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París y la OTAN: las razones de una lealtad

En esta segunda parte de su artículo, el columnista de The New York Times afirma la básica lealtad que París ha mantenido hacia la OTAN desde la muerte del general De Gaulle, reafirmada con ocasión del conflicto de las Malvinas. Sulzberger considera que el papel internacional de Francia ha ido creciendo en los últimos años y estima que, a pesar de todos sus defectos, la Alianza Atlántica sigue siendo una organización resistente y flexible.

De Gaulle, como otros hombres notables desde su muerte, ya ha sido olvidado por gran parte del mundo. Podríamos preguntarnos ¿qué tiene que ver todo esto con el actual conflicto de las Malvinas? La respuesta es, evidentemente, que Francia, a pesar de las dudas ocasionales del general y de sus tergiversaciones sobre la OTAN, de cuya organización se salió, se ha mantenido leal al pacto desde la dimisión y muerte del general y que, cuando se rompió la paz del Atlántico Sur en la primavera, se mostró más leal que nunca.Las razones de esta postura: son, en cierto sentido, gaullistas. De Gaulle se mantuvo firmemente leal a Estados Unidos, con quien formaba parte de la OTAN, en 1962, durante la crisis cubana de los misiles, aunque Cuba se encuentra al sur del Trópico de Cáncer y, consecuentemente, está fuera del área del tratado.,

Pero la cuestión de Cuba y la posibilidad de que Francia se viera automáticamente implicada en una guerra nuclear, a causa de un fatal enfrentamiento soviético-norteamericano en una región fuera del área de la OTAN, fue lo que le impulsó a poner en práctica su medida, largo tiempo pensada, de retirarse de la organización de la Alianza, eliminando sus acuartelamientos militares de suelo francés.

Coordinación política y estratégica

No obstante, las simpatías populares de los franceses por la OTAN, una discreta política diplomática por parte de los otros aliados y de los dirigentes militares occidentales suavizaron la situación y animaron a París, tras un período deprimente, a mejorar gradualmente las flaqueantes relaciones; primero, con el prudente presidente Georges Pompidou; más tarde, con Valery Giscard d'Estaing, y actualmente, con el socialista Francois Mitterrand, que cuenta con algunos ministros comunistas en su Gabinete.

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Entre tanto, el papel de Francia y las ideas francesas han ido adquiriendo influencia. En 1974, el ministro de Asuntos Exteriores acordó con sus colegas de la Alianza, durante una reunión celebrada en Ottawa, que todos los signatarios del tratado deberían informarse mutuamente de todos los acontecimientos mundiales, no exclusivamente de los de la zona cubierta por el pacto. Se formó un comité interno compuesto por cuatro naciones (añadiendo Alemania Occidental a la primitiva lista de tres países de De Gaulle) para coordinar su política y estrategia. Su primera conferencia cumbre formal se celebró en 1979, en la isla francesa de Guadalupe, políticamente, aunque no geográficamente, dentro del área de la OTAN; al igual que Midway. La próxima reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Alianza se celebrará en París.

Y durante la redacción de este artículo, en la última semana de mayo, Francia parecía oficial y públicamente dispuesta a apoyar la postura del Reino Unido en el conflicto de las Malvinas, a pesar de su fuerte disputa con Londres en cuestiones económicas de la Comunidad Europea. El resto de países comunitarios también se opone a la señora Thatcher en ese aspecto. No obstante, por el momento Frangois Mitterrand ha demostrado en su política exterior (que en la V República francesa es supervisada directamente por el presidente) que él y su país están del lado de Occidente y que apoyan al Reino Unido en las Malvinas, a pesar de sus desacuerdos en cuestiones del Mercado Común.

Es una buena noticia y, yendo más allá del ejemplo de Francia, demuestra una vez más que, a pesar de que la OTAN se ha rezagado en el mantenimiento de sus defensas militares y tiene varios problemas internos, es un organismo resistente y flexible. En general, ha evitado verse envuelta en guerras fuera de sus límites, como en Hungría en 1956, actualmente en Pakistán o en la confusa Camboya.

Un organismo resistente

Podría ser un acto de sensatez que el pacto cambiara cualquier día su nombre, ya que la región atlántica al norte del Trópico de Cáncer, a pesar de ser potencialmente la más capacitada para desatar un holocausto, es también una de las regiones más estables del mundo. Puede que también fuera prudente que algún cónclave de la Alianza redefiniera, tanto en sentido práctico como filosófico, el objetivo del pacto, así como el de su organizacion. Tal redefinición podría permitir una mayor flexibilidad política a los países miembros, al tiempo que los uniría más firmemente en los objetivos defensivos que constituyen su quintaesencia.

Ha habido algunas excepciones, a lo largo de sus tres décadas de existencia, al juramento de la OTAN de seguir las normas de la democracia tradicional, que defiende los derechos humanos al tiempo que desaprueba las falsas manifestaciones que en su nombre, hacen tanto la extrema derecha como la extrema izquierda.

Portugal, bajo la dictadura de Oliveira Salazar, fue uno de los países fundadores de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y, sin embargo, ha ido evolucionando hacia la actual democracia. La pertenencia de Grecia se ha puesto en cuestión en algunas ocasiones a causa del comportamiento de Turquía. Y, actualmente, Turquía misma se halla bajo una dictadura militar, aunque no hay duda de que volverá a la vía democrática antes o después.

Además, ciertamente, la Alianza debe reconocer de modo abierto que tiene la responsabilidad moral de hacer todo lo que esté en su mano no sólo para defenderse en la guerra, sino también para demostrar el interés activo de la coalición en los acontecimientos militares, políticos, económicos y, cuando sea posible, ideológicos, de aquellas áreas del mundo alejadas del Atlántico norte.

No puede comprometerse a acciones concretas, por adelantado; pero sí,puede reafirmar sus objetivos de libertad de todas las naciones y su propio interés por la verdadera libertad de las personas dentro de esas naciones.

La paradoja de la OTAN es, que se compromete en cuestiones concretas que, en ocasiones, son difíciles de poner en práctica, y no lo hace en cuestiones generales que son, sin duda, prerrequisitos esenciales.

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