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Tribuna
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Escándalo en los festivales

El espectáculo de Rainer Werner Fassbinder en las conferencias de Prensa de los festivales superaba a veces la expectación por sus películas. Ataviado de forma peculiar, podía sorprender a la concurrencia con el más extravagante sombrero o con la evidencia de haber descuidado la higiene en las últimas semanas como con un correcto traje de hombre recién salido de un instituto de belleza.Su forma de responder a las cuestiones estaba a tono con el atuendo. Un aspecto desaliñado prometía silencios; un exquisito cuidado en sus prendas le convertía en amable charlatán. Era, de cualquier manera, un hombre tímido que no gustaba de explicaciones. Como tantos otros directores, odiaba el rito de la entrevista.

Curiosidad

No era necesario que Fassbinder presentara una película en competición para atraer la curiosidad de los festivaleros.

En el último Cannes, su presencia en las calles de la ciudad o en las colas de los cines despertaba el comentario admirado de los periodistas: "Esta vez viene afeitado", lo que hacía recordar su presencia en el estreno de Desesperación, unos años antes, cuando, al margen de su vestimenta, se presentó en condiciones imposibles para establecer cualquier diálogo.

El buen humor con que Fassbinder sorprendió en el reciente Festival de Berlín se entendió como resultado del premio obtenido con Veronika Voss, su última película, que veremos en España en fecha próxima, ahora con el valor lamentablemente añadido del recuerdo del cineasta que acaba de fallecer.

Allí mismo, en Berlín, Fassbinder habló de nuevos títulos: "Tengo aún mucho que contar y no quiero dejar de hacerlo, ahora, sobre todo, que intento hacer la historia de Alemania desde el final de la guerra; acabaré cuando llegue a definir a mi propia generación".

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