El golpe secular
Se va a lo que más temíamos: a la secularización del golpe. Como las cosas no se hicieron bien al principio -jurisdicción civil-, ahora el Gobierno recurre contra las sentencias de Campamento. Es oportuno y legal que lo haga.En principio, tengamos en cuenta que el Tribunal Supremo ya no va a juzgar a unos golpistas, sino a los juzgadores de los golpistas. Esto parece más delicado. Por otra parte, no resulta probable que el Tribunal Supremo (y no precisamente por caución o negligencia) vaya a revocar las sentencias de Campamento. Pero aquí lo que importa es el timing, que diría el temporal/Fraga. El Tribunal Supremo se va a tomar su tiempo, con lo que el golpe, inevitablemente, se prolonga en la psicología/psicosis de la gente, seguiremos viviendo en una incertidumbre de legajos y panoplias, la vida española estará indefinidamente en suspenso, y "el miedo a al miedo" que dice Suárez, la indecisión y la dubitación van a asordar la vida de los empresarios nacionales a los extranjeros, de las campañas electorales a las movidas sindicales.
El golpe puede decirse que habrá triunfado por otras vías: secularizándose. La democracia puede quedar varada en un astillero fantasma, como el de la mejor novela de Juan Carlos Onetti. La indigna ción paralela y muda de unos se corresponderá con la indignación parlamentaria de los otros. Lo cual que vamos a vivir el Mundial, lo electoral y lo industrial, incluso lo festival, entíe dos indignacio nes. Un golpe triunfante puede du rar mucho menos que un golpe secularizado.
¿Y por qué se nos impone este clima de procuraduría lógreba cuando tenemos una democracia recental, el país está impaciente por vivir y se gasta mil millones en Maradonas? Por aquí despunta la artificiosidad de todo el rollo, la gratuidad del golpe y, en consecuencia, de lo demás, desde el estado de necesidad (que más bien era estado de necedad) hasta los agravios Prensa/Ejército, que suelen ser pueriles por ambas partes. El 23-F se inició un proceso a la democracia con las metralletas, ese proceso ha habido que solventarlo, durante un siglo de meses, con otro proceso, y ahora viene el retroproceso postoperatorio o proceso al proceso. ¿Tiene algo que ver toda esta angostura con la vida peatonal del país? Nada. Polanski y el ardor, en la movida pop/ madrileña, me cantan por el loro y me envían la cinta a casa, el personal anda eligiendo libros para la playa, de ésos que nadie termina, porque se llenan de arena, Joaquín Calomarde hace bellísimos artículos en Las Provincias, de Valencia, como si nadie se hubiera levantado nunca en aquella ciudad; Beatriz de Moura viene a pasar el fin de semana a casa de Pedro Altares, me invitan a largar en la Feria de Muestras de Barcelona, el mecánico Félix Martín canta mientras me limpia la máquina, Arthur y Otomar traen el teatro del mundo a Madrid, el Nikolais Dance ensaya un Diaghilev, de Lavapiés, para la basca; los niños de derechas estudian ya toda la literatura de izquierdas en los colegios de derechas, los pedagogos me preguntan cosas, a mí que soy un clásico sin escolarizar; Rafansón me pone wodka rojo en las copas hexagonales de los Savoya, una profesora francesa estudia a los escritores autobiográficos españoles, Paloma Palao saca un libro, Gurriarán lo de la bomba (muy bien hecho), Julio Garrido, mi abogado, me cita para la cosa tributaria, Vallecas festeja a García Lorca, Borsani argentino ex Malvinas, hace vanguardia en Madrid, Juan Grijalbo y yo comemos con Hugh Thomas en Lhardy, sigue la isidrada en Las Ventas, también secularizada, Alfaguara publica a Hubert Fitche, el gran narrador lírico alemán, reflorecen los cafés con sus poetas y vuelve Trilce, con perfume de Vallejo y 27. El golpe secular no para España.
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