Los demócratas exhiben sus diferencias en la tibia respuesta al discurso del republicano
La senadora Elissa Slotkin da la réplica al presidente con un mensaje centrado en la inquietud de los ciudadanos por la economía y el excesivo papel de Musk en el Gobierno

La respuesta de los demócratas al discurso de Donald Trump al Congreso permitía augurar un considerable grado de indignación, desde una salva de abucheos al abandono en tropel del hemiciclo durante la alocución del republicano —lo hizo un pequeño grupo, con la palabra resiste escrita en el dorso de sus camisetas negras—, pero ni siquiera en eso lograron ponerse de acuerdo. Circunspectos, más silenciosos de lo que cabía esperar ante un Trump desafiante, los demócratas han mostrado este martes que el segundo mandato del republicano no tiene casi oposición. Elissa Slotkin, senadora demócrata por Míchigan, le ha dado la réplica como presunta figura emergente de un partido en desbandada desde la derrota de su candidata, Kamala Harris, en noviembre. Pero la indefinición del liderazgo azul ha permeado también la capacidad de reacción a pie de escaño: un leve abucheo, algunos eslóganes y pancartas, caras serias y pasos perdidos, los del grupo de desertores. Incluso hubo una baja, el representante Al Green, de Texas, que fue expulsado en los primeros minutos por plantar cara al orador bastón en ristre. A medida que avanzaba la sesión, interminable por los repetidos aplausos de los republicanos, un goteo de demócratas, incluidos Bernie Sanders o Ilhan Omar, abandonó la sala en señal de disconformidad.
Dar la réplica al discurso del presidente es una oportunidad para que los líderes emergentes se proyecten en el escenario nacional. Slotkin, de 48 años, antigua analista de la CIA que sirvió en Irak y más tarde trabajó en el Pentágono y la Casa Blanca durante las Administraciones de Bush y Obama, ha hecho lo que ha podido. En un mensaje en directo desde Wyandotte, Slotkin, que ha citado como fundamento de la nación “la clase media, que es la espina dorsal” y “la seguridad nacional”, ha dicho que “Estados Unidos quiere un cambio”, pero que hay una “forma responsable” y otra “temeraria”, la de Trump, de hacerlo.
Slotkin, que el año pasado hizo una campaña centrada en el coste de la vida y ganó un estado en el que también se impuso Trump, ha incidido en el tema que mejor conoce, el económico, acusando al presidente de hacer regalos “a sus amigos multimillonarios” y de llevar al país a una recesión, además de criticar el papel de Elon Musk, sobre todo la reciente cita del empresario de que la Seguridad Social es el “mayor esquema Ponzi de todos los tiempos”. Sobre la guerra de Ucrania, la senadora demócrata citó con nostalgia al republicano Ronald Reagan para contrastar con el enfoque de Trump. “Reagan debe de estar revolviéndose en su tumba”, afirmó en alusión a la encerrona en el Despacho Oval la semana pasada de Trump al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, al tiempo que agradecía que Reagan, y no Trump, fuera presidente en la década de 1980, cuando se gestó la caída de los regímenes comunistas.
A diferencia de la réplica republicana del pasado año al presidente Joe Biden, Slotkin transmitió su mensaje con naturalidad, con una sonrisa amable pero firme y sin alharacas.
Además de invitar al Congreso a veteranos y víctimas de los recortes de la Administración por parte de Elon Musk y su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, en sus siglas inglesas), los demócratas discutieron hasta última hora las opciones de protesta, incluida la interrupción directa, según el portal Axios. Pero el desacuerdo generalizado, tanto dentro como fuera del Congreso, sobre cuál sería la forma más eficaz y adecuada de manifestar su oposición acabó imponiéndose. Muchos querían que la reacción no girase en torno a Trump, para no darle más protagonismo, sino directamente sobre las consecuencias de su atropellada agenda de gobierno; muy pocos, casi nadie, parecían proclives a protagonizar momentos teatrales como el de Nancy Pelosi en 2020, a la sazón presidenta de la Cámara de Representantes, cuando rompió en la tribuna la copia del discurso del republicano.
La diferencia de actitudes entre los legisladores demócratas a la hora de responder a Trump es sinónimo de sus amagos de encontrar un rumbo tras ser noqueados en noviembre. Un partido a la busca de un autor, de un líder claro, con una base cada vez más inquieta y exigente. Entre la batería de respuestas posibles, los demócratas valoraron, según Axios, la posibilidad de enarbolar carteles con mensajes anti-Trump o anti-DOGE, lo que hicieron; cartones de huevos vacíos para poner de relieve el repunte de la inflación, constituciones de bolsillo para afearle el cierre de agencias federales autorizadas por el Congreso, sombreros rosas —sustituidos finalmente por los trajes de ese color de un puñado de legisladoras; la única nota de color en una bancada de duelo—, tarjetas rojas como las de un árbitro y, en la práctica, sí, señales negras, de advertencia, señalando diferentes líneas rojas —no tocar Medicaid, por ejemplo— al rodillo Trump…
Fuentes demócratas señalaron a Axios que, en las reuniones previas a puerta cerrada, donde fueron exhortados a acudir a la sesión, las dos bancadas habían sido advertidas contra la tentación de usar artilugios diversos para no convertir la sesión en una pista de circo, algo para lo que se basta el propio Trump. Una recomendación en las antípodas del sentir de las bases del partido, más partidarias de la bronca, y que en la práctica, dentro del Capitolio, se manifestó en un temple a medio camino entre el acero y un funeral.
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