo fue por el ex secretario Alexander Haig.

Se sabe ahora que Haig -cuya dimisión fue comentada negativamente en Jerusalén- propuso que, en contrapartida a la salida de todos los miembros de la OLP, Israel aceptase el mantenimiento en Beirut de un buró palestino de coordinación política. Beguin y Sharon rechazaron esta propuesta.

Un alto funcionario del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores explica que, "en principio, el mantenimiento de esta oficina en Beirut no representaría por sí mismo algo terrible". Pero, "en la práctica, este buró necesitaría una guardia armada y, en consecuencia, el personal de la oficina pasaría de diez a cien funcionarios. Al día siguiente, la OLP volvería a estar instalada en Beirut.

Hay otra preocupación por parte israelí: el trasplante del cuartel general de la OLP de Beirut a Trípoli (norte libanés), donde están concentrados unos 15.000 palestinos armados. De aquí la insistencia de Tel Aviv en que todos los miembros de la OLP abandonen no solamente Beirut, sino todo Líbano. "Somos inflexibles en este punto", se dice en Jerusalén.

Entre tanto, el cierre del cerco israelí sobre Beirut oeste provoca vivas discusiones en el seno del Patido Laborista. Sus diputados de izquierda Víctor Chem-Tov y, Yosi Sarid han enviado telegramas de protesta al primer ministro Beguin contra el cerco prolongado, que priva a la población de Beirut oeste de agua y alimentos. "Es impensable que el Ejército de Israel cargue sia combate contra la OLP sobre las espaldas de un cuarto de millón de civiles inocentes", escriben los dos diputados laboristas.

Otro laborista, el diputado Dov Ben-Meir, hizo un llamamiento a su partido, a fin de que "no secunde la lucha gubernamental para extirpar a la OLP de Líbano". Más de ochenta miembros del comité central del Partido Laborista han puesto sobreaviso a su formación política ante el peligro de "un distanciamiento de las masas israelíes, lo que sería fatal en las próximas elecciones generales".

Mientras las fuerzas israelíes alrededor de Beirut oeste se preparan para el asalto final, el mundo árabe comienza lentamente a inhumar sus querellas internas y busca rehacer la unidad contra el enemigo común: el Estado de Israel.

El presidente sirio, Hafez Assad, llegó el pasado domingo a Riad, donde mantuvo largas con versaciones con el rey Fahd, y el ministro de Justicia iraquí es esperado en El Cairo.

El centro de las discusiones tanto en Riad como en El Cairo, es el problema libanés y la urgencia de una acción árabe común que impida la caída de Beirut oeste y la destrucción de la OLP.

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